Inversión Europea
La Unión Europea se convirtió en los últimos tres lustros en el primer inversionista extranjero en América Latina y el Caribe. El flujo de inversión directa proveniente de la UE aumentó, en promedio, de US$ 16 millardos anuales entre 1989 y 1994, a $87 millardos por año en el período 1997-2001 (+444%). España encabezó la lista como inversor individual.
Es cierto que el 80% de la inversión europea se ha concentrado en sólo tres países: Brasil, Argentina y Chile; de donde se deriva que el resto de las naciones latinoamericanas debe hacer un esfuerzo más sistemático por atraer a los inversionistas europeos. El tamaño de Mercosur y la percepción de estabilidad de Chile son grandes alicientes entre las empresas del Viejo Continente.
La inversión directa acumulada de la UE en la región, después de subir notablemente en los años 90, se ha ralentizado en este turbulento primer decenio del siglo XXI, al pasar de €189 millardos en 2000, a €228 millardos en 2007; un incremento de sólo 20% en casi una década.
Para contribuir a revertir esta tendencia, vale la pena destacar el establecimiento del Mecanismo de Inversión en América Latina (MIAL) durante la reciente Cumbre UE-ALC de Madrid, mediante el cual se destinarán €3 millardos para inversiones en infraestructura, eficiencia energética, energías renovables, transporte, medio ambiente y cohesión social.
La crisis económica europea tendrá una incidencia desfavorable en los flujos futuros de inversión, aunque no es descartable que desde la perspectiva integracionista de los europeos, el debilitamiento de los procesos de integración latinoamericanos tenga un efecto disuasivo en la propensión a invertir de las empresas de los 27 países de la UE.