Gas natural para la integración energética latinoamericana
Resulta paradójico que en las cumbres latinoamericanas Venezuela ofrezca gas natural a granel y se vanaglorie de tener las mayores reservas del continente, siendo las segundas, después de las de los Estados Unidos; que hablemos de utilizar el gas para la integración energética de la región y, mientras tanto, en nuestro país hay déficit de gas.
Abusando de la geometría hablamos de “arco” energético caribeño, de un “cono” que se formará con dos “tangentes” con “vértice” en Anaco hasta el “círculo” formado entre Buenos Aires-Santiago-La Asunción-Sao Paulo y mientras tanto, insisto, en Venezuela no hay suficiente gas.
En el Zulia el sector eléctrico quema combustibles líquidos ante la falta de gas. Ramón Laguna, la planta de vapor de Enelven, tiene que quemar fuel-oil, en tanto Rafael Urdaneta y Termozulia, las dos centrales con turbinas de gas, tienen que quemar gasoil. El consumidor no lo percibe porque PDVSA le vende el gasoil a Enelven a 50 bolívares por litro, mientras en el exterior vendería el mismo litro a 800 bolívares, pero PDVSA y la nación perdemos el ingreso en divisas porque no hay suficiente gas.
En paralelo, hay limitaciones de suministro de gas a las industrias básicas de Guayana, donde el déficit alcanza al 15% de las necesidades. Electricidad de Caracas tiene que quemar fuel-oil porque tampoco tiene suficiente gas e, inclusive, el Complejo Refinador Paraguaná (CRP) y Genevapca, que produce electricidad para la refinería, también queman gasoil. No quiero ni mencionar el sector petroquímico, porque se ha convertido en una caja negra donde no se dispone de información confiable, pero es de suponer que en El Tablazo tampoco se suministra suficiente gas, a menos que sea el único cliente privilegiado en occidente.
En especial, quemar gasoil para generar electricidad resulta un pecado, porque nos condena a tener un kilovatio hora carísimo, aunque su costo no se le traspase al consumidor. El consumo de gasoil en el país ronda los 100 mil barriles por día, lo que implica un subsidio al mercado interno de más de 5 millones de dólares diarios, de los cuales más del 20% es atribuible al sector eléctrico, es decir, un millón de dólares diarios, que podrían ser evitados en su mayor parte, manteniendo el subsidio al transporte, con sólo un poquito del inmenso chorro que vamos a enviar a sur América.
Igualmente incierta es la perspectiva de los nuevos proyectos de generación eléctrica que con urgencia necesita el país. Se les dice que deben quemar gas natural, porque tenemos unas enormes reservas y los precios internos la hacen la alternativa más económica, pero en la realidad no logran firmar un contrato de suministro con PDVSA, porque esta empresa sabe que no hay suficiente. Las turbinas de gas que se deben instalar en Pedro Camejo (Carabobo) o La Raisa (Miranda), no tienen asegurado el suministro de gas, ni tampoco el proyecto térmico de Edelca en el oriente del país. Esto compromete el panorama de la generación de electricidad en un futuro cercano, ya que en las plantas que no estén cerca de un puerto la logística del suministro de gasoil es tremendamente difícil.
En estas circunstancias, y aun reconociendo la importancia de la integración latinoamericana en lo energético y en lo social, que a mí en lo personal me parece algo maravilloso, se impone solicitarle al gobierno que atienda las necesidades del mercado interno que se han venido acumulando dramáticamente durante estos primeros seis años de revolución.