Economía

La estupidez de devaluar, pero terminará devaluando

¿Qué pasa cuando hay poco de lo que se ofrece?

Hay una ley de la termodinámica, con valor universal, que rige todas las
actividades del hombre, define su comportamiento económico que dice que
cuando algo escasea, los precios suben, nada de especuladores, solo
decisiones racionales de individuos que cumplen con el fundamento básico de
ser libres. Si ocurre lo contrario, y los precios no suben, esa misma ley
dice que las cosas no “alcanzarán” para todos, y si ese arbitraje no se
efectúa porque el Estado -Gobierno interviene con acción depredadora, como
lo hace corrientemente el “gobierno revolucionario” del presidente Chávez,
la lucha por adquirir los bienes conduce irremediablemente al caos, y ese
caos no es precisamente el mejor terreno para dirimir diferencias políticas.

Por ello, para que los bienes alcancen y no depreden el ingreso de la gente,
se requieren políticas económicas con sentido de respeto de las cosas de la
gente -su propiedad- y sobre todo, inducir a la gente a que produzca,
invierta, y apueste a Venezuela. Por ahora eso no es lo que está ocurriendo,
el escenario estaría servido para una maxidevaluación y una hiperinflación,
explicando que una maxidevaluación puede ser solo de 40% y una
hiperinflación puede ser de 60%; la diferencia frente a otros casos en la
historia de muchos dígitos es la indexación de precios y salarios que en
Venezuela no es una institución.

El Estado y el Gobierno son gerenciados para depredar

¿Cómo pervierte el Gobierno ese arbitraje necesario? Pues regula precios,
golpea la producción del sector privado, raciona las divisas, en general
politiza las relaciones económicas e institucionales entre el sector privado
y el Estado creando nexos mercantilistas expresados en corruptelas ,
debilita el marco jurídico de protección de los derechos de propiedad, la
defensa de la propiedad privada se convierte en un negocio de alto costo,
con lo cual la acumulación de capital se pervierte, la inversión se
paraliza, y los capitales no regresan, el agregado, bajo esas onerosas
condiciones políticas y jurídicas, la ruina y el empobrecimiento es una
“alternativa” revolucionaria.

Como es evidente de la historia chiquita nuestra y universal, los comunistas
no aceptan esa ley de la termodinámica, no permiten que los precios suban, y
ante la eventualidad del caos, creen resolverlo con la violencia del Estado,
violencia que comienza con el racionamiento, la gente hace colas de
esperanza e ilusión todo el tiempo que el cuerpo aguante.

Escasez de dólares

En el mercado de divisas en Venezuela está ocurriendo lo mismo, la gente se
dio cuenta que el tal blindaje financiero que se cacareaba a finales y
principios de año fue un fiasco, nada que ver, el déficit que se acumula en
cuenta corriente por caída de los precios del petróleo y por derroche del
ahorro que no se realizó ha dejado descubierto al bolívar el cual día a día
vale menos, es decir, se deprecia realmente al ritmo de la presión
inflacionaria, cada día el bolívar compra menos, de manera muy rápida dejó
de ser fuerte, bueno nunca lo fue, ni por capricho.

El poder de compra del dinero se derrite a velocidad, el costo de
oportunidad es muy elevado, no todos pueden pagarlo; los precios del dólar
en el mercado permuta triplican el precio del dólar oficial, y como hay
menos en el BCV, se reduce la “mascada” a Cadivi, la demanda sobre ese dólar
de 2.15 bolívares es entonces infinita, no hay para todos, por lo que el
torniquete no solo asienta el racionamiento sino que se le sugiere a las
empresas desde la institución racionadora de divisas que vayan al mercado
libre a buscarlo. Lógico, de acuerdo a la ley de la termodinámica mencionada
arriba, el precio explota.

El Gobierno niega que va a devaluar, ¡la gente no le cree!

Decía en estos días el ministro del Tesoro, el mismo que unas semanas antes
nos decía que se estaba revisando la política cambiaria porque todo era
posible, inclusive la devaluación (Alí Rodríguez dixit), que la devaluación
era una estupidez, uno veía al ministro escupir para arriba, o al menos
piensa que quien devaluará el bolívar no será él, sino el que venga.

Así, no necesitamos que nos lo diga el ministro, un conocimiento
convencional y básico de la economía nos dice a gritos que el Gobierno
devaluaría la moneda y con fuerza porque está limpio, en lenguaje gráfico y
figurado, manando y un gobierno limpio es más peligroso que un mono con una
hojilla. Se sabe que devaluando además de la inflación que se convertirá en
impuesto y en ingreso fiscal, la devaluación le dará más bolívares por dólar
petrolero que venda Pdvsa para pagar impuestos, royalties y dividendos.

Es en todo caso, más o menos lo mismo que estaba haciendo Pdvsa al vender
sus divisas en el mercado permuta para obtener tres veces lo que recibiría
si se los vendiese al BCV. Ya sabemos por experiencia nuestra y ajena que
cuando los gobernantes dicen que no van a devaluar, en realidad están
tomándose el tiempo y el mejor momento para hacerlo, es lo que el Gobierno
evalúa en estos días, pese a la estupidez mencionada. Sin lugar a dudas
devaluará ¡porque está limpio!

La presión sobre el dólar: un déficit en cuenta corriente y el derroche

El mercado presiona con fuerza el dólar libre en el mercado permuta (swap),
ya no es tanto la demanda porque esta ha caído porque la economía venezolana
ya está en franca y aguda recesión, la gente que ya no se come el cuento del
blindaje financiero que el Presidente vende desde fin de año, ya percibe que
hay escasez de dólares, y que este se expresa en un monumental déficit en
balanza de pagos que tiene su correspondiente déficit fiscal, y que estos
déficit son causados por dos factores.

El primero de ellos, el derroche del ahorro interno en regalos, subsidios,
corrupción, mal manejo de la liquidez internacional que produce el ingreso
petrolero, descapitalización de Pdvsa y caída de la producción de petróleo,
pérdidas patrimoniales, ocasionadas por malas inversiones en euro -este se
ha devaluado frente al dólar considerablemente-,sobrevaluación de la tasa de
cambio, descapitalización de la economía privada a través de numerosos
esquemas de control de precios y de competencia desleal del Estado que se
transformó en importador masivo de bienes y servicio, induciendo cierre de
empresas privadas nacionales cuya capacidad de producción interna fue
sustituida por las importaciones del Estado, adquisición de activos, bancos,
electricidad, comunicaciones, cementos, confiscación de acuerdos petroleros,
una pendiente deuda contingente constituida por unos cuantos juicios que
corren en las cortes internacionales por incumplimiento de contratos,
adquisición de activos financieros, bonos públicos de países maulas mala
paga en el mercado internacional que de algún modo vía las “finanzas
creativas” de los clientes del Gobierno inmovilizan liquidez internacional.

Y el segundo factor, el que dejó al desnudo lo mencionado arriba, la caída
en los precios del petróleo, que develó de golpe y porrazo que la suerte de
las finanzas “opacas y oscuras” del Gobierno estaban atadas al ruego de que
los precios del petróleo se mantuvieran por encima de los 80 dólares el
barril; ya sabemos que el precio promedio para el año 2009, a duras penas
superará los 30 dólares el barril; pero ese es solo una tenaza, la otra es
la merma en la exportaciones (y las importaciones de petróleo en
combustible) que obliga a la caída de las exportaciones junto con la caída
en los precios.

El presupuesto del 2009, y su reestructuración que terminó en una maroma
legislativa, que viene ahora sin petróleo envuelto en papeles de un colosal
crecimiento de la deuda pública, nos muestra que las finanzas públicas
estaban en manos de otros; así, los venezolanos nos preparamos, muchos sin
saber, otros haciéndose los locos y algunos irresponsablemente desde el
Gobierno para enfrentar los efectos de una crisis en balanza de pagos, que
traerá una devaluación que pareciera ser tipo maxi, inflación y
racionamiento de divisas que con el torniquete Cadivi acumula 2.500 dólares
de deudas con los operadores financieros locales, y en rezago unos tantos
miles de millones de dólares en solicitudes de divisas y que
extraoficialmente se les ha sugerido a las empresas que demanden sus divisas
en el mercado libre.

Economista, PhD. (London)

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