Economía

Mercosur y la Can no tienen vida

Es positivo que se produzca un debate nacional sobre el papel de Venezuela en la integración americana y en la mundialización del siglo XXI. Es inútil que se presente maniqueo: el ALCA es bueno per se o el MERCOSUR es mejor porque si. Los acuerdos de libre comercio son buenos si se negocian bien y si se toman en cuenta las asimetrías en los grados de desarrollo entre los países integrantes. Aun los tratados de libre comercio bien negociados no pueden sustituir a una estrategia bien concebida de desarrollo ni el manejo racional de las políticas macro-económicas.

Desgravaciones arancelarias asimétricas y disciplinas para-arancelarias sensatas y equilibradas resuelven las disparidades en los estadios de desarrollo de las naciones. Pero si los acuerdos de libre comercio benefician a uno o a pocos países en detrimento de los más débiles, no tienen sentido. Si resultan en mayor desempleo y pobreza para unos a favor de los más avanzados, tampoco se justifican.

El planeta va hacia espacios políticos, económicos y sociales más amplios, gigantes: El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la Unión Europea, la Comunidad de Estados Independientes, la Asociación de Estados del Sudeste Asiático, el Consejo de Cooperación del Golfo, la Comunidad del Caribe (CARICOM), etc. Del mundo de las naciones al mundo de las regiones.

Pero se advierte también el surgimiento de Estados-nación con espectaculares dimensiones, como Brasil, China y la India; Estados medianos muy pujantes, como Corea del Sur, Canadá y Holanda; Estados pequeños con enorme auge y liderazgo, como Chile, África del Sur y Malasia; y países minúsculos con gran prosperidad, como Costa Rica y Trinidad y Tobago. Lo determinante es que cada país tenga una acertada estrategia de inserción internacional producto del mayor consenso posible entre sus actores políticos, económicos y sociales

Venezuela es un país pequeño. Su producto nacional (US$ 102 millardos) es un 5% del PIB latinoamericano y 100 veces menor que el de la Unión Europea. La Comunidad Andina (US$ 272 millardos) es 40 veces menor que la Unión Europea. El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica es 13,5 veces mayor que el MERCOSUR. Asia se acerca a ser el 50% del PIB mundial y es hoy, como región, la mayor potencia exportadora del mundo. No tienen vida la Comunidad Andina y el MERCOSUR separados. Pero América Latina y el Caribe, lamentablemente, hablan mucho y se integran poco. Hay más de 100 órganos de integración dispersos. Ni siquiera hemos consolidado una zona de libre comercio, que es la primera fase de todo proceso de integración. Y un arancel externo común, ni se diga.

No hay acuerdo de libre comercio malo. Las zonas de libre comercio entre países con similares grados de desarrollo fomentan el empleo sustentable mediante el uso eficiente del capital social y de los recursos y potencialidades económicos de las naciones. El empleo combate la pobreza y la exclusión social. De lo que hay que cuidarse es de acuerdos de libre comercio mal negociados. La clave está en contar con buenos negociadores que sepan defender el interés nacional. Conviene a Venezuela promover la integración suramericana e insertarse inteligentemente en los más amplios mega-bloques planetarios.

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