Pdvsa, el paro y la importación de técnicos
Según lo declarado reiteradamente, a través de los diferentes medios de comunicación, por voceros gubernamentales a su más alto nivel, el paro promovido por un «grupito» de ejecutivos «golpistas» de (%=Link(«http://www.pdvsa.com/index.html»,»nuestra primera industria»)%) está condenado al fracaso. Ello se debería fundamentalmente a que un cierto número de técnicos extranjeros, supuestamente suministrados por Arabia Saudita y otros países amigos, estaría en capacidad de poner rápidamente de nuevo en operación normal y segura todas las actividades de compresión, extracción, almacenamiento, bombeo, transporte, refinación, carga y despacho de buques conexos a nuestra industria petrolera.
Ante tan osadas afirmaciones, nos dimos a la tarea de someterlas a discusión y análisis dentro de pequeños grupos de profesionales universitarios con muchos años de experiencia y pertenecientes, en su mayoría, a diferentes ramas de la ingeniería. No sin sorpresa, pudimos constatar que las declaraciones oficiales antes referidas habían logrado un grado apreciable de credibilidad. Es por tanto lógico presuponer que un efecto aun más contundente debe haber sido logrado en el grueso de nuestra población, cuyo nivel promedio de educación, especialmente en el campo que nos ocupa, es prácticamente nulo.
El momento decisivo en el que se encuentra nuestro país, así como los altísimos riesgos a los cuales nos enfrentamos y de cuyo desenlace depende el futuro de las próximas generaciones, nos ha alentado a tratar de establecer si las afirmaciones antes aludidas tienen un basamento sólido. Acometimos esa tarea con base en nuestra experiencia de muchos años en el campo de la instalación, puesta en marcha y operación de plantas petroquímicas en los complejos de Morón y El Tablazo, así como de la erección de importantes unidades de producción, bombeo, transporte (oleoductos y gasoductos), refinación y almacenamiento de petróleo y gas en todo el territorio nacional.
Un primer enfoque nos lleva a determinar, con las naturales reservas, que para dirigir adecuadamente y con seguridad las operaciones ya nombradas, durante las 24 horas del día y en forma ininterrumpida por períodos largos, habría que traer al país no menos de 500 a 1000 ingenieros, técnicos y operadores de planta altamente calificados quienes, junto con sus homólogos venezolanos, eventualmente dispuestos a colaborar con las actuales autoridades, podrían estar en capacidad de volver a poner en producción normal todo el sistema operacional concatenado antes citado. Ahora bien, analicemos brevemente los pasos, dificultades y los tiempos mínimos indispensables para contratar, traer al país y luego permitir que ese contingente se empape profunda y concienzudamente de las innumerables tareas y funciones que deberá desempeñar oportunamente, con gran exactitud y en perfecta secuencia para lograr, con éxito, el ambicioso objetivo propuesto.
En primer lugar, la sola fase de reunir, contratar formalmente, traer e instalar a lo largo de toda nuestra geografía, incluyendo las facilidades de alojamiento y transporte tradicionalmente exigidas, ese número de técnicos extranjeros, requeriría no menos de dos meses. A este punto, es menester aclarar que ninguna compañía en el mundo podría disponer, en tan corto tiempo, más allá de una fracción del total requerido. En otras palabras, los expertos nacionales, una vez determinado claramente el perfil de cada individuo solicitado, según la función que deberá desempeñar individualmente, se verán en la necesidad de contactar a la mayor parte de las empresas petroleras internacionales, así como a los propietarios y suplidores de los diferentes procesos (Ingeniería básica y know-how) de refinación, para que todos ellos colaboren en la ardua tarea de reunir súbitamente esa cantidad tan apreciable de técnicos. Concomitantemente nuestros expertos, asistidos por abogados duchos en la materia, tendrían que discutir y firmar con cada firma suplidora los respectivos contratos y proceder a la apertura de sus cartas de crédito bancarias. Conviene aclarar, a este punto, que los «fees» o tarifas libres de gastos de alojamiento, comida y transporte locales, usualmente aplicadas en estos casos, varían individualmente de 400 a 1000 dólares por día, según el nivel jerárquico y grado de especialización de cada persona contratada.
Una vez llegados a Venezuela e instalados en su correspondiente área de trabajo, los ingenieros de mayor nivel y responsabilidad se verán obligados a aprender el exacto funcionamiento de cada componente que conforma cada unidad de producción, bien sea en un campo de extracción de crudo o en una refinería. Recuérdese sobre todo que al tratarse de refinerías, cada una de ellas tiene sus propias particularidades que la hace diferente de cualquier otra, como es el caso de todas nuestras refinerías. Esos ingenieros deberán entonces localizar y «estudiar» detenidamente centenares de planos, diagramas de flujo, manuales de arranque, de operación y parada, en condiciones normales y de emergencia, de cada sección, unidad y planta, todo ello en estricta relación con el manejo computarizado que se efectúa a partir de grandes y complejas salas de control. Después de haberse debidamente empapado de todas esas operaciones, los ingenieros de mayor nivel tendrán que impartir instrucciones y aleccionar a sus subalternos con el objeto de que cada uno de ellos pueda llevar a cabo las operaciones que le corresponden, como parte de un equipo que debe trabajar en perfecta armonía, es decir, como si se tratara de una orquesta filarmónica. A su vez, los técnicos extranjeros se verán en la necesidad de comunicarse con los operadores locales en la forma debida y en idioma comprensible para ambos. De lo contrario, el riesgo de que se produzca una situación similar a la «Torre de Babel» es muy grande, pudiendo llegar a ser trágicas sus consecuencias. Esta fase, al término de la cual el nuevo equipo técnico podría comenzar a efectuar los primeros simulacros de puesta en marcha secuencial de toda una cadena de refinación, requeriría no menos de dos meses.
En resumen, nuestras refinerías podrían estar nuevamente operando en forma normal y continua, a plena capacidad, en un período comprendido entre 5 y 6 meses, contados a partir del momento en que sea tomada la decisión de contratar ejecutivos y técnicos extranjeros. En cambio, la producción y despacho de crudo podrían ser reiniciados mucho más rápidamente, es decir, en la mitad del lapso citado. Mientras tanto, el país vería probablemente reducidos a la mitad sus ingresos de divisas por concepto de exportación de hidrocarburos y productos petroquímicos, lo cual representaría una merma total de aproximadamente 6 millardos de dólares durante el período afectado de seis meses. A su vez, el PIB de la nación para el año 2003 se vería afectado en al menos un 10%, al sumar los efectos directos e indirectos derivados de la reducción de nuestras exportaciones. Lo que sería más grave y devastador aun es el hecho que, al concentrarse tal reducción en el primer semestre del año entrante, la caída de nuestro PIB durante ese período sería teóricamente del orden del 20%. No obstante, ese cálculo resultaría seguramente muy conservador puesto que no incluye un descenso considerable, adicional, del PIB, debido al cierre en cadena de las pocas empresas aun activas en el país, con el consiguiente desempleo y fuga masiva de capitales.
Aun admitiendo que, debido a razones obvias, el presente análisis contenga algunas aproximaciones e inexactitudes, creemos que el panorama que de él se desprende debería llamar a una reflexión profunda a quienes pensaron y le anunciaron al país, en algún momento de comprensible precipitación, que la solución simplista a la presente crisis consistiría en la contratación de un indeterminado número de técnicos extranjeros, de diferentes nacionalidades, expertos en la producción y refinación de petróleo, así como en el manejo de plantas petroquímicas y de fertilizantes químicos, instalaciones que, adicionalmente en el caso de Venezuela, se encuentran diseminadas en casi todo lo largo y ancho del territorio. Para quienes aun no se han convencido, habrá que recordarles el dicho: «para muestra, sólo un botón, allí está el Pilín León».
(*): Ingeniero Químico – University of Oklahoma, 1958 . Dr. En Ciencias Económicas-Université Paris IX-Dauphine, 2000 . Investigador Asociado al EURISCO y a la Escuela Doctoral (EDOCIF) de la Universidad de Paris IX-Dauphine.