La Inflación y los precios generalizados
A propósito de una pregunta que me hiciera una suspicaz y acuciosa periodista sobre la veracidad de las mediciones de la inflación por parte del BCV y puntualmente su inquietud sobre el hecho de que pudiera estar reflejando esta medición el verdadero desempeño de los niveles de precios le comenté:
La inflación es medida a través del seguimiento de una cesta “representativa” de bienes y servicios. Esta cesta es actualizada de vez en cuando, una vez transcurrido cierto tiempo, se piense que nuevos bienes o servicios entran a formar parte, de forma importante, de los patrones de consumo de los individuos.
Sin embargo, una vez que se inicia consecutivos procesos de fijación y control de precios, es posible mantener “a raya” la inflación de forma artificial. Lo que no refleja estas mediciones de la evolución de los precios, es otra dimensión de los precios igualmente importante: los precios generalizados. Entendemos por precios generalizados a la suma del precio pagado por el consumidor, más los tiempos de búsqueda o espera hasta conseguir el bien o servicios buscado (una vez que los controles de precios producen desabastecimiento), y la pérdida de utilidad para los individuos, una vez que tienen que sustituir parte de los bienes que desaparecen de los anaqueles (debido a los controles de precios) por bienes que no son sustitutos perfectos.
Incluso en la Unión Soviética la escasez se reflejaba en altos precios generalizados, aun cuando pudieran estar centralizados y controlados los precios, los tiempos de espera y de búsqueda, así como la falta de calidad de los bienes y servicios influían determinantemente en niveles de precios generalizados muy elevados.
Por ello es que los economistas suelen acotar que el bien o servicio más costoso es aquel que no se encuentra o que no se produce.
Imagine que usted produce dos bienes de una misma línea o tipología, uno popular y otro con calidades y valor agregado superior al primero. Si el Gobierno controla toda la línea del producto a precios cercanos (inferiores o superiores) al que mostraba el producto popular, pero inferior al que mostraba el producto de calidad, el resultado será que la empresa sacará del mercado al producto de calidad. El mecanismo anterior puede constituir una forma de diferenciar productos para discriminar precios y, eventualmente, hacer sostenible económicamente la producción del producto popular.
Adicionalmente, aquellas empresas que poseen varias gamas de productos o que sus instalaciones pudieran sin costos muy relevantes y en el corto plazo modificar su línea de producción, tendrán incentivos para dejar de producir los bienes productos de los controles de precios. Una vez que las empresas consideran la relación de precios y márgenes relativos, en el caso que algún producto pierde atractivo económico, en la medida de sus capacidades de maniobrabilidad de la empresa, en los nuevos planes de producción, estas empresas estarán tentadas a prestar menor atención a la producción de los bienes regulados.
Lo peor de los controles de precios es que no garantizan que los bienes y servicios sean demandados por aquellos individuos que poseen mayor preferencia por ellos e incluso una vez que los precios son controlados o disminuidos, es posible que se presenten algunos casos de personas que empiecen a demandar el bien aun cuando con anterioridad no sentían la necesidad (preferirían demandar bienes o servicios alternativos). Adicionalmente, pueden estar creándose los incentivos para la creación y proliferación de comercio paralelo o de mercados negros no regulados.
En todo caso, la inflación anualizada de enero de 2007 asciende a 27%, sigue siendo por mucho la más alta de Latinoamérica.
Economista.
Master en Economía Industrial.
Especialización en Economía de las Telecomunicaciones.
Especialización en Economía del Sector Energía.
Especialización en Economía del Sector Transporte.
Especialización en Economía del Sector Farmacia.
Experto-consultor en Derecho y Economía de la Competencia y la Regulación. Económica.