Opción Shaw IX
El programa de sustitución de rancho por vivienda, es una bandera del régimen que poco ha faltado para que se convierta en misión. Bueno cualquier cosa en estos tiempos electorales se define como misión. De inmediato la actividad que es ungida con tal mote adquiere una suerte de condición milagrosa, que en cuanto se ejecuta (sin el lastre de la burocracia) trae bienestar y progreso a los pobres. Tan es así que ningún candidato opositor sensato osa criticar a las misiones. Nosotros sin embargo, espectadores críticos de la realidad, nos preocupamos por determinar la efectividad de tales programas sociales y en ese sentido le hacemos seguimiento a algunos de ellos, expresando críticamente nuestra visión al respecto. En anterior artículo hacíamos referencia al programa bandera de Fundabarrios (organismo que casualmente la semana pasada fue eliminado) relativo a la sustitución de rancho por vivienda y al de rehabilitación de casas.
La experiencia relatada acerca de lo acontecido en un cerro de Naiguatá no pudo ser más nefasta: de aproximadamente mil ranchos existentes en el barrio, sólo se convino en restaurar 27 viviendas, pero más dramáticamente aún, finalmente apenas se terminó refaccionando 15 casas, lo cual da una pobrísima efectividad de 1,5%. Por supuesto que tal resultado no dejó sino una ola de resentimiento y frustración entre las mil familias del sector. Por otra parte al haber sido escogidas las viviendas a refaccionar, según criterios técnico-sociales, éstas quedaron dispersas, por lo que se perdió el efecto visual del urbanismo renovado del barrio. Además no hubo una mejora en los servicios básicos del barrio de manera de elevar la calidad de vida de al menos parte de sus habitantes, ni tampoco los beneficiados pudieron disfrutar de su suerte ya que el malestar del resto de la comunidad les impidió tal sensación.
Si comparamos bis a bis este programa revolucionario de sustitución de rancho por vivienda con una propuesta innovadora y creativa como la Opción Shaw, encontraremos evidentes y resaltantes diferencias entre ambas proposiciones. La Opción Shaw es, más que una propuesta, un plan de mejoramiento de la calidad de vida de las zonas populares, al apuntar a la creación de condominios residenciales en barrios, cuestión que requiere un tratamiento distinto del problema de la vivienda popular y que exige por parte del Estado la más alta prioridad, un nuevo entramado jurídico que contemple el otorgamiento de la tierra invadida, previa constitución de la figura del condominio entre los habitantes del barrio beneficiarios de la gracia estatal, la asignación de recursos públicos específicamente para la construcción de viviendas en los estratos “D” y “E” y la preparación previa de planes maestros de ordenamiento de los barrios en todas las zonas populares del país.
Por parte de los particulares, la Opción Shaw exige, como ya dijimos, que la comunidad se organice en condominios de 50 ó 100 viviendas juntas, esto es ubicadas en un mismo sector (lo cual permite acometer los servicios básicos según el plan maestro, disponer de los espacios comunes y exponer un impactante paisaje urbano remodelado), que los propios residentes construyan las viviendas y que cobren por ello. Otro actor fundamental es el sector privado a través de empresas promotoras de construcción que proporcionen el diseño urbanístico del área escogida y gerencien la obra. La organización del condominio, figura jurídica que será la propietaria de las bienechurías y del terreno, así como beneficiaria de la propuesta urbanística de mejoramiento del sector, puede permitir que los bancos financien estas obras en los barrios dado que la garantía entonces si será tangible.