Ideas para Venezuela (II)
Economía y petróleo
En la continuación del bosquejo de lo que puede ser la nueva Venezuela que emerja a partir de 2012, seguidamente tratamos los temas de la política económica y el petróleo. En el asunto de la economía, siguió durante mas de seis años el gobierno el método del ensayo y el error como forma de conducción de los asuntos económico y habiendo ensayando y errado ahora optó por la política de estatización de la economía como principio económico cardinal. Llegó el presidente Chávez a Miraflores con la consigna económica fundamental de desarrollar el Eje Orinoco-Apure y de ello solo quedan las carpetas archivadas no se sabe en cual despacho de la Administración Publica.
Es la concentración de los medios de producción en manos del Estado la clave para entender la política económica actual y también los principales problemas que enfrenta el país. Con el argumento del carácter estratégico de las empresas a estatizar, se ha venido el Estado apoderando gradual pero sostenidamente de la economía y hoy está en sus manos desde el petróleo hasta las ventas de arepas. En ese proceso de ampliación del rol del Estado, las expropiaciones y confiscaciones han sido el instrumento.
Al principió se expropió como fue el caso de CANTV y la Electricidad de Caracas con pagos oportunos a sus accionistas extranjeros. Ahora se trata de confiscación, es decir se arrebata la propiedad y se entra en un largo proceso de regateo donde al final el gobierno no paga y con ello se apropia de los medios de producción. Eso ha llevado a conductas depredadoras en la medida en que muchas empresas que pasaron de manos privadas a ser manejadas por la burocracia estatal hoy languidecen en situación de quiebra.
Todo ello ha afectado severamente las finanzas públicas. Al ensancharse el ámbito de la acción del Estado, Venezuela pasó de superávit a déficit fiscal porque los desbalances de las empresas se constituyen en pasivos para el fisco que debe entonces enjugar esas pérdidas y lo hace consumiendo buena parte de los recursos que han debido destinarse al gasto social. Tal vez el caso más emblemático sea el de Sidor que era una empresa exportadora, la segunda de Venezuela y actualmente importa los productos que antes exportaba. Era también una de las principales contribuyentes con impuestos al fisco nacional y hoy debe recibir recursos del gobierno.
Estas circunstancias de déficit crónico que presentan las finanzas públicas de Venezuela han propiciado dos situaciones indeseables. En primer lugar, ha llevado a un endeudamiento masivo que comprende el Ejecutivo y a PDVSA y en segundo lugar ha destruido la estabilidad monetaria de Venezuela debido a que ha subordinado al Banco Central al Ministerio de Finanzas y hecho del ente emisor una especie de caja chica. Lo anteriormente explicado ha conducido a un ciclo de devaluación e inflación que le ha restado credibilidad a la política económica y ha propulsado el alza sostenida de los precios.
Se enfrenarán en las elecciones de 2012 dos visiones. La del gobierno que propugna por que el Estado sea el principal propietario de los medios de producción y la otra donde prevalece la propiedad privada y la gente puede desarrollar todas sus potencialidades como emprendedor o empresario. En lo referido a la política económica el nuevo gobierno que tome las riendas en 2013 deberá entonces guiarse por los siguientes principios. En primer lugar, ordenar el fisco y eliminar la multiplicad de presupuestos, manejados discrecionalmente por el Presidente de la República.
Ello se llama responsabilidad fiscal. En segundo lugar, reordenar el endeudamiento público y financiar con nuevas emisiones de deuda externa proyectos de infraestructura o aquellos que generen divisas para pagar los compromisos adquiridos. Nunca debe emplearse las emisiones de deuda en divisas para tratar de estabilizar el tipo de cambio. Tercero, restituir la autonomía del BCV para que pueda la autoridad monetaria luchar eficientemente contra la inflación. Cuarto, debe detenerse de inmediato la política estatizaciones de empresas y acordar entregar parte de las empresas ya estatizadas en propiedad a los trabajadores. Cuarto, unificar gradualmente los tipos de cambio y flexibilizar el control de cambio con miras a su levantamiento a futuro una vez que hayamos restaurado la confianza y quinto, ajustar el control de precios de manera de conjurar la escasez de bienes que el mismo genera. Una vez que la política monetaria y fiscal surta el efecto deseado, el control de precios carecerá de sentido.
En lo relativo al petróleo, la política del gobierno ha sido una sola: extraer la mayor cantidad de recursos del fisco y hacer del Estado y sus socios políticos los únicos actores en el negocio petrolero. En cuanto al manejo de PDVSA la línea estratégica ha sido la de hacer de la empresa un gigantesco ministerio encargado de cuanta actividad se le ocurra al presidente Chávez.
Todo esto tiene que cambiar porque ello ha conducido a la exclusión de potenciales inversores y a una caída muy peligrosa de la producción petrolera. Una nueva política petrolera debe contener ejes estratégicos orientados a, en primer término, expandir la producción petrolera y aprovechar todas las oportunidades que se desprenden de la industria petroquímica. Para ampliar la capacidad de producción es vital llegar a acuerdos con capitales del exterior pero también abrir espacios para que los nacionales inviertan en petróleo aprovechando los ahorros retenidos en el país, en virtud del control de cambio.
Ello no contradice la defensa de los precios. PDVSA por su parte, debe concentrarse en su negocio fundamental que es la exploración, producción y exportación de petróleo y dejar toda la acción social que hoy despliega en manos en una agencia especializada en la gerencia de la política social. En Venezuela no hay desarrollo sin petróleo pero tampoco hay petróleo sin desarrollo, de allí que la integración del petróleo al resto de la economía sea esencial. El petróleo como palanca de desarrollo más no como única y exclusivamente fuente se ingresos fiscales.