Precisiones y observaciones a comentarios a un controversial ensayo sobre Venezuela y su petróleo
Agradezco a Alberto Méndez Arocha sus muy interesantes observaciones a mis comentarios al controversial ensayo sobre Venezuela y su petróleo de Andres Sosa Pietri, porque además de ser muy atinadas, me han estimulado a presentar nuevos comentarios con algunas precisiones y afinaciones de conceptos y argumentos, tantos míos como del mismo AMA, que ya traspasan las de ASP. Seguiré la presentación de AMA. [Ver Venezuela Analítica del 11 de julio, 18 de junio y 16 de mayo de 2001.]
Comienzo con el Tema 1 sobre los períodos históricos para decir que concuerdo con los períodos y sus títulos, particularmente el último, “camino hacia la independencia” que va de 1958 a 1973, aun cuando estos no coinciden con los períodos que yo asigno a las distintas políticas petroleras que ha tenido el país. Por ejemplo, el “camino hacia la independencia” contiene varias politicas petroleras, no una sola. Y el período “despertar” contiene dos, a pesar de ser tan breve.
No tengo nada que añadir al Tema 2 sobre la apropiación del valor agregado, salvo que la diferencia entre la “disposición a pagar” (debido a la necesidad de utilizar) y el precio de mercado es el excedente de consumidor que tantas veces he mencionado en otros artículos. Es la parte del pastel que los países productores le cedieron a los gobiernos de los países consumidores para que estos pudieran introducir sus impuestos.
En cuanto al Tema 3 sobre el manejo de los precios por las “multinacionales”, lo primero que precisaría o afinaría, a mi amigo Méndez Arocha, es que dichas empresas realmente eran (y continúan siendo hoy) transnacionales (no creo sea necesario explicar la razón de esto). Tan transnacionales eran Esso, Shell y las otras cinco hermanas, como lo son hoy la empresa cementera mexicana CEMEX, la lechera italiana PARMALAT, la eléctrica estadounidense AES, la aereolina española IBERIA, la automotriz estadunidense General Motors y el conglomerado también estadounidense General Electric (entre tantas otras). La aparente excepción pareciera quizás ser el caso de la alemana Daimler Benz (Mercedes) y la compra de Chrysler, que todavía no se define como multinacional (a los estadounidenses no les gusta que los compren extranjeros y luchan para que esta empresa se convierta en una multinacional, en vez de mantenerse como la transnacional que es todavía).
Por otra parte, las empresas petroleras del entonces se comportaban como quiere Sosa Pietri se comporte PDVSA y como lo planteaba la apertura petrolera de Caldera y Luis Giusti. Producir al máximo, manteniendo bajos los precios, ya que además de ser muy bajos los costos no les importaba los intereses de los dueños de las reservas. Como no había competencia entre productores, la maximización de ingresos la obtenían a traves de la maximización de la producción, nó de los precios, al igual que cualquier productor de insumos renovables.
Para las empresas, como para Sosa, Giusti y la apertura petrolera, no interesa el caracter no-renovable o agotable del petróleo por no tener valor ninguno bajo tierra y considerar que es tan abundante que la tecnología lo desplazará antes de su agotamiento. Les interesa maximizar los ingresos totales en el corto plazo, no los ingresos totales de las reservas (probadas) a largo plazo, por lo que no consideran como apropiado maximizar el valor de un barril de petróleo extraído (que es precisamente lo que implica la defensa de los precios). Esta fue la principal razón que llevo a Texas en los años treinta a asignarle a su comisión ferrocarrilera la tarea de regular y ponerle orden a la industria petrolera del Estado (tomando en cuenta los intereses de los dueños del recurso) y que más tarde le sirvió al Padre de la OPEP como ejemplo exitoso para crear la OPEP.
En cuanto a los Temas 5 y 6 (la política petrolera de los sesenta y dualismo vs factor motor), uno de los objetivos de la política petrolera de los sesenta era reducir la dependencia del petróleo para que la economía no petrolera creciera independientemente del comportamiento del sector petrolero. (Lo que AMA llama elasticidad positiva del consumo, yo llamaría elasticidad de crecimiento de la economía.) Y se tuvo éxito durante dos años, cuando la economía no petrolera logró crecer más que el sector petrolero. Los volumenes de producción crecieron en esos dos años, pero muy poco y no a través de grandes inversiones con efecto multiplicador sobre la economía no petrolera, sino abriendo más las llaves que regulan el flujo de producción (con muy poca inversión nueva). El objetivo de elevar la participación del país en el negocio petrolero no se planteaba como premisa del desarrollo interno no petrolero, sino como principio de equidad económica y justicia distributiva, además, de conservación y eficiencia. (Como bien nos dice AMA, lo importante es el estilo de desarrollo y la manera de utilizar los ingresos petroleros.)
Yo añadiría, además, que maximizar los ingresos petroleros envuelve dos cosas – que la maximización se aplique a la totalidad de las reservas conocidas (probadas) y no a la producción del momento o del año en curso, y que la capacidad de absorción de la economía para utilizar eficientemente esos ingresos no sea excedida. Es muy importante el primer punto, porque maximizar los ingresos petroleros debe plantearse a largo plazo y tomando en consideración todo el petróleo descubierto hasta el momento. El segundo punto también es importante, porque si bien no deberíamos producir más divisas petroleras de las que la economía puede absorber productivamente, los excedentes que efectivamente producimos deberían mantenerse fuera de la economía, pero rindiendo beneficios superiores a los esperados por aumentos en los precios.
No entiendo porque AMA tiene tanta dificultad con el planteamiento de ASP sobre altos volumenes de producción petrolera para elevar el crecimiento económico del país. En primer lugar, para mi es clarisimo que la historia no le da la razón a ASP. Yo también he analizado el proceso de desarrollo económico venezolano, en tres ocasiones. En mis dos tesis de grado (maestría y doctorado), cubriendo el período 1930 a 1963 (fecha en que obtuve el PhD) y luego en el CENDES los años 1960 a 1973. (Y es que, como bien dice AMA, todo depende del “modo de usar los ingresos”.)
El sector petrolero no es usuario de grandes cantidades de insumos internos (incluyendo trabajo, por ser intensivo en el uso de capital). Pero más importante aun, lo que interesa es maximizar los ingresos provenientes de un recurso agotable, sin caer en el despilfarro que significa exceder la capacidad de absorción de la economía, ni en la irracionalidad de transferir a los consumidores un excedente de consumidor innecesariamente.
Un indicador que puede servir para evaluar si dicha capacidad está excedida es el movimiento en el tiempo del coeficiente capital-producto incremental (el inverso de la eficiencia de la inversión), que puede hacerse globalmente, por sectores o subsectorialmente. Yo hice dichas comparaciones para los años 1950-1970, obteniendo como resultado una clara disminución en la productividad del capital con muy poco incremento en la productividad del trabajo. Fueron similares los resultados para los sectores más importantes, particularmente petróleo, manufactura grande y construcción.
Y nótese que esto fue durante un período de bajos precios del petróleo y mucho antes del alza de los precios en 1974. En los 40 años anteriores a 1973, Venezuela recibió y gastó mas divisas por concepto de exportaciones que todos los demás países latinoamericanos.
AMA no parece percatarse de este problema cuando escribe que todo depende de como se utilice el ingreso petrolero (dispendio vs inversión), haciéndolo depender del “modelo económico que se observe”, en vez de la eficiencia de la inversión o de la capacidad de absorción.
Finalmente, aclaremos que mi uso del concepto “monopolístico” incluye lo que AMA denomina “oferta regulada”, pero que yo no lo condiciono a “las características fisicas del petróleo”. Y en cuanto a las cuotas de la OPEP, no coincido que constituyan una “modulación de corto plazo”. Considero mas bien que el sistema de cuotas pertenece al sistema de regulación de la oferta en un mercado monopolístico o de competencia imperfecta, por lo que no está limitado al corto plazo, ni debe formularse en un contexto limitado al corto plazo.
El actual sistema de cuotas de la OPEP mas bien pertenece (o sino, debería pertenecer), a mi juicio, a una consideración de largo plazo, debido a que la demanda crece lentamente y se busca maximizar los ingresos en el largo plazo. El interés común y la seguridad de los productores (su dependencia del petróleo) obligan a esto (existen multiples ejemplos de casos parecidos en Estados Unidos, Japon y algunos paises europeos [entre otros]). Incluye las inversiones para la expansión de la capacidad de producción y su duración dependerá de los cambios que sufra el mercado petrolero y las economías de los países de la OPEP, pero de ninguna manera es un instrumento de política limitado a un contexto cortoplacista. Al menos es como lo veo yo y como pienso que lo debería ver la OPEP.
Nuevamente, en mi opinión, la fijación de los precios petroleros depende más de los costos variables que de los costos marginales, por cuanto en el largo plazo no existen costos fijos. La teoría económica relevante postula que el precio esté determinado en el punto de coincidencia de los costos marginales y variables de largo plazo. Sería equivocado pensar que los precios deban fijarse en una modulación de corto plazo cuando se es dueño de un recurso como el petróleo. De ahí que las consideraciones para la determinación del precio sean diferentes para una empresa petrolera cualquiera que para la OPEP (o la empresa estatal de un país miembro). [En un artículo reciente, el conocido economista Krugman analiza el problema de los precios de la electricidad en la crisis energética de California, concluyendo que deben responder a los costos variables de largo plazo, en donde no existen costos fijos.]
Pasando al Tema 7 sobre el caracter del mercado, mi referencia a su condición monopolistica y el costo de oportunidad apuntan a señalar que los precios de productos competitivos y la intensidad de la necesidad del combustible deben ser los factores principales para determinar los precios del petróleo. La disposición a pagar del consumidor es función de estas dos variables – qué necesidad tienen del producto y cuanto le cuesta uno alternativo. Esto lo demuestra claramente la discrepancia entre el precio de la gasolina en Europa comparado con Estados Unidos.
Por otra parte, en todo mercado monopolistico existen productores marginales (incluyendo el caso del petróleo hoy día). Y es precisamente en condiciones de competencia imperfecta que adquieren relevancia los productos alternativos (costo de oportunidad para el consumidor). Lo que además hay que tener en cuenta es la percepción que se tenga de su desplazamiento por algún cambio tecnológico de impacto fulminante, lo que no parece presentarse en el caso del petróleo (aunque hay quienes consideran lo contrario).
Finalizo con un comentario sobre el Tema 8 y las estrategias de desarrollo. Concuerdo con AMA que no existen dos alternativas válidas – maximizar el ingreso global por la via de la producción de barriles vs maximizarlos por la via de los precios por barril. Sólo la segunda es válida. Se maximiza la ganancia o el ingreso global cuando se considera la totalidad de las reservas probadas y se le aplica el precio que coincide con la disposición de pagar del consumidor, que es equivalente a maximizar el precio por barril.
Maximizar anualmente la producción sacrificando precios produce un ingreso global de las reservas existentes menor al obtenido si se minimiza la producción para lograr mejores precios. Esta es la variable crítica y relevante, cuando uno considera que no hay tecnología desplazante. La otra variable crítica, como nos dice AMA, es el uso de las divisas – gastarlas productivamente antes de exceder la capacidad de absorción.
Una vez copada la capacidad para convertir las divisas en recursos productivos eficientemente, la alternativa es dejar el petroleo bajo tierra para extraerlo y venderlo a mejor precio en el futuro, o bien extraerlo y venderlo ahora para invertir las divisas a una tasa de rendimiento superior a la que implica el crecimiento esperado de los precios. Por supuesto, si se opta por la segunda opción, se corren riesgos como el que sufrió en 1975 el Fondo de Inversiones de Venezuela y los que viene sufriendo el país desde entonces (incluyendo la corrupción), o que no se logre superar la inflación mundial, o peor todavía, que nos sorprenda un bajón significativo en el mercado de valores. A su vez, la primera opción confronta el riesgo de una innovación tecnológica inesperada que desplace al petróleo mientras lo tengamos en el subsuelo, que considero menos probable y también menos dañino para el país que los de la primera opción.