Economía

Llueve sobre mojado

Hablar de política energética en Venezuela es redundante. Todo lo que se puede decir ya se ha dicho antes, inclusive uno mismo lo ha repetido hasta el cansancio. De qué vale decir que necesitamos una política energética hacia adentro, que ya Venezuela agotó los inmensos reservorios de hidroelectricidad y gas asociado que nos permitieron olvidarnos del suministro interno por 30 años y dejar que este tema fuera el patio trasero de nuestra política energética. De que vale insistir en que hay que ocuparse de cómo se van a atender las necesidades propias en los próximos 20 años, que es preciso establecer sistemas de precios y cobranzas que garanticen la solvencia de las empresas y el financiamiento propio de las expansiones requeridas. Hasta cuándo hay que repetir que es imposible alcanzar la eficiencia mientras la energía se regale y los precios relativos de los combustibles no den señales adecuadas para su selección.

Ninguno de estos temas tiene la más mínima importancia. Seguimos paseándonos por el mundo haciendo acuerdos que dan la impresión de que nuestra energía es infinita. No sólo ofrecemos energía al Caribe y a Sur América, sino a China y a India.

Entretanto nuestro país sigue soportando un déficit de suministro de gas que ya acumula cinco años y ni siquiera hemos logrado interconectar los sistemas de oriente y occidente que sólo requieren 200 Km de tubería en Falcón para completar el famoso ICO (Interconexión Centro Occidente). Tengo que volver a repetir que en un evento sobre gas natural en Cumaná, en febrero de 2003, gente de PDVSA me dijo que ya las licitaciones se habían otorgado y la interconexión era cosa de meses. Pronto se van a cumplir cuatro años de aquella reunión patrocinada por PDVSA y todavía estamos esperando. Mientras tanto Termozulia, la planta eléctrica de Enelven, sigue quemando 15.000 barriles diarios de gasoil ante la carencia de gas y la indiferencia de las autoridades.

Hasta cuando tendremos que sorprendernos con promesas que le ofrecen gas a Panamá, oleoductos hasta el Pacífico, por no mencionar el faraónico gasoducto al sur, mientras el suministro interno es deficitario. Que vergüenza me dan los excelentes técnicos que trabajan en el sector oficial cuando en privado te dicen que tienes razón y están igual de preocupados que uno, pero también te dicen que no pueden plantear ninguna alternativa ni criticar las promesas mesiánicas porque los tildan de reaccionarios y contrarrevolucionarios. Cachorros del imperio, pues.

Cuál es el futuro del sector energía si lo hemos convertido en el arma política que nos permite aparentar que tenemos influencia en el mundo, mientras en la casa estamos mucho peor que los países a los que ayudamos. La última es que ofrecemos combustible de calefacción a Alaska, que por cierto lo rechazaron, cuando Alaska es un ejemplo energético para el mundo. ¿Cuál es el futuro de esta política?

Tal vez ya lo estamos viendo en tantas y tantas regiones del país en las que el suministro eléctrico es deficiente y la gente protesta impotente ante un servicio que no cumple. Mientras se siguen aplicando soluciones que no guardan proporción con la escala de los problemas. Tal vez el futuro se presente más pronto que tarde y tengamos que someternos a racionamientos mientras ofrecemos regar de energía al mundo.

Me siento como en aquella canción de Fito Páez, repitiendo Llueve sobre mojado. Son advertencias que se les han repetido a nuestros líderes revolucionarios infinidad de veces, pero no las quieren ver. Habrá que esperar a que el destino nos alcance para que aterricemos en la cruenta realidad.

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