Ministerio de Electricidad: La próxima disociación de la energía
En varias oportunidades he tratado el tema de la energía en Venezuela y la necesidad de diseñar una política integral que la considere como un todo. Una política que agrupe el tratamiento de todas las energías primarias que producimos en el país: petróleo, gas natural, hidroelectricidad y carbón, al mismo tiempo que las integre con las energías no convencionales. Una política que oriente el consumo interno a través de un esquema de precios relativos que haga coincidir la conveniencia del consumidor con la del país.
Dicha política debe voltear la mirada y dirigirla por primera vez hacia adentro. Es una generalidad en el mundo, inclusive en países exportadores de energía como Noruega y Canadá, que el primer objetivo de la política energética sea la seguridad de suministro interno. Esto quiere decir que, a pesar del peso del país como exportador de petróleo, la seguridad de suministro del país tiene que priorizarse.
Venezuela no escapa a esta necesidad. A pesar de contar con grandes reservas de energía primaria de diversas fuentes el suministro interno requiere grandes inversiones tanto en producción como en transporte y distribución de energía, lo cual obliga al diseño de una política de mediano y largo plazo dirigida a garantizar la seguridad de suministro. Por mucho que nos embriaguemos en el espejismo de los altos precios petroleros, sin una política que garantice la solvencia financiera de nuestras empresas los recursos petroleros no alcanzarán.
En ese sentido he expresado la preocupación por la disgregación actual de la política, que se pone de manifiesto con un Ministerio de Energía y Petróleo dirigido por un ministro que es a su vez presidente de PDVSA, lo que le obliga a concentrarse en el petróleo y su repercusión internacional, algo que se hace evidente al oír sus declaraciones. En paralelo el carbón se asigna a las corporaciones regionales y la hidroelectricidad del Caroní al Mibam.
Ahora, para disociar más las políticas en el sector, se está planteando en la Asamblea la creación de un Ministerio de Electricidad, el cual se separaría del MEP para tomar camino propio. Por este camino va a llegar el momento en que el MEP se convierta en Ministerio de Petróleo, sincerando la situación actual en la cual no se ocupa de otra cosa distinta a dicho hidrocarburo.
En todas partes del mundo la electricidad se considera un aspecto fundamental de la política energética, ya que representa una proporción de más del 30% del uso final de energía y su participación crece lenta pero constantemente. Pero al mismo tiempo la electricidad es una energía secundaria que requiere el suministro de energía primaria para su producción. De tal manera que planificar el futuro de la electricidad es equivalente a planificar y optimizar el suministro de energía primaria, sin la cual la electricidad resulta huérfana. A nadie se le ocurre concebir una política energética que no incluya la electricidad.
Por añadidura, después de batallar durante cinco años con una ley que aprobó la revolución y luego no le gustó, la Asamblea está considerando la unificación de Cadafe y Edelca en una sola empresa junto con la creación del nuevo ministerio. Esto parece reproducir el modelo petrolero: empresa petrolera y su respectivo ministerio con un solo jefe, a la par de una empresa eléctrica y su respectivo ministerio también con una sola cabeza.
Nadie sabe donde quedarán los programas de generación eléctrica eólica o solar. ¿Serán energéticos o eléctricos? O la generación nuclear.
El nuevo ministerio será muy útil para producir más burocracia, cosa que parece encantar a nuestra revolución, pero desde el punto de vista energético será un desastre.