Latifundio Mediático
La discusión sobre las licencias de uso del espectro radioeléctrico debe apegarse a las correctas prácticas regulatorias y a los máximos intereses del país. Politizar el tema introduce discrecionalidad y abre la posibilidad de lesión a la sociedad.
La reserva al Estado de la decisión sobre el otorgamiento de las licencia de explotación del espectro radio-magnético obedece a un objetivo del resguardo de la eficiencia de un recurso tradicionalmente considerado escaso. La característica de escases del espectro radio-magnético justificaría al Estado preocuparse porque tal recurso “limitado” sea utilizado de forma eficiente, garantizando a la sociedad la mayor generación de valor derivado de su uso. Adicionalmente, el espectro radio-magnético ha sido tradicionalmente considerado como una facilidad esencial para desarrollar la actividad de transmisión de contenidos y entretenimiento. Lo anterior significa que la utilización de una parte del espectro resulta necesaria para transmitir contenidos. Sin embargo, los cambios tecnológicos, la digitalización y la aparición de nuevas fuentes de entretenimiento y de transmisión de contenidos han mitigado parcialmente la caracterización de facilidad esencial del espectro electro.
Ahora bien, la administración en el otorgamiento de licencias no puede ni debe ser interpretado como facultad o derecho por parte del Estado de explotar directamente o indirectamente este recurso esencial. Por el contrario, en la medida que la explotación del Espectro radio-magnético se desarrolle por medio de agentes económicos privados se perfecciona una especie de contraloría social, se resguarda los principios constitucionalmente consagrados de libre iniciativa, libertad económica, pluralidad y finalmente se resguarda el bien tutelado en la norma sobre la administración del otorgamiento de las licencias por parte del Estado: el bienestar social por medio del uso eficiente del espectro radio-magnético.
Las empresas transmisoras de contenido (entretenimiento, información, etc.) son empresas plataformas que se enfrentan a un mercado de dos lados. Por un lado demandan contenidos para ser ofrecidos a su audiencia y por el otro ofrecen pautas publicitarias. Ahora bien, en el caso particular de los canales de televisión de señal abierta y las emisoras de radio, estas empresas permiten que dos o tres grupos de agente se encuentren –la audiencia, el productor del contenido y el demandante de las pautas publicitarias- facilitando y creando un mercado que implica bienestar, beneficio y satisfacción a cada uno de estos grupos. El productor del contenido puede coincidir con la empresa plataforma. La televisión de señal abierta o la emisora de radio puede producir su propio contenido. En la medida que exista suficiente número de emisoras y canales independientes y privados operando, tal característica de transmisor y productor no implica riesgo alguno de cierre de acceso a los productores independientes. En este caso aplica el principio de neutralidad de la red, reforzado por el hecho de que este mercado es un mercado de dos lados.
Entre estos dos mercados –audiencia y pautas publicitarias- se podrían generar significativos efectos externos cruzados., evidenciados en el hecho de que en la medida que un canal de televisión resulta exitoso por la aceptación de su contenido y por tanto en su función de intermediación de información y entretenimiento, mayor será el interés de las empresas por contratar espacios publicitarios. Así las cosas, mientras más exitoso sea el canal de televisión en incorporar contenido demandado por la audiencia mayor será su market share y el valor de sus pautas publicitarias. Uno debería preguntarse ¿qué interés puede tener un canal de televisión de cerrar el acceso a un productor de contenido independiente si su contenido es de calidad y garantizaría una alta audiencia? En este sentido, en una primera instancia, ni las emisoras radiales ni los canales de televisión de señal abierta tendrían interés alguno en cerrar el acceso a productores de contenido de calidad, en todo caso podría elaborar su propio contenido de alta calidad que le garantice una buena participación sobre la audiencia. Rechazar contenido de calidad de productores independientes e incorporar contenido propio de baja calidad destruye la externalidad positiva entre audiencia y valor de las pautas publicitarias.
Finalmente preguntamos ¿quién posee el mayor número de licencias y la explotación del espectro, individualidades o el Estado?.