La Meganación europea
La Unión Europea es mucho más que el bloque comercial más grande del mundo. Es un modelo de civilización cuya base fundacional descansa sobre tres ejes: democracia y derechos humanos, economía social de mercado y el acervo de su singular integración, ya en su fase más avanzada con la Unión Económica y Monetaria. Ha iniciado su unificación política con una política exterior y de seguridad común y un proyecto de constitución supranacional. Dichos tres ejes fueron prerrequisito para la trascendental adhesión de 10 países el 1 de mayo de 2004: Chipre, Estonia, Eslovenia, Eslovaquia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y República Checa.
La UE tendrá 25 Estados, 455 millones de ciudadanos, 21 lenguas, 3.929.000 km2 y un PIB de € 8.900 millones. La nueva Europa enfrenta el desafío de incorporar a la prosperidad económica y social a 10 países y 77 millones de personas con un ingreso por habitante más de 2 veces menor y una tasa de desempleo 3 veces mayor. Pero los nuevos miembros no se sienten amenazados por el mayor desarrollo de los europeos occidentales. Los nuevos países exportan el 47% de su producto nacional. Salarios menores y mano de obra calificada atraerán inversiones y fomentarán las exportaciones, reproduciendo así las exitosas experiencias de España, Grecia y Portugal, que desde su adhesión a la UE en los 80 han casi triplicado su ingreso por habitante. Un milenio de guerras y rivalidades queda atrás. Se desdibuja la división entre la Europa Occidental desarrollada y rica y la Europa Oriental atrasada y pobre. La integración enriquece y la desunión empobrece.
Mientras Europa construye su meganación sin abandonar sus lenguas y culturas nacionales, América Latina se dispersa en 100 órganos de integración sin coordinación. La UE es una sola desde la Europol hasta el Banco Central Europeo. La integración latinoamericana gatea y todavía no es siquiera una zona de libre comercio ni una unión aduanera.