La Inflación como “Fenómeno Especulativo”
Recurrentemente personeros públicos han intentado definir a la inflación como un fenómeno producto de conductas especulativas por parte de los oferentes. Recientemente la prensa nacional, en específico El Mundo, el día 08de febrero de 2010, reseña declaraciones del presidente del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en la cual el funcionario asevera que la lucha contra la especulación es una política fundamental para disminuir la inflación acumulada en Venezuela.
Parece existir una estrategia de búsqueda de chivo expiatorio por medio de la cual se achacaría a terceros gran parte de la responsabilidad del Gobierno en los desequilibrios macroeconómicos, en específico el nivel de inflación recurrente, debido a erradas políticas económicas, públicas, fiscales, monetarias y cambiarias.
La inflación como concepto se encuentra referida más a un proceso continuo o la acumulación de variaciones en los niveles de precios, que al nivel de precios en términos estáticos. Si bien la acumulación de variación en los niveles de precios supone incremento en un periodo seguido y precedido de periodos con incremento, la aseveración de la inflación como un fenómeno especulativo carece de lógica y asidero formal.
No deja de ser cierto que la especulación podría implicar una conducta prohibida y que pudiera lesionar la eficiencia económica, reduciendo el nivel de demanda efectiva. Sin embargo, otra cosa muy distinta es querer hacer ver que la inflación es un hecho puro y exclusivamente producto del despliegue de conductas explotativas directas del tipo precios excesivos o prácticas especulativas. De nuevo, tal pretensión adolece de desconocimiento en materia económica o subyace pésimas intenciones de endoso de responsabilidades a terceros. Primero debe tenerse claro que en mercados contestables la capacidad de manipulación de precios por parte de los oferentes es limitada. Segundo, en ocasiones las distorsiones del mercado son producto de barreras legales y estructurales contra la instalación y la actividad económica, y por tanto contra el nivel de oferta. Tercero, solo empresas con poder de mercado o posición de dominio tendrían incentivos y capacidad –aunque ciertamente limitada- para desplegar estrategias y precios distintos a los casos de empresas precio-aceptantes. Cuarto, incluso en el caso de empresas con poder de mercado, su capacidad de toma decisiones “unilaterales” se encuentra limitada por la demanda. Quinto, resulta falso que una empresa con poder de mercado incrementará recurrentemente sus niveles de precios.
El cuarto y quinto elemento comentados supra resultan cruciales para entender cuan falta de asidero resulta la aseveración de que la inflación es un fenómeno especulativo. De nuevo, no estamos cuestionando la preocupación, ni la necesidad de políticas públicas y regulatorias en contra de conductas especulativas, lo que insistimos es que no se está atinando en las causas para corregir el fenómeno recurrente de inflación en Venezuela.
La única estrategia de equilibrio para las empresas con poder de mercado es la fijación instantánea de precios y no la corrección sucesiva al alza de sus niveles de precios. No sería racional, ni estaría alineado con el objetivo de maximización de las empresas tales correcciones sucesivas, si desde un inicio pueden establecer el precio de equilibrio o de optimización. Adicionalmente, la regla de optimización en las estrategias de precios en el caso extremo de un monopolio –es decir una empresa con el máximo poder de mercado- describe la restricción a la que se enfrenta este tipo de empresas en su toma de decisión de precios. La empresa maximizará su estrategia igualando su ingreso marginal al costo marginal Aumentar los precios por encima del precio de equilibrio que satisface esta condición de optimización producirá una pérdida de ingresos relacionados con la pérdida de demanda supra-marginal que supera a los ingresos extra realizados sobre la demanda infra-marginal. La regla anterior resulta lapidaria y contundente sobre la inexistencia de incentivos por parte de las empresas para aumentar los precios recurrente y consecutivamente a lo largo del tiempo. Siendo así las cosas, resulta absolutamente falso que la inflación como fenómeno continuo en el alza de los niveles de precios sea determinado por el despliegue de prácticas especulativas.