La OMC sesgada
El Informe 2010 de la Organización Mundial de Comercio está dedicado casi en su totalidad al análisis de los intercambios internacionales de recursos naturales, los cuales representan el 24% del total mundial. Sólo una veintena de páginas examina el comercio mundial de bienes y servicios, de un total de 251 páginas.
Es difícil entender por qué su director general, el señor Pascal Lamy, abriga tanto interés por menos de un cuarto del comercio global, cuando la negociación del tratado multilateral de comercio, que reduciría o eliminaría las barreras arancelarias y no arancelarias del otro 76% de las mercancías comercializadas en el mundo, tiene casi una década sin concluirse, principalmente durante su mandato.
Es todavía más difícil comprender la nada inocente devoción del señor Lamy al constatar que, como el propio Informe reconoce, no existe un tratado legal dentro de la OMC que norme el comercio de recursos naturales, amén de que Naciones Unidas consagra el derecho soberano de las naciones a la propiedad y manejo de sus recursos.
Hablar del comercio internacional de recursos naturales es casi un eufemismo, pues el 77% de las exportaciones corresponde a combustibles, principalmente los hidrocarburos (petróleo y gas). Sólo el 2,6% y el 2,9% está constituido por exportaciones de productos de la pesca y forestales, respectivamente; en tanto que los minerales representan el 17,8%.
De manera que detrás del análisis del comercio pesquero, forestal y mineral, se esconde el verdadero objetivo del informe de marras: discriminar a los hidrocarburos como fuentes competitivas y confiables de energía para el desarrollo sustentable de la Humanidad.
El sesgo anti-hidrocarburos del informe de la OMC se encuentra embojotado en sutilezas como: “las cuotas de producción (de la OPEP?) son equivalentes a un impuesto de exportación”; “el esquema dual de precios (generado por “los subsidios a los combustibles” – hidrocarburos) causan “un efecto similar al de un impuesto de exportación”; y “el 90% de l
