Precios: Causa o consecuencia
Vivimos tiempos de estatismo, es lo que llaman Socialismo del siglo XXI. El todopoderoso proceso interviene o trata de intervenir en todos y cada uno de los eventos políticos, económicos y sociales. Quieren tener intervenidos a todos y cada uno de los pasos de todos y cada uno de los habitantes del país.
Una de las vertientes de ese estatismo o intervencionismo lo padecemos en el área económica cuando las autoridades de los distintos ministerios de la economía intentan intervenir y fijar los precios de bienes y servicios.
Los trasnochados economistas que dirigen el proceso creen que fijando los precios se controlan otras variables de la economía.
Solamente ignoran que el precio de un bien es el valor de transacción que hace indiferente colocarse del lado de los oferentes o del lado de los demandantes.
Cuando las autoridades fuerzan a que el precio de un bien sea fijado desde las oficinas de un burócrata, están deformando las relaciones del mercado y por lo tanto están rompiendo el equilibrio que debe establecerse en cada uno de los bienes transables. Generalmente, la consecuencia es la escasez.
La conformación de un precio tiene muchísimas facetas: el costo de producción, de transporte y de comercialización, la competencia, el apetito del mercado, son algunas de las variables que conforman el precio final de un bien.
Pero en definitiva es solo el equilibrio entre la oferta y la demanda lo que establece el precio correcto de un producto o de un servicio.
Un magnífico ejemplo lo tenemos en el mercado petrolero mundial del cual nuestro país es un jugador de primera importancia.
Para nadie es un secreto que los costos de producir un barril de petróleo en Venezuela, en el Medio Oriente o en el Mar del Norte arrojan cifras muy distintas.
También adquieren valores diferentes los procesos de transporte y comercialización del petróleo procedente de estos tres lugares.
También sabemos que el precio internacional de un barril de petróleo tiene mucho más relación con la calidad del producto que con su origen. Y en definitiva, el precio viene condicionado primordialmente, por la oferta y la demanda instantánea, de allí que fluctúe con el paso de los minutos de cada día.
Igual sucede con casi todos los bienes y servicios que existen en el mercado.
Cuando el Estado, con su ambición intervencionista, fija un precio, lo que hace es provocar que aparezcan situaciones indeseables que van en contra, tanto de los productores, como de los consumidores.
En tiempos del General Juan Vicente Gómez, cuentan que había una escasez de papas y el General instruyó a su ministro correspondiente para que resolviera el problema planteado. Transcurridos algunos días, el General le preguntó al ministro acerca de los pasos dados en busca de la solución adecuada y el funcionario, inmediatamente le hizo una reláfica con todos los pasos burocráticos que se estaban dando, donde no faltaba el control del precio de las papas. Luego de escuchar pacientemente al ministro, el dictador le dijo: Anjá, con que se han dados todos esos pasos y decretos, pero recuerde que el problema de las papas se resuelve es con papas.
Cuando los gobiernos entiendan que los precios de los productos son la consecuencia del equilibrio adecuado entre las fuerzas del mercado tendremos una economía mucho más sana que la que el intervencionismo propicia.
Caracas, marzo de 2006