Economía

Informe petrolero: ¿Precios altos? I

La importante coyuntura que representó la reunión ministerial de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) del 27 de marzo pasado, evidenció la persistencia de aspectos estructurales del negocio petrolero, tales como la relación producción/precios (dentro de la ecuación oferta-demanda).

Pero además, sirvió para reeditar conceptos tradicionales, los cuales en la medida que el petróleo se ha mantenido como primer energético global, también han cobrado cierto tinte estructural. Entre esos conceptos podría citarse:

a) el del mercado petrolero como uno de carácter político,

b) la concentración de las reservas petrolíferas mayores en manos de un grupo reducido de países,

c) el precio político del petróleo,

d) la condición estratégica del petróleo y su importancia para el flujo económico global,

e) la vulnerabilidad de los Estados Unidos (EE.UU.) ante las dificultades de suministro por un lado y, ante los precios demasiado altos por otro,

f) el paradójico carácter de única superpotencia global de EE.UU., pese a su vulnerabilidad energética,

g) la incidencia del petróleo y su precio, en el futuro político de los demócratas en los EE.UU.,

h) la condición parcializada de las monarquías petroleras del golfo árabe-pérsico con respecto a los EE.UU,

i) la dependencia de estos países árabes de Washington en materia defensiva,

j) la tradicional postura radical y antioccidental de países como Irán, Irak, Libia y Argelia,

k) la consecuente y lógica división interna de la OPEP, entre petromonarquías y radicales, pero la existencia de el fenómeno de la existencia de la OPEP pese a sus contradicciones internas,

l) las amenazas potenciales a la vigencia del petróleo por la aparición de una fuente alterna de energía, y

m) la vulnerabilidad de los países monoproductores de la OPEP

Todas estos aspectos, arman un intrincado mosaico de relaciones político-economico-civilizacionales las cuales hacen del negocio petrolero posiblemente el más complejo del mundo. Sobre todo, en tiempos como los actuales de transformaciones agudas en cuanto a la vigencia del conocimiento en todas sus expresiones, los modos de producción, las estructuras de las sociedades locales y global y las maneras de interrelación humana en todos los ámbitos.

De tal manera, que los países productores y consumidores se debaten diariamente entre la lucha por la venta y compra de crudos, como actividad cotidiana; y los razonamientos acerca del futuro energético del mundo, como parte del ejercicio impostergable de prepararse para el porvenir. Históricamente, el crecimiento y evolución de las civilizaciones ha estado íntimamente vinculada, a una fuente energética. En su oportunidad la leña, el carbón, la fuerza hidráulica y el vapor contribuyeron a la transformación de un modelo de sociedad hacía a otra y a su sostenimiento por un tiempo determinado. Después de la Segunda Guerra Mundial, el petróleo comenzó a entronizarse como el primer energético que posibilitó la que podríase considerar la segunda gran ola industrializadora de la sociedad occidental y buena parte de la global. En un mundo como el que hoy día vivimos, el cual precisamente se enfrenta a una fase de transición hacia nuevos modelos de organización societal, cabe perfectamente la idea, dados algunos indicadores como las pretensiones hacia disminución paulatina de la dependencia petrolera, de que le mundo puede también estar en presencia de un proceso -aunque algo imperceptible- de transición energética.

En el plano de lo inmediato, se pronostican precios (moderadamente) altos para el año 2000, los cuales se estiman en un promedio de 22 a US$ 28 p/b, según sea la participación global de la OPEP en el mercado. Este condicionante, da al traste con la idea de que la OPEP ha perdido total vigencia como ente regulador del mercado. Ciertamente su influencia no es la misma de décadas pasadas y la aparición de otros productores la ha obligado a funcionar en concertación con éstos, pero su condición de actor importante del sistema petrolero internacional se corrobora.

En tal sentido, se estima que además de la participación OPEP a lo largo del año (estimada en unos 24,2 millones de b/d), tendrá mucho que ver en el sostenimiento alto de los precios, el moderado aumento de la producción por parte del cartel en abril y la imposibilidad de que los inventarios se recuperen en su totalidad con el incremento anunciado por la Organización. En lo que a ese ascenso de la producción se refiere, la OPEP volvió más o menos a los niveles de marzo de 1999. Aun cuando anunció un incremento de 1.7 millones de b/d, en realidad era de apenas 500 mil b/d. Esto debido, en parte, a que los incumplimientos en los cuales habían ya incurrido algunos miembros con sus asignaciones o cuotas fueron incluidos en los 1.7 mm de b/d señalados al final de la reunión ministerial. Ese incremento moderado, aún cuando desde el punto de vista político satisfizo intereses y calmó ánimos, no fue suficiente para que las empresas repusieran inventarios. De tal manera, que las restricciones de la oferta y el aparente crecimiento de la demanda mundial, producto de una recuperación económica global, incidiría también en un sostenimiento de los precios en niveles altos. Por ello, para mantener los estándares de precio fijados por la OPEP en marzo, seguramente ésta subirá la producción en su reunión de junio y de octubre de 2000. El periodo de transición entre un aumento y otro, sería controlado con la propuesta venezolana de las «bandas de producción» (1)

No obstante, la complejidad actual del manejo de los almacenamientos por parte de las compañías introduce en esta situación ciertos factores impredecibles, como los intereses particulares de cada empresa, por ejemplo. Desde la Guerra del Golfo de 1991, las transnacionales optaron por reducir sus inventarios tradicionales, ante la aparente desaparición de amenazas al suministro. Por otro lado, el bajo margen de ganancia que actualmente deja la actividad de refinación (30 centavos de dólar p/b), ha obligado a las compañías a tener bajos inventarios dado el aumento de los costos de almacenaje. (2)

Por otra parte, como se indicó, se estima un crecimiento moderado, pero sostenido de la economía mundial para 2000. Entre el 1.5 y el 2.5% será el crecimiento previsto, sin embargo habrá algunos casos particulares como el de los EE.UU que lo hará a razón de un 4%, si el precio del petróleo se mantiene por debajo de 30 US$; o en el caso de los países europeos del euro que lo harán presumiblemente en un 3,3%. Esto pese a que el primer semestre de 2000 se vio afectado en la demanda por el invierno benigno (aunque un poco más frío que el de 1998-99) que reinó en el hemisferio norte. Asimismo, se determinó que el mantenimiento de los precios altos durante el último año, afectó negativamente también el crecimiento económico en el mundo y por ende, la demanda.

No obstante, esa desacelaración del crecimiento económico y descenso de la demanda habría podido haber sido contrarrestada en cierta medida con algo de cooperación por parte de los países desarrollados. Éstos podrían contribuir, para que el flujo económico global continuase, disminuyendo los altos aranceles, que en algunos casos con justificaciones ambientalistas, cobran al petróleo que importan. Los altos aranceles, hasta 456% ad valorem (según Per Kowroski), que pechan al petróleo en toda Europa, por ejemplo, no solamente encarecen los productos, especialmente la gasolina, para el consumidor final, sino que también otorgan a los fiscos voraces de esos países, recursos de fácil obtención que hacen altamente injusta la distribución de los beneficios que se generan de la explotación petrolera. Adicionalmente, los «malvados de la OPEP» son los que corren con las culpas y las pestes que el público consumidor les endilgan por ser los supuestos responsables de los precios altos de la gasolina en sus países. Un barril de petróleo puede llagar a producir hasta 150 dólares desde que es sacado del pozo, hasta que llega al consumidor final convertido en cualquier producto. De todo ese proceso de multiplicación de su valor, solamente unos 25 o 30 dólares queda para los países productores -e incluso transportistas y refinadores-. La diferencia, se vuelva presa de los fiscos del los gobiernos consumidores, quienes han encontrado en los mecanismo impositivos una fuente fácil de ingresos. Esta situación ha persistido a lo largo de las décadas y al respecto Roberto Centeno señala:

«En estas circunstancias, los países consumidores eran los grandes beneficiarios de esta situación (explotación petrolera y precios bajos). Ya que o bien el consumidor recibía los productos a bajo precios, o lo que ocurría más frecuentemente, dad al inelasticidad de algunas demandas (la gasolina ) los gobiernos gravaban con altos impuestos a estos roductos (gasolinas o gasóleos fundamentalmente), con lo que se apropiaban de la mayor parte del gran excedente del consumidor que una demanda inelástica genera. Esto traducido al lenguaje corriente significaba que mientras los países exportadores se beneficiaban muy poco, lo que contribuía a crear notables tensiones en los países exportadores, que consideraban injusto el que <> petróleo, fuera gravado más fuertemente en otros países que en los suyos propios.(3)

Por otra parte, aun cuando los países productores, especialmente los del cártel, obtuvieron ingentes recursos económicos por los precios «altos», esto resulta improducente por un periodo prolongado, mientras no se logre que los países consumidores no disminuyan los impuestos a la gasolina, por ejemplo. Una disminución de los excesos impositivos conllevaría a las posibilidades de una mayor demanda petrolera y la posibilidad de precios que no lesionen los intereses ni del productor ni del consumidor final. Por supuesto que mientras la asimetría y las restricciones al consumo de petróleo se agudice o mantenga, los países productores (particularmente la OPEP) deben continuar luchando porque los precios no lleguen a ser demasiado «altos». Entre otras cosas porque, por ejemplo, esos precios crean presiones inflacionarias en las economías desarrolladas, las cuales se trasladan al corto plazo a las economías emergentes; desacelera el crecimiento económico de esos países, lo cual igualmente traslada consecuencias negativas hacia el tercer mundo, propicia medidas proteccionistas (ambientalistas) por parte de los gobiernos de los países industrializados, y crea presiones hacia arriba en los programas de eficiencia energética y fuentes alternas de energía. Programas éstos, que en muchos casos podría suponerse que no son tal y son argumentos utilizados por parte de los países industrializados para intimidar a los productores y obligarlos a explotar más para hacer bajar los precios. Dado que existe la credibilidad sobre la capacidad tecnológica de estas naciones, la amenaza se hace en buena parte creíble.

Por ello, el esfuerzo de los países productores, particularmente los monoproductores, debería ser hacia la concertación de un precio de equilibrio; válido para exportadores y consumidores. De acuerdo a los postulados más recientes acerca del tema del desarrollo económico global, el mundo necesitaría para progresar de manera más o menos simétrica precios estables y predecibles del petróleo, para evitar las variaciones bruscas y coyunturales que ha tenido hasta ahora. La estabilidad y la predecibilidad del precio, pudiera permitir una planificación económica más viable.

En el marco del contexto general antes descrito, Venezuela debería verse beneficiada del mismo. Se estima, que si el precio de la cesta OPEP (promedio de varios crudos que se sitúa generalmente unos dos dólares por debajo del WTI), este país podría percibir en entre 21 y 21,5 mil millones de dólares con una producción de aproximadamente 3.1 millones de b/p. Estos ingresos, de materializarse, serían considerados como los más altos en la historia venezolana. El ingreso petrolero anterior más alto hasta la fecha ocurrió en 1981. En aquella oportunidad ingresaron al Gobierno Nacional 20,5 mil millones de dólares. (4)

Notas:

(1) Aumento o recorte de 500 mil b/d, según la evolución del precio hacia la alza o hacia la baja en un margen que oscilaría entre 22 y US$ 28 p/b. Esta propuesta fue hecha por el Ministro de Energía y Minas Venezolano Alí Rodríguez Araque, quien además es actualmente Presidente de la OPEP para un período de un año.

(2) Roberto Centeno, El petróleo y la crisis mundial, Alianza Universidad, Madrid, 1982.

(3) Agenda Petrolera Internacional, IIES/FACES/UCV, abril 2000, p.6.

(4) Ibíd., p. 2.

* MILKO LUIS GONZALEZ SILVA: Internacionalista, estudios de Especialización y Maestría en hidrocarburos, Investigador Petrolero del IIES/FACES/UCV, ex profesor de la cátedra Historia de Europa de EEI/FACES/UCV, profesor de la cátedra Petróleo e Islam de la EEI/FACES/UCV.

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