La “culturita” de la Corporación Eléctrica de Venezuela
El tema de crear una gran empresa eléctrica pública venezolana es de vieja data, por lo que, en estos días de fervor nacionalista y estratégico, nadie debe sorprenderse con la iniciativa. Es más, el pase de EDC y Seneca al ámbito público obligan a pensar en una nueva organización del sector. Hay muchas alternativas, pero es normal, en consonancia con el apetito centralizador de nuestra revolución, que se opte por una corporación única.
Todo el sector eléctrico, con excepción de Eleval en Valencia y Calife en Puerto Cabello, es operado por el estado y todo parece indicar, además, que es cosa de tiempo para que este par de empresas pasen al sector público y la soberanía eléctrica campee victoriosa en el país. En este ambiente, el lanzamiento de la nueva institución en el último show dominical estaba de anteojito. Un poco más difícil será organizar la megaempresa y ponerla a funcionar. Veamos.
En algún sentido, las 4 empresas públicas tradicionales ya funcionan como una corporación. En ella Edelca es el gran generador y le vende a Cadafe el 76% de sus necesidades, a Enelven el 57% (Incluyendo a Enelco, la empresa de la costa oriental del lago) y a Enelbar el 83%. De modo que todas dependen de Edelca para prestar el servicio. Pero resulta que Cadafe no le ha pagado nunca a Edelca (nunca quiere decir en los últimos 20 años salvo contadas excepciones) y a esta tradición se han sumado, gracias a la congelación tarifaria de los últimos 5 años, primero Enelven y ahora Enelbar. Por eso digo que funcionan como una corporación en la que el generador transfiere gratis la electricidad a las demás ¿Cómo puede vivir Edelca vendiendo energía sin cobrar? No hay problema, el estado la compensa por varias vías, entre las que destaca pagarle el servicio de su deuda y anotarla como un pago de Cadafe. De modo que esta última termina debiéndole al estado, es decir a usted y a mí, y todos tan contentos. En la práctica, en esta corporación Edelca es la unidad de generación y las demás distribuyen, con el añadido de que dicha corporación es deficitaria.
Aquí llegamos al primer problema que tendrá que enfrentar la nueva organización. Por mucha unificación gerencial tendrá que mendigarle recursos al estado para subsistir, mucho más ahora que todas las empresas públicas se convierten en “socialistas”. Esto funciona mal aun en la abundancia, ya que el sector eléctrico requiere ingentes recursos de inversión para seguirle el paso a la demanda, recursos que superan la imaginación de nuestros planificadores centralistas. Pero en la escasez el sector ira directo al desastre, con un listado de proyectos parados por falta de recursos y muchos que no llegan ni a proyectos y son sólo un punto y un nombre en el mapa.
Pero el mayor problema tiene que ver con la unificación gerencial. Nuestro Líder ha dicho que “Hay una cultura de Edelca y una cultura de Cadafe; hay que acabar con esas culturitas y crear la unión nacional”. Las empresas del sector han trabajado juntas por años, en los comités de planificación y operaciones de OPSIS (Oficina de Operación de Sistemas Interconectados). De modo que conocen bien estas “culturitas” y saben lo que es lidiar con la cultura del gran dinosaurio del sector que se niega a extinguirse. Ese gran dinosaurio se llama Cadafe, el resto de las empresas, tanto públicas como ex-privadas, tienen una cultura empresarial, orientada a la eficiencia, la productividad y la rentabilidad, aun soportando con dignidad los embates de una revolución que quiere convertirlas en empresas socialistas, un arroz con mango que nadie sabe qué significa.
Sería bueno que nuestros líderes revolucionarios comprendieran que no habrá corporación que funcione si no se somete a la burocracia de Cadafe a cirugía mayor. En estos días en que el compromiso revolucionario vale más que la calidad profesional y que gritar “patria, socialismo o muerte” es un salvoconducto para perpetuar la ineficiencia, es preciso preguntarles: ¿Cómo piensan enfrentar la culturita de Cadafe en la nueva Corporación?