Petróleo y la OPEP: ¿una historia clásica?
Las ventajas comparativas
Los países de la OPEP concentran más del 76% de las reservas naturales mundiales de crudo convencional. Según la data que presenta la Energy Information Administration, las reservas naturales probadas mundiales en 1999 eran aproximadamente un billón de barriles. De ellos, las reservas de los países de la OPEP alcanzaban aproximadamente 800.000 millones. De los diez primeros países por reservas probadas de crudo convencional, sólo Canadá y Rusia no son miembros de la OPEP. Por ejemplo, Venezuela tiene reservas naturales de crudo convencional superiores a las de Rusia (aproximadamente 74-77.000 millones de barriles vs. 50.000 millones), que produce tres veces más petróleo que Venezuela. Las reservas de crudos extra-pesados recuperables (con baja tasa de recuperación) venezolanas son realmente altas, aproximadamente 170-240.000 millones de barriles. La información que presenta de la International Energy Agency correspondiente a 2001 es similar.
Además, los costos de producción de petróleo de estos países son sustancialmente inferiores al precio del crudo en el mercado internacional y, en términos generales, inferiores a los costos de los productores no-OPEP. Por ejemplo, los costos de producción de Arabia Saudita en el año 2000 podrían haber estado alrededor de 2 dólares el barril y los de Venezuela en el entorno de los 6 dólares el barril, sin tomar en cuenta los costos financieros. El precio mundial del petróleo desde 1947 hasta 2003 en dólares constantes del año 2000 ha tenido un promedio de 21,12 dólares por barril. Existió un importante shock positivo de precios que se inició en 1973, tuvo su pico en 1983 (sobrepasó los 50 dólares el barril), y luego cayó. En los últimos cinco años la tendencia del precio en términos reales ha sido ascendente y actualmente supera con facilidad los 30 dólares el barril.
Petróleo y crecimiento
Lo conveniente para los países de la OPEP, más allá del corto plazo, es una dinámica del mercado internacional petrolero donde pudiesen aprovechar la amplia ventaja comparativa que representa la concentración de las reservas naturales y los costos de producción relativamente bajos. Es decir, una tasa de crecimiento no despreciable y relativamente estable de la demanda mundial de petróleo por un período amplio, aunque obviamente es difícil evitar las fluctuaciones del ciclo económico, con una trayectoria de precios consistente. Ello crearía condiciones externas que podrían facilitar el crecimiento y el desarrollo de estos países. Sin embargo, como muestra la experiencia, las circunstancias internas de estos países, sus políticas y el contexto institucional que los caracteriza, pueden evitar que la condición externa sea aprovechada.
Desde esta perspectiva, sus ofertas petroleras deberían crecer por lo menos al ritmo de la demanda, dentro de una trayectoria de precios en términos constante de largo plazo ligeramente ascendente, y realizando o propiciando las inversiones necesarias para este crecimiento. Es más, por la concentración de las reservas naturales, quizá la dinámica de la oferta petrolera de los países de la OPEP de largo plazo debería ser más elevada que la de los países no-OPEP. Las estimaciones de largo plazo (2025) de energía, suponiendo aumento de la eficiencia y el uso de fuentes alternas, sugieren que la demanda petrolera mundial tendrá un crecimiento importante, lo cual sería consistente con el incremento de la oferta OPEP y simultáneamente una trayectoria de precios reales ligeramente ascendente.
La experiencia venezolana muestra con claridad que es importante la estabilidad de los ingresos petroleros per capita y un crecimiento del sector petrolero cónsono con la evolución de la demanda mundial para un desenvolvimiento económico positivo. El crecimiento del sector petrolero influye en el crecimiento económico por cuatro vías: la importancia propia del sector (hace cinco años representaba casi el 30% del PIB venezolano), los encadenamientos inter-sectoriales de insumos intermedios, el canal fiscal (sí se aplica una política fiscal responsable y generadora de externalidades), y el canal ahorro-inversión: buena parte de los bienes de capital que demanda el sector petrolero los produce el sector no petrolero. Cuando se ha optado por el “rentismo petrolero”, es decir reducir la oferta y la inversión en el sector para buscar altos precios, el resultado ha sido negativo. Un peligro es el estímulo al gasto fiscal exagerado, impulsado por el comportamiento de “búsqueda de renta”. Este fenómeno puede tomar dimensiones preocupantes, donde la corrupción sea lo predominante, tanto así que la economía política actual lo califica de “cleptocracia”. En Venezuela, durante los últimos cinco años, la combinación de “rentismo petrolero” y un importante cambio institucional negativo, ha provocado la caída del ingreso más aguda de su historia moderna. Así mismo, los indicios apuntan hacia un aumento importante de la corrupción.
¿Una historia “clásica”?
¿Qué ha estado haciendo la OPEP, incluida Venezuela, desde 1998? Estancando o reduciendo su oferta petrolera, en búsqueda de precios altos, y en consecuencia reduciendo su participación de mercado. En 1974 la oferta OPEP y no-OPEP eran similares, alrededor de 30 millones de barriles diarios. En 1974-85 la oferta OPEP se desplomó por la aplicación extrema del “rentismo petrolero”, y luego se recuperó hasta 1997. Hoy es ligeramente inferior a los 28 millones de barriles diarios. Sí se aplicase la última resolución de los 10 de la OPEP, la oferta total, incluyendo a Irak, podría colocarse alrededor de los 26-27 millones de barriles diarios. De 50% de participación de mercado que tenía la OPEP en 1977, hoy es de 36%, y posiblemente se reduciría a lo largo de 2004. Una política que asemeja bastante la historia de los esquemas “clásicos” de Ricardo y Marx: Los ociosos terratenientes, en búsqueda de “renta”, restringen la oferta para alzar el precio del grano, obstaculizando el crecimiento global.
La restricción de la oferta de la OPEP no sólo puede repercutir negativamente (presión de inflación y pérdida de crecimiento) en la economía mundial, especialmente en los países en desarrollo que son energéticamente menos eficientes (ver Isard et al., The Macroeconomic Effects of Higher Oil Prices, 2001) sino que tampoco contribuye al crecimiento de sus propios países. Los únicos que parecen beneficiarse son los productores de petróleo no-OPEP. Y lo paradójico es que este tipo de política sea aplicada por quienes se proclaman “revolucionarios”.