Maduro mantiene a Venezuela en «emergencia económica» desde hace tres años
Más de tres años en emergencia económica. El 14 enero de 2016, bajo el alegato de una guerra económica contra Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro decretó el Estado de Excepción y Emergencia Económica, en un intento de enfrentar lo que califican como un asedio extranjero contra la economía del país.
Mediante este decreto, se le permitió al gobernante Nicolás Maduro establecer medidas excepcionales para la reanimación de la economía y mantener la seguridad de la nación.
Pero lo que sería un decreto por la estabilidad y el bienestar del pueblo y que estaría vigente por 60 días, se ha extendido durante más de tres años. El pasado 10 de mayo se estableció, de acuerdo con la Gaceta Oficial extraordinaria n° 6.456, la vigésima prórroga del decreto de emergencia económica por 60 días más.
Estas renovaciones sucesivas del estado de emergencia desvirtúan el carácter excepcional del mismo para convertirlo en un asunto ordinario, a través del cual Maduro ha gobernado por decreto durante los últimos tres años, abandonando los controles característicos de una sociedad democrática.
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De la inflación a la espiral hiperinflacionaria
En enero de 2016, al momento del primer decreto, la inflación en Venezuela se ubicaba en 14%, según cifras del Banco Central de Venezuela, lo que representaba para entonces una cifra 1.473% superior al promedio de los otros 17 países de la región latinoamericana.
Al cierre del año, y ante la ausencia de datos publicados por el BCV, la Comisión de Finanzas del Parlamento venezolano estimó que la inflación de 2016 se ubicó en 550%.
El salario, por su parte, registró cuatro aumentos decretados por el Ejecutivo nacional, pasando de Bs. 11.577 en marzo a cerrar en Bs. 27.092,00 a partir de noviembre de ese año.
Durante este período, ocurrió la mayor caída registrada del Producto Interno Bruto (PIB) que tuvo lugar durante el tercer trimestre de 2016, cuando el producto se contrajo en 21,5%.
Para entonces, ya las medidas económicas se evidenciaban en supermercados con anaqueles vacíos. El desabastecimiento, acompañado de un fuerte deterioro del salario de los trabajadores, era lo que caracterizaba la crisis económica del país para el momento.
En 2017, Venezuela inició su camino hacia la hiperinflación. Mientras que el año inició con un índice de inflación de 18,7%, en octubre el país registró una inflación del 50,6%, respecto del mes anterior, entrando técnicamente en hiperinflación al rebasar por primera vez en su historia el umbral de 50% que define este último concepto.
Ese año el salario mínimo fue incrementado en cinco ocasiones: enero, mayo, julio, septiembre y noviembre, pasando de Bs. 40.638,15 a principios de año para cerrar el período en 177.507,44 bolívares.
«No hay aumento de salario que pueda combatir esta situación», comentó entonces el diputado y economista Rafael Guzmán, al señalar que Venezuela es el único país del mundo en tener hiperinflación.
Así, el año 2017 cerró, de acuerdo con la Comisión de Finanzas del Parlamento, con un inflación mensual correspondiente a diciembre de 85%, un índice anualizado de 2.616% y una caída del PIB de 15%.
«Recuperación económica»
De la misma forma, inició el año 2018, el año con el mayor número de aumentos salariales, marcado por la peor crisis económica en la historia del país, una dolarización informal y una disminución de la economía de más de 50%. La tasa mensual de inflación correspondiente a enero de ese año se ubicaba en 84,2% y el salario mínimo de los trabajadores perdía cada día más su escaso poder de compra.
Fue también el año de la reconversión de la moneda propuesta por el gobierno nacional, con la que entró en vigencia un nuevo cono monetario de bolívares “soberanos” con cinco ceros menos.
La medida se tomó como parte del programa de “recuperación económica” que también estuvo acompañado de un aumento salarial de más del 5.000%, el control y fijación de precios de los principales rubros de la canasta básica y una reforma fiscal.
Aumento tras aumento. Los ajustes salariales durante 2018 se hicieron cada más frecuentes y conformaron un círculo vicioso en el que, a través del sueldo, el Gobierno intentaba alcanzar el nivel de hiperinflación.
Sin embargo, los seis aumentos de salario no tuvieron ningún éxito, puesto que, a decir de los analistas económicos, no se corrigieron los principales desequilibrios económicos que llevaron a Venezuela a una crisis financiera sin precedentes: la emisión descontrolada de dinero por parte del BCV y el descenso de bienes en el mercado a causa de la destrucción del aparato productivo nacional.
Finalmente, con una tasa de hiperinflación anualizada en 2018 que se ubicó en 1.698.488% y de 3% diaria, según datos ofrecidos por el Parlamento, Venezuela comenzó el año 2019 atravesando una depresión económica en la cual durante cinco años ha experimentado la caída del PIB del 52%.
La contracción de la economía se profundizó en el primer trimestre de 2019. Lo señala el más reciente informe de Econométrica, el cual apunta que “el comienzo de 2019 estuvo marcado por incertidumbre política, sanciones económicas y la profundización de la contracción de la actividad económica. Las políticas implementadas durante el primer trimestre del año han sido insuficientes para la estabilización de la economía”.
Adicionalmente, el colapso de la producción petrolera en Venezuela se acentuó como consecuencia de los apagones eléctricos registrados en marzo, y todo parece indicar, según los expertos, que el declive en la producción continuará en los próximos meses, pues el país no cuenta con los recursos para poder reactivar la industria, ni el marco legal e institucional son conducentes para atraer el capital trasnacional.
Tras 20 prórrogas del decreto de Estado de Excepción y Emergencia Económica, avalado por el Tribunal Supremo de Justicia, el Gobierno no ha logrado enmendar los grandes desequilibrios económicos que hoy en día se traducen en la mayor caída del consumo vista en la historia del país, el salario más bajo y la inflación más alta de la región.