Economía

La economía: un chiste para payasos

I . Pobres países ricos

Invariablemente las economías responden a factores más importantes que el capital y por eso, en pleno siglo XXI nos encontramos con “pobres países ricos”. América Latina se ha endeudado tanto que la borrachera de dólares corrompió hasta a los más ilusos y de paso ablandó a muchos revolucionarios. La bacanal de billetes verdes, guardados en maletines y cajas de seguridad, ha significado que se nos enseñó algo muy importante: jamás, con tres o cuatro excepciones, los países latinoamericanos saldrán de la pobreza, pues ésta es cultural, es intelectual…

Los factores correspondientes a la organización política y administrativa y, la preparación de los cuadros científico-técnicos fueron desechadas por todos los gobiernos democráticos, por ejemplo, de Venezuela (ni hablar de las dictaduras), incluido el actual pues, la burocracia no quiere romper, ni romperá jamás con el pasado que le permite mantener el poder. Cuando cayó batista, Cuba no tenía burocracia sino gansters mandando; por eso, la revolución creó su propia burocracia que es la que en definitiva controla al país.

Los gobiernos han sido débiles e insignificantes en el ámbito latinoamericano, con algunas excepciones que rompen la regla. Se ha demostrado, en varios países, la incapacidad total de gobernar y de ingobernar una nación. Ha existido una total carencia de sentido común y de profesionalismo para atacar la pobreza. Tenemos, en su mayoría, paisitos insignificantes en el ámbito mundial globalizante y, es por eso, que los cambios y los nuevos paradigmas democráticos también son insignificantes; la influencia es mínima y despreciable, como lo diría J.K. Galbraith.

J.K. Galbraith[.1] sostiene que “(…) donde faltan la capacidad y la habilidad de organización, de administración y de técnica – en una palabra en donde no hay base o experiencias industriales – la economía no responde a una inyección de capital”. La razón es obvia (bueno, para los que entienden algo de economía) el capital no es el único factor (ni el más importante) que hace que la economía trabaje. En los tiempos actuales, además de los factores clásicos de tierra, trabajo y capital (como lo ponían los clásicos y lo ponen los “jurásicos”), tenemos que agregar los factores de organización (debido a la complejidad de las relaciones humanas y de la interdependencia global económica), y el de ciencia y tecnología, pues los modos de producción, así como las relaciones de éstos, han cambiado dramáticamente; mientras los teóricos (si es que existen) del gobierno, aún piensan en términos de capitalismo de Estado quedándose, obviamente, en los años sesenta.

II . Omisión y soberbia
Los teóricos y los que no lo son, que critican la política económica del largo gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez F., han cometido varios pecados de omisión, además del pecado de la soberbia, al acusar al presidente de propiciar políticas comunistas, lo cual no revela otra cosa que una total ignorancia en materia de economía política. Es más, yo, personalmente, no me atrevería a calificar la economía de Venezuela como capitalista. Ambos conceptos, capitalismo y comunismo, sólo tienen un real significado cuando existe una sociedad industrial avanzada y, más aún, en la entrada del siglo XXI, cuando existe una sociedad científico- técnica avanzada, como lo es el caso del G-8 y otra veintena de naciones, de las cuales solo un par son latinoamericanas.

En nuestro caso (Venezuela y Latinoamérica), ¿podríamos decir que el sistema capitalista es una solución a nuestro atraso? – ¿Podríamos decirlo del socialismo real o del siglo XXI, mal llamado comunismo? – No existe una experiencia real ni de lo uno ni de lo otro; es decir, estamos en el limbo… Nuestras sociedades, en su mayoría, no son otra cosa que un híbrido de ruralismo (sin campesinos)-marginalidad (sin obreros calificados) y rentismo, basado en las materias primas que los gobernantes y gobierneros piensan que nunca se acabarán. Y, todo esto, descansando sobre el trabajo de masas ignorantes que no tienen otro norte que la mínima subsistencia.

En Venezuela, (nuestro caso general de estudio) como en otras naciones, la debilidad gubernamental y la debilidad económica van de la mano, a pesar de las grandes cantidades de dinero que ingresan al fisco o a las empresas públicas por concepto de la renta petrolera. (Se calcula que en casi nueve años de gobierno, en Venezuela ha ingresado una cantidad tan grande de dinero, que se podría pagar toda la deuda externa de Latinoamérica). La burocracia, en este país, necesita jugar a la inercia de las instituciones para poder sobrevivir como casta gobernante; necesitan hacer creer que crean y producen cambios para que nada cambie porque no tienen, realmente, objetivos; en realidad, para la burocracia el objetivo en cuestión es intranscendente. Lo que importa es estar allí.

Un ejemplo perfecto de la manera de actuar de un burócrata se encuentra, en toda América Latina, en el estamento militar. El Presidente de Venezuela, por ejemplo, viene de la burocracia militar a la cual Max Weber calificaba como la burocracia armada, en donde todo es previsible, en donde todo esta pre-establecido. Es muy probable que al Presidente venezolano le moleste eso. Es muy probable que internamente lo rechace y de allí viene su actitud muy poco protocolar en sus acciones como en sus métodos comunicativos; por ejemplo, en cualquier acto oficial, el Presidente rompe el protocolo cuestión que le estaba vedada en el Ejército.

A pesar de sus intentos, el Presidente venezolano, en materia político-económica no se ha podido deslastrar de los vicios, tanto verticales como horizontales, adquirido en el sistema burocrático militar: el actúa verticalmente en materia económica y, no acepta, por ejemplo, que exista un Banco Central independiente. No logra entender, a mi parecer, la inmensa red de decisiones que origina la ciencia económica, lo cual hay que atender coherentemente. Por eso, en casi nueve años de un poder total, sin tener ningún tipo de oposición (aparte de algunas pequeñas escaramuzas dentro de su propio partido), al presidente Hugo Chávez, su mandato total, le ha sido improductivo en materia económica. “La burocracia siempre puede continuar lo que está haciendo. En cambio, es incapaz, por si sola, de un drástico cambio de rumbo” (GALBRAITH).

Por eso, el proceso revolucionario que Chávez dice liderar, no existe más que en su imaginación y en la de algunos de sus adláteres, y aduladores, que no quieren hacerle ver, que en materia económica “el Rey está desnudo”. Es imposible que él y su gente cambien el rumbo que ha venido teniendo el país por más de 47 años pues no hay manera de hacerlo ni con las estructuras vigentes y menos con las estructuras estalinistas que se están impulsando.

III . Temor a los cambios
La teoría, probada por la práctica, ha demostrado que nuestros países latinoamericanos son inmunes, totalmente, a los cambios reales en relación con los países industrializados. Es más, las instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial de Desarrollo, la Organización Mundial de Comercio, el Banco Interamericano de Desarrollo, han logrado bastantes éxitos en países industrializados cuando las economías se han salido del carril; allí, estas instituciones, así como otras naciones, pueden ejercer controles y lograr que las economías retomen el control y el crecimiento. En nuestros casos y, en especial, en Venezuela, la carencia de administración pública (que se confunde con los empleados públicos) no permite que se pueda ejercer ningún tipo de control ni exógeno ni endógeno, careciendo el país de cuentas claras debido a que la gran agencia de empleo que es el Estado se usa para darle poder a individuos mal preparados, aventureros, prevaricadores, que buscan su propio El dorado por medio del gobierno. Nuestras naciones pecan por no tener quienes las administren y esa enfermedad es mortal para cualquier economía.

Por otra parte, en nuestros días, emergen ideas totalitarias en Argentina, Bolivia, Uruguay, Venezuela, Nicaragua, en donde se pretende establecer sistemas obsoletos de capitalismo de Estado.

La erradas políticas de Estados Unidos de América entre los años 40 y 70 del siglo XX, que consideraban que cualquier tiranozuelo ignorante y sanguinario, civil o militar, vestido de frac o de Napoleón, practicante del vudú o del racionalismo cartesiano, que se identificaban con las políticas de la Casa Blanca, ya terminaron. El presidente Clinton se encargó, junto con la globalización, de eliminar tales apoyos automáticos y retomó el pensamiento de Jhon Kennedy, que por cierto nunca se cumplió, que planteaba dejar “que el mundo siga adelante…tanto para los amigos como para los enemigos”., pero, con el agregado del acuerdo tomado por 14 naciones (2000), con la asistencia de Brasil, por Latinoamérica, las cuales, en Berlín, acordaron no aceptar una dictadura más en el mundo occidental. Sacar al mundo del atraso requiere, obviamente, de democracia, entre otras cosas. Las retrógradas ideas totalitaria, de izquierda o de derecha, solo contribuyen a alejar aún más las posibilidades de cambios estructurales para que puedan funcionar las economías; el problema es que no sabemos si los mandatarios de Argentina, Bolivia, Uruguay, Venezuela y Nicaragua, lo saben. De Cuba no hablaremos pues el país está sumido en un largo letargo de pobreza, corrupción y totalitarismo que sólo finalizará a la muerte del dictador Fidel Castro.

IV . Se redistribuye la miseria
Nuestros países, Venezuela, en el caso que nos preocupa, han mantenido un constante atraso en relación con las naciones industrializadas, ahora post-modernas. Esto es debido a los vicios económicos de sus dirigentes que actúan en forma populista sin tomar en cuenta las verdaderas necesidades populares. En economía actúan como los canales de TV que piensan que al público les gustan los programas violentos o las cadenas oficiales.

Naciones como Venezuela jamás se han preocupado de hacer inversiones productivas, ni en el sector privado ni en el sector público. La economía se ha preocupado de hacer artículos y, ahora, la moda, además de hacer artículos, es atacar a EE.UU., para hacer una política económica de masas que nada produce. En otras palabras, no se crea riqueza sino que se redistribuye la pobreza, o al menos se la pretende redistribuir con impuestos, incluso de carácter regresivos como el IVA.

Si recordamos, en el pasado no muy lejano, cuando existía la URSS, la meta de ella, aunque imposible, no era otra que alcanzar algún día la capacidad industrial de EE.UU., y de los países europeos avanzados. Nunca lo logró pero, se acercó bastante, al menos la URSS casi no tenía pordioseros. Esto no demostró otra cosa que el modelo económico natural de las sociedades es el modelo competitivo. La verdadera economía es la que permite que los individuos, las masas, tengan la posibilidad de elegir; por lo tanto, como lo pone Galbraith, “el desarrollo es, y debería ser, la fiel imitación de los desarrollados”.

¿Qué significa lo anterior? – Significa que, además de un modelo de desarrollo apropiado, se requiere y se justifica un elevado número de personas que perciban rentas elevadas. Estas rentas empujan, bien administradas, obviamente, el aparato productivo y, posibilitan, además, el ahorro. Este no debe reflejar las preferencias del gobernante o planificador sino, más bien, las preferencias populares y, obviamente, sus necesidades.

V.-
Stuart Mill fue realmente prolífico en su trabajo científico-económico; a él se le debe, entre otras cosas, la teoría de las economías de escalas, de las fusiones corporativas y el basamento de gran parte de la teoría marxista. Mill descubre que de algún modo, y no por la mano invisible, el capital industrial es reemplazado sin cesar. Lo único que se necesita para que este fenómeno económico natural ocurra es que se esté industrializado; de allí el éxito del capitalismo tanto de Estado como en la URSS, (aunque a años luz del capitalismo liberal de occidente), como el capitalismo privado. Este ejemplo fue claramente palpable después de las pérdidas ocurridas durante la Segunda Guerra Mundial, en Alemania, Gran Bretaña, Francia, Japón y otros países, por los permanentes ataques aéreos que destruían sus fábricas. La reconstrucción se hacía de inmediato y muy rápidamente. Hay que recordar, sin embargo, que la infraestructura agraria y de carreteras y transporte, en general quedaban casi intactas, lo cual permitía la aceleración del proceso. Pero, la gran pregunta es ¿de dónde salía el capital para emprender la reconstrucción?
Hay que recordar que el sacrificio a la población civil, en estos casos, fue casi mínimo.; es más, en Alemania nunca se hizo trabajar a sus fábricas en jornadas nocturnas y menos aún a sus mujeres. La respuesta, aparentemente, está en lo siguiente: los parques industriales quedan anticuados muy rápidamente; y, cada cierto tiempo, en lapsos no muy largos, hay que estar modernizando las industrias; para eso, existen siempre reservas “escondidas”, digamos, casi naturales. ¿Por qué en Venezuela y otros países pobres no puede ocurrir eso? – La razón es sencilla, el país nunca entró, realmente, en la etapa de industrialización y, por lo tanto nunca hubo nada que modernizar, contrariamente a lo ocurrido en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México. La burguesía local venezolana, culpable de todas las plagas de Egipto caídas al país, nunca estuvo realmente interesada en la inversión industrial, en crear una mano de obra productiva y educada y, menos, en tener a una masa trabajadora-consumidora contenta, como no la tiene el actual gobierno en un país en que los salarios no alcanza, en promedio, ni para cubrir la cesta alimenticia. Es más fácil, hacerse ricos con el menor esfuerzo y, ahora, vendiéndole el alma al diablo. Con esto lo que hacen es crear y crear pobreza. Es cuestión de revisar las cifras macroeconómicas de hace 50 años con las de ahora y comparar la situación social del país.

La economía de Venezuela como la de Cuba, se ha centrado en la producción de pobreza: artículos que puedan vender los buhoneros, ropas baratas y de mala calidad (importadas) calzados malos (importados), repuestos inservibles (importados), alimentos enlatados (importados), alimentos perecibles (importados), telefonía popular (importada), vehículos (importados en un 70%), etcétera. En otras palabras, con la renta petrolera se ha levantado una gran economía de puertos, basada en la importación y posterior venta a la masa pauperizada que se regocija, como los indígenas en tiempos de Colón, con los espejitos y vidriecitos de colores, mientras se van cerrando las pocas industrias que no pueden competir con los salarios de hambre de China, Singapur, y otras naciones asiáticas. Con estas prácticas, las industrias textiles y del calzado de Venezuela, fueron casi totalmente aniquiladas, y sin bombardeos…

VI . Fracaso agrícola
La agricultura venezolana a excepción de la chilena, argentina y brasileña, se encuentra cada día más deprimida, el sector tiene que luchar contra lo que los venezolanos llaman “roscas”, de la comercialización y de la importación. Estos grupos pululan alrededor del gobierno de Hugo Chávez y hasta han formado una Federación de Empresarios Socialistas, lo cual, si no fuera tan iluso, parecería algo cómico; una payasada económica pues en el socialismo lo que se trata es de terminar con el empresariado privado. Ellos, en su mayoría formados entre los comerciantes de origen árabe, lusitanos y chinos, controlan, junto al Estado, la importación de alimentos. Si pensamos que solamente alrededor del 15% de las tierras cultivables de Venezuela se utilizan para la producción agro-alimenticia, y que el 30% de los productos escasea, luego tenemos que el 65% de los productos necesarios para alimentar a los 26 millones de venezolanos son importados (y también, por que no decirlo, dentro de este 65% encontramos un alto porcentaje que se traduce en hambre).

Debemos, entonces, considerar que una de las alternativas para el desarrollo del país y la sostenibilidad alimenticia se encuentra en hacer una acertada política económica agro-industrial. Para poder producir se requiere de máquinas, semillas, mano de obra calificada, profesionales, vías de comunicación, transporte, viviendas campesinas, etcétera. En casi nueve años de gobierno esto no se ha hecho, aparte, obviamente de encendidos discursos, creación de ineficaces cooperativas, y saqueo a fundos y haciendas que fueron productivas. Si los miles de millones de dólares que están subsidiando las economías extranjeras con la compra de alimentos, se invirtieran en los campos venezolanos, no solamente se crearía la infraestructura necesaria, en un año, sino que se acabaría con la cesantía del campesinado y se podría exportar excedentes agrícolas.

VI . Pobreza igual a más pobreza
La pobreza produce en la economía efectos regresivos que no pueden ser negados por los dirigentes. Todos sabemos, aunque a veces uno piensa que los dirigentes no, que es un hecho en cualquier sociedad: primitiva, medieval, capitalista, socialista de mercado, socialista real, planetaria, etcétera, que toda planificación para un aumento deliberado de la producción en el futuro, requiere de una fuerte dosis de ahorro, ahora, en el presente. Este ahorro es el que nos permitirá construir la infraestructura necesaria para el desarrollo sostenido de la nación. El problema de conseguir el ahorro, está íntimamente ligado a las políticas que adopten los gobiernos.

No me imagino que los gobiernos del Reino Unido, de EE.UU., de Francia, o España, por ejemplo, restrinjan el consumo de sus ciudadanos para forzar el ahorro; eso, obviamente, sería impolítico y rechazado por esos pueblos. En esos países, el ahorro es automático; éste existe porque los pueblos han sido educados para el ahorro, para que inviertan en bonos, acciones, ahorren en mutuales, o bancos, pensando, de paso, en sus retiros o jubilaciones. Por otro lado, las empresas están acostumbradas a invertir gran parte de sus ganancias en investigación científico-tecnológica que les permita no solo expandirse, sino que mejorar sus productos y de paso sacar nuevos productos al mercado. ¿Qué se hace al respecto en Venezuela, por ejemplo? Si una empresa quiere expandirse le pide prestado al banco o al Estado y paga altos intereses. Las ganancias, generalmente las sacan del país y van a engrosar las cuentas de algunos accionistas y, finalmente, cuando quieren ahorrar, lo primero que hacen es despedir personal y cerrar los laboratorios.

Tanto Keynes como Galbraith están de acuerdo en la necesidad de compensar o igualar el ahorro y la inversión pues, si esto no se logra surge el desempleo al caer los ingresos y por ende la producción, siendo este el problema de nuestros pobres países. En cambio, la vida diaria nos está demostrando que el ahorro en los países ricos, además de ser automático, se consigue muy fácilmente y, a veces, puede ser hasta excesivo, como lo ocurrido en Chile en 2006, lo que distorsiona el equilibrio con la inversión. El gobierno de Hugo Chávez, en Venezuela, lamentablemente, no ha sido capaz de exorcizar el desempleo, el cual no es otra cosa que el producto de dos situaciones: a) pobreza; b) desequilibrio entre la inversión y el ahorro. Ambas situaciones, obviamente, son inmanejables por la burocracia dominante, la cual recurre al maquillaje estadístico para engañar al gobernante y de paso seguir dominando sus ghettos de poder.

El gobierno venezolano ha dado signos inequívocos de querer aumentar la recaudación de impuestos y de seguir castigando a los pobres con el IVA y otros impuestos regresivos. No se han dado cuenta que a los pobres ya no se les puede exprimir más. Los industriales, por ejemplo, no solamente deben pagar las cargas tributarias originadas por el impuesto sobre la renta, sino que además sobre los activos, el capital, el paro forzoso, las contribuciones al INCE, el impuesto habitacional a pesar de que el gobierno apenas ha construido 15 mil viviendas anuales, tiene que pagar todos los permisos inimaginables, peajes de todo tipo a los funcionarios públicos, comisiones por contratos, cargas bancarias, y cuanto usted pueda imaginar. Si todo ese dinero, que debe superar el 35% del PIB anual se usara para ir directamente al aparato productivo, como inversión directa, en lugar de alimentar a una burocracia corrompida y voraz, el desempleo caería a menos del 3% anual.

Ahora bien, supongamos que a Venezuela llegan los inversionistas extranjeros con suficiente capital para crear nuevas industrias, luego nos asalta otra pregunta: ¿tenemos el factor trabajo adecuado a las nuevas tecnologías? – ¿Tenemos la organización que requiere el post industrialismo, si siquiera no se fue capaz de crear una organización industrial? – Los políticos, lamentablemente, y esto es un hecho histórico, no ven al gobierno (a la toma del poder) como un instrumento de progreso económico sino, como una agencia de enriquecimiento personal y, esto, lógicamente, es visto con miedo por los inversionistas foráneos por una razón muy simple: no hay nadie más miedoso que el capital.

VII . El PIB no es una medida confiable
La salida a la crisis, la cual se ha tornado endémica es muy difícil; casi imposible. Los ignorantes del crecimiento, desarrollo y de la generación de riqueza, piensan que el crecimiento del PIB es un indicador fiable de que la economía avanza. Nada más falso. Supongamos que mañana el país sufre un tsunami en casi todo su litoral y un terremoto de grado 8, el cual crearía una catástrofe de inmensa magnitud en cuanto a pérdida de vidas y de infraestructura. ¿qué sucedería, señores planificadores? ¿Aumentaría o disminuiría el PIB? Seguramente me contestarían que éste disminuiría, lo cual no tiene asidero científico económico. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: habrá que crear nueva producción, habrá que enterrar a los muertos, habrá que darle trabajo a los vivos, reconstruir la infraestructura, etcétera. En otras palabras, aumentaría el PIB, ¿verdad?.

Creo que se le miente al pueblo cuando se le ofrecen perspectivas mejores que las existentes sin que se haya diseñado una política que contemple varios factores, tales como: a) la creación de una fuerte clase media con acceso al consumo industrial y tecnológico; b) creación y satisfacción de demanda en el sector popular, que mejore su calidad de vida, para lo cual es necesario crear inversión en viviendas dignas, mejorar la escolaridad con avanzados planes de estudio sin ideologización porque solo la libertad de pensamiento es productiva; mejorar los servicios públicos los cuales deben trabajar interrelacionadamente con las empresas privadas; c) incentivo del ahorro voluntario y disminución gradual de los impuestos y de los gastos armamentistas; d) reestructurar el agro mediante una política real de desarrollo agrícola sostenible; e) disminución de la burocracia civil y militar y de sus respectivos gastos; f) establecimiento del verdadero Estado de Derecho con jueces incorruptibles y magistrados sabios y honestos; g) aumentar la inversión en la preparación de cuadros científicos y técnicos: premiar la invención y las innovaciones; h) lograr que al menos un 15% de la burocracia hable otros idiomas, además del castellano (que mal se habla y peor se escribe), para poder abrir el comercio con otras naciones sin los necesarios traumas de perder negocios “porque no entendí” y, finalmente; i) ampliación de la base cultural, pero no de esa que fabrica chinchorros con flequitos y alpargatas de yute.

Corolario
Venezuela tiene algo excepcional: la renta petrolera. La disfunción gubernamental no ha podido darle un buen uso a esos increíbles recursos, los cuales son dilapidados a troche y moche sin medir las consecuencias futuras. La estructura del poder, la de antes y la de ahora que se dice revolucionaria, persigue simplemente sus propios fines y no le dan un empleo funcional a los miles de millones de dólares que ingresan al país por concepto del “oro negro”.

Lo mismo ha sucedido con el endeudamiento externo, que en la actualidad llega (incluyendo el de PDVSA) a 75 mil millones de dólares. Uno debe preguntarse ¿dónde está el dinero? En todo caso, usando la metáfora de Galbraith, esto no es más que un mal chiste económico el cual ni siquiera los payaso0s entienden.

Nadie, por ejemplo, nadie se atreve a atacar a los grupos no funcionales de la economía, los cuales, por cierto, son los grandes consumidores de la energía económica pues, en el caso de los latifundios improductivos, de los minifundios improductivos, del aparato militar improductivo, de la buhonería, de los miles y miles que no pagan la electricidad, el cable de TV, de los que cobran sin trabajar, los narcotraficantes y sus inversiones oscuras que generan una economía en las sombras que hace que se devalúe la moneda ante la vista y paciencia de las autoridades, y otra serie de lacras económicas más, nadie, como ya lo dije, es capaz de decir basta, terminemos con el chiste y comencemos a hacer economía de verdad.

¿Cuánto de culpa tiene la oposición política? Tanto como el gobierno y la burocracia pues nunca le han presentado al país un plan coherente de salvación económica pues, lamentablemente, sólo piensan en petróleo; es decir todo lo ven negro y se mancharán de negro sin resultados. Al final del día, como dijo Galbraith, la burocracia seguirá mandando sin importar quien esté en Palacio…

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