Economía

Hamburestupidez

La hamburguesa “Big Mac”, según “The Economist” y muchos economistas, que por lo visto no ven más allá de los gusanos rojos de California, que son la materia prima para ese pedazo de grasa cocinado a la plancha, y que se mete dentro de un pan mal cocido, con granitos de no sé que en su corteza, es en si un medidor de la moneda de Venezuela y de otros países; para estos engendros de la economía la “Big Mac” es una monedea en sí. No me río porque soy poco chistoso…

Yo le diría a estos sabios economistas, que escriben en diversos magazines, periódicos y predican en TV, que si la “Big Mac” es tan poderosa como medio de intercambio y de medida econométrica, por qué Estados Unidos, América Latina, Asia, África y Oceanía, no pagan sus respectivas deudas externas con hamburguesas?

Ya sé. Seguro que me van a contestar de que esto implica varios problemas y me dirán: 1) es más fácil almacenar en Fort Knox y en todos los bancos centrales del mundo barras de oro, papeles moneda y bonos, diamantes y barras de plata, que hamburguesas; 2) me dirán, que para almacenar hamburguesas necesitarán  de miles y miles de metros cuadrados, más que el Pentágono, de depósitos refrigerados, y que para producir la energía eléctrica de esos depósitos se requeriría de al menos una planta termo nuclear; 3) lo anterior encarecería más los costos de la “Big Mac”, me dirían, y esto haría necesario más devaluaciones, afirmarían. 4) Otro problema que se presentaría, según estos avezados economistas, sería el transporte de la “Big Mac”; ¿imagínense ustedes cómo se haría, por ejemplo, para pagar un cargamento de un millón de barriles de crudo. ¿Cuántos miles de barcos del tamaño de un supertanque se necesitarían para trasladar esa moneda de un país a otro (considerando que deben ir refrigerados).

Ahora, miremos el asunto un poco más seriamente. ¿OK? – Bien, según los sesudos economistas de oposición venezolanos (no todos por supuesto, sólo los más estúpidos), que bien poco favor le hacen a la oposición seria, manifiestan que una hamburguesa “Big Mac”, sin su combo (perdón pero no sé que significa eso), costaría un 30% menos que en Estados Unidos pues, en Venezuela, su costo es de Bs. 5.600, mientras que en EE.UU. es de US.$ 3,06 y en los demás países también, según estos economistas, (cuestión que no me consta porque hace poco en Santiago de Chile costaba US.$ 2,00 y Chile tiene una moneda fuerte); pero, en fin; si cuesta Bs. 5.600 y al cambio oficial de venta el dólar cuesta Bs. 2.150, habría que multiplicarlo por US.$ 3,06, esto significa que el valor real debería estar, según estos sesudos economistas, en 2.150 X 3,06 = 6.579,00 –  lo que daría una paridad del dólar de 5.600/3.06 = Bs. 1.830, 06 por dólar, es decir, tendríamos una moneda subvaluada; pero, dicen, si el dólar en el mercado paralelo llegó a cotizarse, en enero 2007 a Bs. 4.500, esto significa que la hamburguesa debería costar 13.770, por lo que el bolívar realmente estaría sobrevaluado en cerca de un 50%, lo cual es realmente una estupidez por varias razones.

Primero – no se puede colocar a un plato de “rubísh food” como le decíamos en Escocia a esta “comida”, como valor de cambio y/o fórmula económica, porque en Venezuela, para empezar, un asalariado de la Mac Donald no debe ganar más allá de Bs, 1 millón mensual, con cesta ticket y todo lo que equivale a US.$ 465, mientras que el salario mínimo de un trabajador norteamericano es de US.$ 3.000, lo que equivale a Bs. 6,5 millones, que ni siquiera lo gana un gerente de PDVSA; además, en Venezuela, la franquicia es mucho más económica que en EE.UU., Inglaterra o Francia, por nombrar a unos pocos países pues en el país bolivariano el metro de terreno, el m2 de construcción, la maquinaria, los muebles, la energía, los insumos, etc., tienen un valor, promediado, de unas veinte veces menor que en los países nombrados; por lo tanto, no hay que ser muy sabio para entender que no se puede comparar el valor de un bien de consumo de un país con otro por una simple razón de costos ¿verdad?

Así que, finalmente, les aconsejo a los colegas economistas o politólogos, que no usen esta estúpida comparación pues caerían en la misma estupidez del The Economist, que generalmente no brilla por sus aciertos económicos o por la calidad de sus artículos. Esa pomada hay que vendérsela a otros. Recomiendo que estos amigos y amigas se coman sus hamburguesas, las usen solamente como alimento pero teniendo cuidado con el colesterol y la grasa en el hígado pues son mortales.

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