Opción show VIII
Quizá nada demuestra más palmariamente la ineficiencia de este gobierno que se dice de los pobres, que los paupérrimos resultados obtenidos en ocho años de gestión en materia de producir viviendas para los sectores marginales. Los logros que el régimen exhibe al respecto son infinitesimales y francamente absurdos, por no decir ridículos. Hay que aclarar que cuando nos referimos a viviendas para los estratos populares, de ninguna manera nos estamos refiriendo a soluciones habitacionales para el estrato “C” de la población, esfera en la que tampoco se pueden mostrar resultados efectivos ya que construir 22.000 viviendas en todo el año 2005, cuando la meta era levantar 150.000, es un total desastre. De lo que se trata en este artículo es de cuantificar los logros del gobierno en sus diferentes planes y programas destinados a construir viviendas para los sectores “E “ y “D”; es decir para los más necesitados.
Si tenemos en cuenta que en las 22.000 viviendas construidas en todo 2005 se repartieron básicamente entre los estratos “A”, “B” y “C”, nos encontramos con que menos de 3.000 viviendas se construyeron para los sectores “E” y “D”; por otra parte si consideramos que en los barrios hay alrededor de 600.000 viviendas en condiciones precarias, nos encontramos que este inefable gobierno atendió el año pasado, el séptimo de su arrolladora gestión, nada más y nada menos que el 0,5% de las necesidades reales del sector marginal de la población.
Un ejemplo puntual de esta “exitosa” gestión de tan revolucionario gobierno lo constituye la experiencia de Fundabarrios en Naiguatá. En 2005 miembros de la comunidad del sector establecieron contacto con el ministro Merentes ya que uno de los habitantes conocía al funcionario; de suerte que éste ejerció su influencia sobre el organismo gubernamental encargado de solucionar el problema de la vivienda en los barrios y por esas fortunas de la vida se inició un programa de sustitución de vivienda por rancho (en los casos en que la vivienda no fuera recuperable) y de rehabilitación de casas, cuando la vivienda se pudiera mejorar. El sector bendecido por el manto sagrado del chavismo se sintió eufórico cuando la parafernalia de Fundabarrios, con sus franelas y gorras rojas llegó a su comunidad: de inmediato los residentes de los 1.000 ranchos que componen el sector se sintieron eufóricos y esperanzados. Hubo reuniones con la comunidad, compromisos, promesas, soluciones, etc., etc.
La desilusión y el resentimiento cundió en la zona y estremeció el barrio cuando el contratista elegido a dedo le comunicó a la comunidad que su contrato con Fundabarrios sólo alcanzaba para mejorar a veintisiete (27) viviendas; es decir que lo que se le anunció a la comunidad con bombos y platillos alcanzó apenas para cubrir el 2,7% de las viviendas. Por supuesto que la suerte tampoco le sonrió a los afortunados que recibieron el beneficio, pues la ira de sus vecinos no les permitió disfrutar de su privilegio. Pero es que para los vecinos de Naiguatá había peores noticias y ellos lo ignoraban. El dinero disponible alcanzaba para 27 viviendas promedio de 50 M2, pero al ser algunas de tamaño mayor, la orden que vino de arriba fue “reducción de meta física”. Tal eufemismo lo entendió perfectamente el contratista: “reacondiciona 15 viviendas (1,5% de efectividad), luego para la obra por falta de pago, bajo la promesa a la comunidad de continuar cuando se regularizara el flujo financiero”; cuestión que por supuesto no ocurrió ya que Fundabarrios se fue con su embuste a otra parte para dar la sensación de estar activa en muchos lugares.
Lo anterior es apenas una muestra del fracaso de este gobierno en materia de construcción de viviendas populares. Bajo esta óptica adquiere más valor una propuesta como la Opción Shaw: una solución integral, creativa y retadora a este grave problema de la vivienda digna para los más pobres.