La OMC en Qatar: a falta de pan buenas son tortas
(%=Image(3092588,»r»)%)Evaluando la Declaración Ministerial salida de la reunión de la OMC en Doha/Qatar -finalizada el 14-11-01-, no puede uno dejar de enfocar sobre por lo menos dos perfiles: en primer lugar, aun con lo que representó la finalización de la Ronda Uruguay en 1994, es bastante lo que hay que hacer para lograr el tipo de liberalización que algunos desean para la economía mundial en el plan del comercio; segundo, dado el conjunto de trabas, obstáculos, particularidades y desempeño asimétrico en la defensa y gestión de sus intereses que tienen variados países, es bastante difícil que las negociaciones a lo interno de OMC, puedan llevar a feliz término, para el año 2005, el programa de trabajo contenido en la declaración ya aludida, si comparamos con lo planteado al finalizar la Ronda Uruguay y lo alcanzado hasta el año 2001. Debe considerarse que en esto ultimo han transcurrido 7 años y se han realizado, previo a la reunión de Qatar, tres reuniones ministeriales. Como siempre pasa en este tipo de declaraciones, abundan en la Declaración las expresiones sobre adelantar las negociaciones, crear capacidades y atender los intereses de los países menos desarrollados.
En tales sentidos, los éxitos o logros de la reunión son de variado tipo y no tan directos como algunos desearían o les gustaría presentarlos. Veámoslos de seguida.
El primer logro, consiste en que la reunión se haya podido realizar. Ello es un éxito en si mismo. Sobre todo, por lo observado en Seattle en 1999 y en sucesivas reuniones internacionales, que han despertado y estimulado la oposición de ese universo que componen los grupos que se oponen a la globalización y que son disimiles, confusos y escurridizos. Debe reconocerse el esfuerzo puesto por M. Moore -máxima autoridad de OMC- con sus discursos y gestiones en distintos lugares del planeta y que pueden caracterizarse con mucho empeño y entusiasmo, sobre las conveniencia de iniciar una nueva ronda de negociaciones.
El segundo logro, que de tiempo atrás venia tratándose en los ambientes del caso, es la formalización del ingreso de China a la OMC. Esta nación que, a pesar de su gran número de habitantes y gran territorio, no es determinante en el comercio mundial en sus flujos absolutos de comercio total (para 1999, por ejemplo, mientras EE.UU. exportó alrededor de 700 mil millones de dólares, China lo hizo en una cifra que bordea los 200 mil millones), si tiene alta importancia en sus relaciones comerciales con EE.UU. y en sus actividades en comercio fronterizo de perfeccionamiento o en lo que atañe a violación de normas y disciplinas que conciernen a los flujos de comercio.
El tercer logro, es el concerniente a las patentes y normas atinentes al comercio de medicinas. Este punto, ha sido altamente valorado por naciones en desarrollo que presentan déficits o requerimientos particulares en tales sentidos y que podrán beneficiarse en situaciones de emergencia como epidemias.
El cuarto logro es que, aun con lo repetitivo y los círculos viciosos e que hay en ciertos puntos, la reunión de Qatar logró -a pesar de lo señalado más arriba- cuadrar una agenda o programa de trabajo.
De resto, antes durante y después de la reunión de Doha, los pronunciamientos de variados países sobre diversos puntos son canciones viejas en el contexto del comercio mundial. Por una parte, el problema de los textiles y el acceso de las naciones en desarrollo a mercados de apetencia como es el de EE.UU. Por otro lado, el conocido problema del apoyo y suministro de subsidios a la producción agropecuaria que, en el caso de la Unión Europea, ha estado relacionado con su política agrícola común y distintos y variados planteamientos de cambio y modificación. En tercer lugar, el sempiterno problema de las sofisticadas y numerosas barreras no arancelarias que han estado incluidas en el fenómeno del nuevo proteccionismo en las naciones desarrolladas (restricción de importaciones y apoyo a exportaciones). Finalizada la Ronda Uruguay, se le podía leer a algunos analistas o funcionarios la afirmación de que ya se daba fin al uso de tales barreras, en cuanto a los flujos de comercio internacional.
Visto a la luz de estos tres nada sencillos problemas y, más aún, añadiendo lo que concierne a comercio y ambiente, por mencionar solo una especie de macropunto adicional, el que se haya iniciado una nueva ronda de negociaciones a partir de la reunión de Doha/Qatar – en este caso la ronda del desarrollo-, produce una especie de mezcla de desasosiego y entusiasmo por lo que pueda lograrse en adelante.