La crisis en perspectiva
En lo que concierne a la lucha de ideas, Hugo Chávez no debería inquietarse: numerosos intelectuales de la “oposición” venezolana son tan anti-capitalistas y anti-yanquis como él. Tantos desatinos han sido publicados recientemente por articulistas de “oposición” acerca de la crisis financiera y Estados Unidos, que uno no encuentra dónde empezar para enderezar un poco los entuertos.
Comencemos por el libre mercado y la intervención de los gobiernos en la economía. Los intelectuales de izquierda hablan como si viviésemos en el siglo XVIII y Adam Smith fuese el presidente del Banco Mundial. Cabe recordarles que el libre mercado financiero llegó a su fin en Estados Unidos en 1912, con la creación de la Reserva Federal, y hace rato que la expresión “libre mercado” dejó de describir con acierto la industria de servicios financieros alrededor del mundo. A la izquierda le encanta asustar con el fantasma de un tal “neoliberalismo salvaje”, acusando a Washington de todos los males existentes y aún por inventar, pero en realidad semejante capitalismo desatado sólo existe en China y Rusia.
El tema del balance adecuado entre mercado y regulación gubernamental es viejo y no termina. La presente crisis moverá el péndulo hacia un mayor intervencionismo, pero confío que los mecanismos del mercado económico reafirmarán eventualmente su primacía. Los ajustes son tan inevitables como positivos en el mediano y largo plazo. Por otra parte, y en lo que se refiere a la burbuja inmobiliaria en EEUU, no perdamos de vista que las instituciones financieras responsables de garantizar la mitad de los dólares invertidos en hipotecas tóxicas, Fannie Mae y Freddie Mac, fueron por décadas instrumentos de los gobiernos (principalmente Demócratas), empleados para hacer demagogia con las viviendas para los pobres y las minorías étnicas.
Como dijo el ex-Presidente Clinton hace unas semanas, la responsabilidad por la ausencia de apropiada regulación descansa con “los Demócratas, que se opusieron a todos los esfuerzos de los Republicanos” para controlar a Fannie y Freddie. En septiembre de 2003 la administración Bush procuró detener la hemorragia, sólo para ser acusada por la bancada Demócrata en el Congreso de insensibilidad hacia los más necesitados. La burbuja inmobiliaria americana no es solamente producto del mercado, sino también y esencialmente de la demagogia política y el intervencionismo gubernamental. Durante los pasados veinte años, el mayor beneficiario de contribuciones por parte de Fannie y Freddie para sus campañas políticas fue Christopher Dobb, jefe (Demócrata) del Comité de Bancos del Senado estadounidense, y el segundo, a pesar de sus escasos cuatro años como Senador, fue Barack Obama.
Los europeos quisieron al inicio aprovechar la crisis para zaherir a EEUU, y ahora resulta que alemanes, ingleses, franceses, españoles, irlandeses, islandeses y griegos se hallan también hasta el cuello en enredos y dificultades, y andan dando saltos para salvar sus bancos. China tiene parte significativa de sus reservas financieras invertidas en Fannie y Freddie, la bolsa rusa está hundida, y hasta Chávez se verá forzado a entender que la prosperidad global depende de la locomotora americana. EEUU se recuperó de modo avasallante del crash de 1987 y del estallido de la burbuja de Internet en 2000, y su economía sigue siendo tres veces mayor que la japonesa y cuatro veces mayor que la china. En pocos años la economía estadounidense será el doble de la europea. Ya es la más productiva y competitiva del planeta y no me cabe duda que lo seguirá siendo. La recesión actual se agudizará antes de tomar un rumbo diferente y alentador, pero no aniquilará al capitalismo, que como dijo Wells, “siempre está enfermo pero nunca muere”.