Marx se peló (como Nostradamus)
Supuestamente el mundo ha debido acabarse al llegar el año 2000. Muchos venezolanos, que en este planeta globalizado, podían ver por televisión, en vivo y en directo –por ejemplo- a las 4 de la tarde del 31 de diciembre –hora venezolana-, cómo en Australia la gente se abrazaba, lanzaba fuegos artificiales y brindaba por la llegada del “nuevo milenio”; se negaba a aceptar la realidad y permanecía rezando y temblando, porque a lo mejor el mundo se acabaría –como pronosticó Nostradamus- cuando el cañonazo del Observatorio Cajigal de Caracas indicase que eran las doce de la medianoche. Pues no pasó nada. Nostradamus se peló.
Idénticamente igual le pasó a Carlos Marx, con sus pronósticos socio-económicos; y Venezuela, precisamente, debe ser para el mundo marxista la más contundente e irrefutable prueba del error del autor de Des Kapital y co-autor del (%=Link(«/bitblioteca/home/manifiesto_150.asp»,»Manifiesto Comunista»)%)…
Carlos Marx desestimó el valor del individuo dentro de la sociedad, y afirmó que la formación económica de la sociedad, no tenía nada que ver con él. Todo era explicado –según Marx- por las categorías económicas, las relaciones de clase y los intereses de clase:
Para evitar cualquier posible malentendido, una palabra. Yo pinto al capitalista y al patrono en ningún sentido couleur de rose. Aquí se trata a los individuos sólo en el sentido de que ellos son las personificaciones de las categorías económicas, incorporaciones de relaciones de clase e intereses de clase particulares. Mi punto de vista, desde donde la evolución de la formación económica de la sociedad es vista como un proceso de historia natural, puede mucho menos que cualquier otro, señalar al individuo como responsable de relaciones en las cuales él permanece como una criatura social; a pesar de lo mucho que él subjetivamente pueda elevarse a sí mismo sobre ellas.(1)
Venezuela nunca había sufrido en toda su historia una catástrofe natural de la magnitud que asoló especialmente al estado Vargas, y en grado no menos superlativo a los estados Miranda, Falcón, Zulia y Táchira. ¿Qué sucedió durante esa tragedia con las “clases sociales” y los “individuos” de que hablaba Marx ?. Pues demostraron, que Marx, al igual que Nostradamus, también se peló.
Nadie dirigió a los individuos. Nadie les dio órdenes o les exigió actuar. Desde todos los lugares del país brotaron expontáneamente las más variadas formas de solidaridad con los afligidos; hasta dos pilotos de helicópteros privados perdieron sus aeronaves en muy lamentables accidentes, mientras colaboraban desinteresadamente en rescatar a los damnificados y hacerles llegar todo tipo de suministros de urgencia.
Decenas de otros pilotos civiles, supuestamente “pertenecientes” a las clases altas, donaron su tiempo, el combustible y prestaron sus aeronaves privadas, para ir en socorro de los necesitados, quienes supuestamente “pertenecían” a las clases bajas. El “estado” a quien Marx le otorgaba la solución de todos los males y la distribución de todos los bienes, aún hoy, a más de un mes de la tragedia no ha logrado satisfacer plenamente, las necesidades de la población –damnificada y no-damnificada-. Y no debe argumentarse que hacen falta recursos, porque el rechazo a las maquinarias estadounidenses tripuladas por militares de ese país, demuestra que las fallas del “estado” no son logísticas, sino de otro tipo.
La solidaridad sin distinción de clases o individuos no se limitó a los venezolanos. Desde numerosos países –cercanos y lejanos- geográficamente a Venezuela, se hicieron presentes las sociedades y los individuos, con palabras de condolencia y de aliento; con aportes constituídos por su presencia física en la forma de socorristas, expertos y otros voluntarios; así como mediante el aporte de sumas de dinero, de maquinarias y equipos, y suministros de urgencia. No sólo no existe esa “diferencia de clases” de que hablaba Marx en Venezuela. Tampoco existe en una enorme porción del resto del mundo.
El caso venezolano, repito, debe ser una prueba universal del pelón de Marx; porque precisamente nuestro país, desde hacía más de año y medio, había estado siendo bombardeado sistemáticamente y en forma masiva con una campaña dirigida específicamente a lograr que la población se dividiese en clases sociales. Ni siquiera esa “ayudita” pudo evitar que Marx fuese desmentido.
Los errores de Marx no se limitan a su visión clasista de la sociedad –que de paso sólo describe a sus antepasados, a la sociedad de su época y a su entorno… no fue capaz de ver más allá [cuando la peste bubónica desolaba a Londres en 1664 y 1665, las «clases altas» -la realeza y sus nobles- la abandonaron, dejando a su suerte a las «clases bajas»… eso no ocurrió en Venezuela ni en esa época, ni en 1999]. Los errores de Marx, también se deben a conocimientos imperfectos o inexactos, especial y principalmente en lo económico.
Una de las principales influencias que tuvo el ideario económico de Marx, fue el pensamiento del economista londinense David Ricardo (1772-1823); quien, sin duda fue, una de las mentes más iluminadas de su época, pero quien dijo esto de Adam Smith (1723-1790, economista escocés considerado como “el padre del capitalismo”):
Adam Smith, y otros hábiles escritores a quien he aludido, al no haber visto correctamente los principios de la renta, han, como me parece a mí, dejado pasar muchas importantes verdades, que sólo pueden ser descubiertas luego de que el sujeto de la renta es extensivamente entendido.(2)
En el capítulo II de su principal obra, dedicado a La Renta, David Ricardo describe una de las primeras percepciones de la “sagrada” Ley de Rendimientos Decrecientes, que se mantuvo tan sólidamente en el mundo económico, como la Ley de Gravedad de Newton en el mundo de la Física… hasta que apareció en los años 80 el Dr. William Brian Arthur, a quien conoceremos más abajo. David Ricardo dice:
Nada es mas común que escuchar sobre las ventajas que la tierra posee sobre cualquier otra fuente de producción útil, a cuenta de la ganancia que genera en la forma de renta. Aún así, cuando la tierra es más abundante, y más fértil, no genera renta; y sólo cuando sus poderes se deterioran, y menos es generado en proporción a la mano de obra empleada, que una porción de la producción original, puede separarse en forma de renta.(3)
En 1984, doce receptores del Premio Nóbel en diferentes disciplinas científicas, fundan en Nuevo México, USA, el Santa Fe Institute, una institución de nivel superior dedicada a la investigación y a la enseñanza de los fenómenos complejos, y de la cual forma parte el Dr. William Brian Arthur, Premio Nobel de Economía de 1979. El Dr. Arthur, es nacido en Belfast, Irlanda del Norte y obtuvo su Ph.D. a principios de los años 70 en Berkeley, Universidad de California. Cuando Arthur comenzó a dar conferencias sobre la Ley de Rendimientos CRECIENTES [hace ya 20 años], primero lo tildaron de loco, y después la comunidad de economistas se sintió insultada y agredida; ya que “todo el mundo sabía” que uno de los principios más sólidos de la Economía, era precisamente lo opuesto [cómo también creían Ricardo y Marx]: la Ley de Rendimientos DECRECIENTES. Hoy en dia sin embargo, los postulados de Arthur han sido aceptados; así cómo los nuevos estudios sobre la “Matemática del Caos” y la “Ciencia de la Complejidad”.
La economía de David Ricardo y de Carlos Marx, ya no rige nuestros destinos [nunca ha podido hacerlo… como lo sabemos ahora].
Desde que estos ilustres escritores, Ricardo y Marx, intentaron explicar el comportamiento de las economías y descubrir las leyes de la disciplina conocida como Economía Política, mucha agua ha corrido bajo los puentes. En Venezuela, lamentablemente, nuestro nuevo y revolucionario gobierno, sigue rigiéndose por ese pasado.
Los socialistas militantes del MVR, del MAS y del PPT, -especialmente aquellos con responsabilidades gubernamentales, y más específicamente los del área económica- deberían enterarse del trabajo del también socialista Frank Vandenbrouke, profesor de la Unidersidad de Oxford, Inglaterra y ex-líder del Partido Socialista de la región flamenca de Bélgica, quien en marzo de 1998 –como contribución a una discusión académica sobre la Tercera Vía- realizó un exhaustivo análisis y revisión de 111 libros [70% publicados entre 1996 y 1998], que buscan respuestas a los problemas económicos mundiales –sin abandonar su posiciónes políticas-. El trabajo de Vandenbrouke se llama: Globalización, Desigualdad y Democracia Social. ¿No se llama el modelo creado por los polopatriotas… Democracia Social y Participativa ?.
La periodista británica, especializada en Economía, y responsable de la sección económica del periódico londinense The Independent, Diane Coyle, publicó en 1997 la más diáfana descripción del mundo globalizado de hoy en día bajo el título de The Weightless World [El Mundo Inmaterial], que debería ser uno de los libros de cabecera del gabinene económico del Presidente Chávez.
Finalmente, el gobierno también debería enterarse de que desde 1998, ha estado a la venta en las librerías el controversial libro del economista de la Universidad de Denver, Colorado, USA; L. Randall Wray, titulado Understanding Modern Money, The Key to Full Employment and Price Stability [Entendiendo el Dinero Moderno, la Clave para el Pleno Empleo y la Estabilidad de Precios], que ha sido bautizado como “el fin del monetarismo” [la doctrina Reagan-Thatcher, impulsada por los llamados Chicago Boys y que liderizaba el Premio Nobel de Economía Milton Friedman].
Marx se peló. Ya los venezolanos lo demostramos contundentemente al mundo. No podemos seguir jugando con las vidas de 24 millones de personas que tienen derecho a un mundo mejor. Las soluciones abundan. Las respuestas están a nuestro alcance. En este escrito hay algunas indicaciones en esa dirección . Ojalá alguien en el gobierno, las tome en serio.
(1) Karl Marx. Des Kapital. Prefacio a la primera edición alemana. 1867.
(2) David Ricardo. Principles of Political Economy and Taxation. (1817). Pág. 13. Prometheus
Books. New York, 1996.
(3) Ibídem.