Presupuesto 2001:Mucho gasto y poco crecimiento
Mucha gente pide conocer las razones por las cuales, pese a los elevados ingresos petroleros de 1999 y 2000, el gobierno mantiene una fuerte presión para un endeudamiento neto de unos 6000 millones US $, tal cual como se acota en la Ley de Endeudamiento para el ejercicio fiscal del 2001. ¿Es que acaso no alcanzan los inflados ingresos fiscales generados por el petróleo?, se pregunta mucha gente de a pie. Otros, quienes pueden pagar el costo de la información buscan al economista para este de respuestas a esas interrogantes; así la materia referida al crecimeinto económico, empleo e inflación; sin comprender como, pese a esos extraordinarios ingresos en impuestos y dividendos petroleros, el gobierno insiste en endeudarse. La respuesta del economista, derivada de la economía política del régimen es rápidamente asimilada por el ciudadano comun, por el consumidor y por el inversionista: son los políticos, quienes reproducen universalmente el genoma del gasto deficitario. A ellos les gusta gastar porque ello les da poder; sin olvidar que muchos buscan un acomodo rentista cerca del gobierno para atrapar parte de la renta petrolera.
Para gastar el dinero que se produce con impuestos del ciudadano, los políticos inventan en razón y, por rentismo político necesidades; superaran cualquier ficción macondiana para crear programas de gasto dirigidos supuestamente a solucionar los graves problemas que enfrenta un Estado paquidermico e inutil, que como saco roto traga recursos sin limite, que presta de manera ineficiente servicios en educación, salud y seguridad. Por ello, la ideología de la intervención del Estado en la economía gana adeptos y entre políticos, goza de mucha popularidad, ya que el gasto a discreción sustituye el mecanismo de mercado para la prestacion de servicios y más allá, para convertirse en una palanca ideológica que justifica la intervención. En ese sentido, lo que ocurre como gestión fiscal e intervencionismo del Estado en la economia es la misma historia que transcurre desde 1945, pasando por dictadura y puntofijismo.
El discurso político se cose a lo largo de esa ideología. Los políticos creen, ingenuamente, que redistribuyendo el ingreso – a través del gasto publico- resolverían males endémicos sociales y económicos de la sociedad, sin pensar en profundidad que su labor debe orientarse a crear instituciones eficientes y de bajos costos para la gente, organizar una política económica que garantice un mínimo de racionalidad, particularmente en esa materia tan elemental de ordenar el gasto y no gastar mas allá de los ingresos, basados en un hecho básico que si se gasta mas de lo que ingresa, el déficit resultante debe ser, al menos en el mediano plazo, sostenible para que la inflación, que se genera por ese desequilibrio, inducidos, bien por manejo irresponsable de las finanzas, o por shocks inesperados, no se coma el ingreso y el empleo de la gente. Ingenuamente se ignora que el Estado al endeudarse desplaza la inversión privada, desviándola de la colocación en la economía real para adquirir la deuda del gobierno, particularmente en Venezuela donde la inversión privada produce 8 de cada 10 empleos, siendo por ello la variable de la que depende el crecimiento económico.
El Presupuesto 2001 viene preñado de inconsistencias que se esperan sean resueltas por el Asamblea Nacional, en el sentido de dotar a ese esquema fiscal de valores mas realistas y darle algún elemento de austeridad, sin el cual no es posible conducir una política fiscal creible y sostenible y evitar que esas inconsistencias en el corto plazo acaben con la estabilidad cambiaria. El Presupuesto asume un precio de 20 US $ por barril, llegándolo a calificar de conservador, lo cual muy lejos de la verdad no guarda relación con los precios históricos del petróleo y que siempre ha hecho que los gobiernos “subestimen” ingresos petroleros en el papel, sobre el entendido que es más fácil ajustar hacia arriba que hacia abajo en caso de una variacion de los escenarios petroleros. Un precio de 20 dólares emerge de un esquema volátil, dado que la banda se desplazara inevitablemente hacia abajo en la medida en que los precios del petróleo desciendan, una vez eliminados los cuellos de botella que causan el alza.
Los artificios fiscales no podían faltar, al registrar a los dividendos de PDVSA como ingresos ordinarios, con lo cual se crean gastos recurrentes con incertidumbre de ingreso cuando los dividendos caigan o bien por efecto de los precios, o por inversión de PDVSA para cumplir sus metas de producción. Se vulnera allí un principio fiscal de no financiar gasto recurrente con ingresos no recurrentes. El artilugio busca ingenuamente disminuir en el papel el déficit fiscal, que establecido sobre las necesidades de financiamiento puede alcanzar un 6-7% del PIB!!!. Es una actitud patriótica entonces alertar al mismo gobierno y a la Asamblea Nacional para conformar un consenso fiscal que por vía legislativa lleve al Presupuesto del 2001 a una situación de sostenibilidad, creíble y sincera en términos de ingresos.
Adentro en la filosofía fiscal del gobierno encontramos la fuente de unas finanzas públicas insostenibles en el mediano plazo conducida sobre maniobras keynesianas lleva la política fiscal a inflar ingresos petroleros y no petroleros (aduanas e IVA); con la esperanza que ese gasto mas allá de sus propios limites, sea como la locomotora que arrastre los vagones de la inversión privada, sin la cual, no hay crecimiento económico sostenible. Esa regularidad política es una costumbre reiterada de los ultimos 25 años que no dio los resultados esperados, todo lo contrario, dejo deuda y mucha pobreza.
Se comprende el afán del gobierno por inducir, políticamente el crecimiento, sin embargo el recipe del gasto como palanca del crecimiento puede llevarlo a cometer el mismo error de la gestión económica de CAP en 1973, quien disponiendo de un inmenso ingreso pensó que ello era suficiente para crear un crecimiento de largo aliento. El resultado de aquella quimera económica basada en una expansión fiscal ilimitada, similar en lo ideológico, aunque menor en los volúmenes, a la del presente gobierno, fue como se dice en criollo un suspiro en un pañuelo. De hecho el largo proceso de estancamiento de la economía venezolana comenzó precisamente entre 1977-78 cuando esa expansión del gasto y la deuda publica desplazaron masivamente la inversión privada reduciendo consecuentemente el crecimiento. Estamos a tiempo; el gobierno puede rectificar buscando sostener la desaceleracion de la inflación, y que la actual expansión del gasto del gobierno y respectiva monetatizacion del déficit fiscal ponen en peligro; otorgándole austeridad a la politica fiscal, mantener constante los nivles de deuda pública y devolverle la confianza a los mercados para revivir la inversión privada y con ella el crecimiento económico.