Política económica y discursiva suicida del gobierno venezolano
1. El Presidente no asumió la lección del 2 de diciembre
La derrota del referendo del 2 de diciembre, 2007, no fue un pequeño contratiempo, como parece pensar el Presidente, sino un cambio cualitativo en la correlación de fuerzas, casi tan significativo como el del golpe militar del 11 de abril, 2002. Por eso no se entiende, que el Presidente siga aplicando el modelo político-económico-discursivo que le dio resultados entre 2003 y 2007, pero que fracasó el día 2/12.
El continuismo pre-2/12 es evidente: no ha habido un debate serio de la derrota; las críticas y autocríticas de los funcionarios han sido retóricas; la fracción dominante de la Nueva Clase Política (NCP) se ha fortalecido; el nombramiento de ministros improvisados para carteras importantes continúa y la estructura conductiva sigue vigente. En dos frentes del continuismo, la política económica y discursiva, se centran peligros reales para su propio futuro.
2. El modus operandi económico gubernamental
El 20 de enero, el Presidente Hugo Chávez anunció un aumento del 36 por ciento en el precio regulado de la leche, de 1,10 bolívares fuertes a 1,50. El 23 de enero puso en marcha la red Pdval, que va a vender productos alimenticios a precios regulados. Pdval distribuirá 150 mil toneladas al mes. El consumo nacional de alimentos en Venezuela es alrededor de un millón de toneladas al mes.
El 31 de enero, el ministro de Alimentación, Félix Osorio, reactivó un mecanismo de entrega de divisas para el sector alimenticio que fue suspendido en el 2004 y avisó que el Presidente aprobó un aumento de volúmenes de ventas en la Red Mercal, “de 130 mil a 160 mil toneladas mensuales, y esto va a ir aumentando progresivamente hasta diciembre».
El 1 de febrero, el Ministro de Planificación, El Troudi, informó que «Estamos contrarrestando la tendencia que registramos en el ultimo trimestre de 2007, en el que tuvimos como suma acumulada 10% de inflación”. El 4 de febrero, el Presidente amenazó con expropiar a las grandes cadenas de producción y distribución de alimentos y medicinas que considera responsables de la falta de productos. El 6 de febrero, el ministro para las Finanzas, Rafael Isea, anunció que la meta inflacionaria del 2008 será del 11% y que la inflación es esencialmente la responsabilidad de los grandes empresarios “que se niegan a colaborar con la producción nacional y basan sus negociaciones en medidas capitalistas que sólo los beneficia a ellos”.
3. Incongruente discurso económico del gobierno
El discurso económico del gobierno es superficial y desaprovecha su control de los medios estatales de comunicación para dotar a la población de una conciencia económica real de la situación. Con frecuencia es simple retórica o mistificación.
¿O algún economista podría encontrarle un sentido a la afirmación del Ministro de Planificación (sic), de que la “inflación que estamos recogiendo es producto de la inercia. Los efectos inerciales tienden a estabilizarse en el mediano plazo”? Esto significa desinformar a la gente, porque todo economista sabe que el pico inflacionario decembrino se generó por los aguinaldos, el masivo desembolso de liquidez adicional (médicos, maestros), motivado esencialmente por el referendo, y las facilidades crediticias otorgadas por los bancos.
¿Que seriedad informativa ostenta un Ministro de Alimentación, cuando dice que «no es un secreto para nadie que (…) alimentos como el arroz, el trigo y el maíz van a entrar dentro de los rubros críticos» de desabastecimiento mundial, como consecuencia del «empeño del imperio de utilizarlos como combustible»? La realidad es que la producción de biocombustibles en el 2007 apenas ocupó el 1.25% de las tierras cultivables del mundo y que el principal factor en la elevación de los precios de alimentos radica en el enorme crecimiento de las clases medias en China, la India, Rusia, y en su recuperación económica en América Latina; países, que en conjunto abarcan la mitad de la población del mundo.
El mismo Presidente genera ilusiones cuando dice, al aumentar el precio de la leche: «Espero que los productores respondan, en vez de hacer sólo queso o llevarse la leche para Colombia, lo cual yo considero traición, pues esa leche es para los venezolanos». En la crematística, y Venezuela es una economía crematística de mercado, las actividades económicas se realizan por tasas de ganancia y por intereses, no por conceptos valorativos como Patria o traición. “El gran capital no tiene patria, tiene bolsillo”, recordaba Gramsci y mientras el Presidente no introduzca las estructuras de una economía de valor, de nada sirven reclamaciones de patriotismo.
Y el Presidente genera otra ilusión, la del poder del Estado, cuando dice que expropiará a las grandes cadenas de alimentos y medicinas. Si hoy día no es capaz de garantizar que haya pollo y leche en los mercados, ¿con qué logística estatal sustituirá la función de esas grandes cadenas? ¿Por qué amenazar, dice Sun Tzu, si no se puede cumplir la amenaza?
4. Inflación y desabastecimiento a la luz de la ciencia económica
La forma más sencilla para que el ciudadano no-economista entienda el problema de la inflación y se libere de las mistificaciones, es mediante la llamada “ecuación cuantitativa” de la teoría cuantitativa del dinero. Simplificando se puede explicar de la siguiente manera. Toda economía moderna está compuesta por un circuito monetario (dinero) y un circuito de bienes y servicios. Cada circuito está determinado por dos factores (variables): el monetario por la masa monetaria M (total del dinero circulante) y la velocidad de rotación (circulación) del dinero V; el de bienes y servicios por el conjunto de bienes/servicios Q y sus precios P.
La ecuación M x V = Q x P expresa que tanto la inflación como su contrario, la deflación, resultan de un desequilibrio entre ambos circuitos. Cualquier aumento desproporcional del lado izquierdo de la ecuación genera un efecto inflacionario (aumento de precios); cualquier aumento desproporcional del lado derecho genera un efecto deflacionario (reducción de precios).
Las causas de la inflación pueden ser esencialmente cuatro: 1) el aumento de los precios de importación (la inflación importada); 2) un boicot económico; 3) una catástrofe natural; 4) un aumento desproporcionado de liquidez (dinero). Los primeros dos factores son el argumento fundamental del discurso oficial; el tercero no aplica a Venezuela y el cuarto es la razón fundamental de la inflación nacional.
El desabastecimiento de mercancías en una economía crematística se da cuando los precios de venta (tasa de ganancia) no son atractivos para el productor o vendedor (capitalista). Este es el caso de Venezuela. Muchos de los precios fijados por el Estado (precios administrativos), que afectan 400 rubros, son tan bajos que la oferta de productos desaparece, ya sea, por que se dejan de producir o por que se vendan en mercados que ofrecen precios más altos, como son Colombia y el mercado negro.
5. La política económica y el futuro político de Hugo Chávez
Cuando la inflación del año 2006 llegó al 17%, el gobierno estableció la meta oficial para el 2007, en 12%. Esa meta no fue alcanzada. Según el Banco Central de Venezuela, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue del 22.5%. Sin embargo, si se toma en cuenta que los precios de muchos bienes de primera necesidad están congelados por el Estado, es realista asumir que la inflación real fue alrededor del 28%. Una tasa tan alta tiene dos consecuencias negativas: destruye a la macroeconomía y al gobierno responsable de ella.
Hay que mencionar, por supuesto, al mercado negro y al acaparamiento especulativo como factores negativos para la política gubernamental. Esto, sin embargo, con dos consideraciones: a) sus causas son más económicas que políticas, resultantes de la distorsión de los precios relativos de mercado por los precios administrativos; y, b) la única manera de acabar con ellos son mecanismos económicos, no policíacos ni políticos.
6. Año electoral 2008: ¿Cómo evitar la crisis económica-política?
La inyección masiva de dinero en la economía en tiempos electorales es normal para cualquier gobierno y, en algunos casos, inclusive el control de precios de los bienes y servicios básicos. Esta receta fue posible para el año electoral 2006 y el año electoral 2007; pero, en esa forma, es disfuncional e insostenible para el año electoral 2008.
Para controlar a la inflación y terminar los desabastecimientos, el Presidente solo tiene dos opciones: a) reducir la excesiva liquidez mediante políticas fiscales (aumento de impuestos), monetarias (intereses) o redistributivas; b) asumir como Estado el costo de la inflación. Las opciones de “a” no se aplicarán en un año electoral. Opción “b” exige que se le resuelva la relación costo-precio al pequeño y mediano productor mediante precios realistas de garantía o subsidios. Se trataría de un modelo rentista como el de los pequeños campesinos de la Unión Europea y de Estados Unidos, que no viven de la renta de la tierra, sino de los subsidios del Estado, pero le garantizaría al gobierno la lealtad política de esas clases sociales y le daría tiempo para buscar una salida estructural de la camisa de fuerza económica autoimpuesta por los controles de precios.
Combinado con esto se necesita un programa masivo de importaciones en el cual el Estado asume todos los gastos que excedan los precios internos deseables. Aunque el precio promedio mundial del petróleo oscilará este año entre los 65 y 80 dólares, el Estado venezolano tiene suficiente capacidad financiera para asumir estos gastos, al menos a corto plazo.
Queda por resolverse, entonces, el problema de la logística de distribución que, para ser exitosa, tiene que ser masiva y llegar hasta el último pueblo. Probablemente no hay tiempo para crear de cero esta logística antes de las elecciones de noviembre del 2008, hecho por el cual hay que usar las infraestructuras existentes. Solo la Iglesia, la escuela y los militares tienen presencia hasta en los últimos rincones del país. Con la Iglesia como enemiga, y los militares no aptos para tal tarea, la infraestructura de las escuelas queda como única solución disponible.
Pagando una compensación adecuada a los maestros dispuestos a ayudar en esta tarea y contratando a gente desempleada, se tendrá una considerable fuerza de trabajo. Para evitar cuellos de botella en la mano de obra y reducir el problema de la corrupción, debe hacerse una convocatoria a nivel latinoamericano y europeo, para traer cuadros honestos y calificados, dispuestos a colaborar. No remunerar este trabajo o no remunerarlo adecuadamente, como se discute ahora en los PdValitos, es una idea de boy scouts, no de gente seria. ¿O existe algún ministro o burócrata que trabaja gratuitamente para la revolución bolivariana?
Este es el único camino económico que le queda al Presidente, para evitar una crisis en el año 2008. Dado que el Estado venezolano tiene los recursos materiales, los únicos insumos faltantes son cuadros humanos con audacia, visión estratégica, capacidad organizativa y ética. Para encontrar estos insumos el Presidente tendrá que salir de los feudos cortesanos de la Nueva Clase Política, que lo rodean. Si no puede o no quiere dar este paso, repetirá en diciembre del 2008 a escala mayor la experiencia, que le tocó vivir el 2 de diciembre de 2007.
7. La ética de la verdad y la disyuntiva del Presidente
Uno de los fenómenos políticos más preocupantes del proceso venezolano es un creciente vaciamiento de la ética discursiva del gobierno. En lugar de explicar científicamente la realidad a los ciudadanos, se les trata discursivamente con las mismas técnicas manipulativas que usan los gobiernos burgueses. Con este procedimiento no se crea conciencia revolucionaria, sino clientela.
A la atrofia de la veracidad discursiva se agrega el agotamiento progresivo de los dos discursos estratégicos del Presidente: el bolivariano y el del Socialismo del Siglo XXI. El primero, porque no ofrece ya nuevos horizontes al nivel interno del país y el segundo, porque el Presidente no ha creado ni una sola institución económica cualitativamente diferente a la de la economía de mercado, es decir, postcapitalista.
El Presidente se encuentra ante la siguiente disyuntiva: o rompe con el status quo pre-decembrino o el continuismo se convertirá en el termidor de la Revolución Bolivariana.