Informe petrolero: ¿Precios altos? II
Como fue señalado en el artículo anterior -donde se discutió lo vuelto a poner en evidencia con la reunión ministerial de la OPEP del 27-03-2000 y el asunto de los impuestos que son cobrados al petróleo en la mayor parte de los países consumidores del mundo para obtener ingresos fiscales fáciles- se vislumbran para 2000 precios altos en el crudo. Esta situación, como también se mencionó, reportaría al país (a precios de unos US$ 28 p/b), entre 21 y 21,5 mil millones de dólares con una producción de aproximadamente 3.1 millones de b/p. Estos ingresos, de materializarse, serían considerados como los más altos en la historia venezolana. El ingreso petrolero anterior más alto hasta la fecha ocurrió en 1981. En aquella oportunidad ingresaron al Gobierno Nacional 20,5 mil millones de dólares.
Pero al margen de estas cifras aparentemente elocuentes en su buen augurio, existen otras consideraciones pertinentes en cuanto al futuro del petróleo como principal energético mundial, y a la planificación económica-energética que países como Venezuela deben hacer para el futuro mediato. El asunto de la transición energética que viven algunas civilizaciones, especialmente la occidental, en la actualidad no ha sido todavía lo suficientemente asumido como para comenzar a planificar seriamente sobre ese particular. Sin duda que no es un proceso de inmediata materialización ni se que se desarrolla de manera homogénea, pero se encuentra andando y ya hay indicadores acerca de ello. Claro está que en algunos casos, países como los EE.UU. echan mano de esa expectativas para presionar a los países productores (especialmente a la OPEP), para que mantengan una producción sustancial de crudo y halla así precios bajos. El ejemplo más palmario de ello, se vivió a propósito de los preámbulos a la mencionada reunión ministerial del 27-02-2000.
Sin embargo, aun cuando esa sea una estrategia de los centros de poder para intimidar a los productores de petróleo también debe tomarse en cuenta que esa situación (amenazar con acelerar el surgimiento de fuentes alternas, masivas y rentables de energía distintas al petróleo) no es solamente disuasiva. Es también una situación de carácter factorial que evoluciona en el marco de las dinámicas que operan hoy día y contribuyen al nuevo perfil que se configura del mundo. Dinámicas multidimensionales (político, económico, cultural) que han adquirido sustantivos como los de posmodernidad y globalización.
En tal sentido, los países productores y exportadores de petróleo, particularmente aquellos cuyas economías dependen en buena medida del ingreso petrolero o son mono productores como los de la OPEP, tiene un doble reto. Por un lado, el de lograr maximizar sus rentas petroleras en el tiempo que la ventana de oportunidades del petróleo permanezca abierta, y por otra parte, lograr desarrollar programas de transición económica-energética para cuando esta ventana se cierre o que con una abertura muy restringida. Para dar cumplimiento válido al último reto, pareciera necesario que estas naciones diversifique paulatinamente sus economías, utilicen (como se ha repetido hasta el cansancio) su ingreso petroleros no solamente para el sostenimiento del Estado y su voracidad fiscal; sino también para impulsar sectores alternos de sus economías.
Cada uno de estos pueblos, deberá realizar una evaluación profunda de sus ventajas comparativas. Pensar en un tipo de diversificación económica ”focalizada”, es decir no pretender potenciar todas las actividades económicas que hacen vida activa en el país, sino ahondar esfuerzos en aquellas donde el estudio antes sugerido, arroje mayores ventajas comparativas que puedan fácilmente transformarse en competitivas.
El caso de Venezuela sería interesante de revisar, en tanto los ingentes recursos naturales que posee y que son susceptibles de desarrollo (turismo, minerales, agricultura, etc.), como el país afrontaría la diversificación económica focalizada y la transición energética. Posiblemente deba en primer término, definirse como una nación rentista. Erradicar la cultura del amor-odio hacia el petróleo y elaborar un programa de maximización e inversión de la renta en el tiempo. Para ello, el desarrollo de proyectos de investigación en esta materia resultan impostergables. El estudio, debe ser el pilar fundamental de este proceso. Pero deberá ser una investigación que cuente con una asistencia material y política adecuada. El apoyo que los sectores oficiales le den, junto con la conservación de la propiedad estatal del recurso petrolero y su explotación son imprescindibles.
Asimismo, sería conveniente el fortalecimiento, a través de las políticas y compromiso formales, que la OPEP se mantuviera cohesionada y trabajando en equipo para tales fines. Aun cuando la organización no posee las fuerza de décadas anteriores, sigue siendo un actor importante en la determinación del curso diario del mercado petrolero mundial. La subsistencia de gran parte del mundo actual, depende del petróleo de estos países para sostener o mejorar sus estándares de vida. Resulta fácil pensar hoy día, el caos en el cual caerían muchísimas naciones del globo, si un día amanecen sin una sola gota de combustible derivado del petróleo. Por ello, la OPEP debe aprovechar esa condición altamente estratégica del petróleo para potenciar su capacidad de negociación con los centros capitalistas globales.
Claro está, que existe entre los estudiosos del tema, una conciencia clara de los numerosos y delicados intereses que se mueven en el seno de la organización. Por ejemplo, la dependencia militar de las petromonarquías de Washington o los radicalismos políticos de otros países los cuales dificultan el diálogo, pero tampoco hasta la fecha se ha visto muestra alguna de intenciones en torno a una cooperación común para el mejoramiento de la capacidad de negociación de la OPEP y la maximización de los beneficios que obtienen de sus recursos.
Venezuela en particular, debería formular, como se señaló, un plan de maximización de su renta petrolera sobre la base de la concentración de actividades y la eliminación del programa petrolero de actividades como la Orimulsión o la explotación gasífera que lesionan el ingreso por crudos livianos y medianos y dispersan el esfuerzo de la industria. En el mejor de los casos podría desarrollarse planes de desarrollo refinatorio o petroquímico, aun cuando los primeros dejan hoy día márgenes muy tísicos de ganancia.
Finalmente, la OPEP la cual agrupa a los países que poseen las mayores reservas petrolíferas del mundo (785.053 mil millones de barriles aproximadamente) y los permanecerían en el tiempo de prolongarse indefinidamente la ventana de oportunidades del petróleo, debe también accionar un programa de relaciones con el reto de los actores del concierto petrolero global, tales como grandes y pequeños países consumidores, países productores No OPEP, compañías privadas y grupos ambientalistas u ONG´s. Esto con la intención de que sus aspiraciones de maximización de la renta petrolera, no sea dada al traste por los intereses también legítimos del resto de los actores globales.
MILKO LUIS GONZALEZ SILVA: Internacionalista, estudios de Especialización y Maestría en hidrocarburos, Investigador Petrolero del IIES/FACES/UCV, ex profesor de la cátedra Historia de Europa de EEI/FACES/UCV, profesor de la cátedra Petróleo e Islam de la EEI/FACES/UCV.