Flotar para devaluar: El Juego de la Credibilidad
El dilema de Fausto
El entorno: de la economía política a la política económica
A.En el ámbito económico: insostenibilidad y contracción económica
a) caída de los precios del petróleo a un promedio de 15,50 US $ el barril y reducción drástica de los volumen de exportación que disminuyen el ingreso fiscal en unos 6 % en términos de PIB.
b) presupuesto con ingresos fiscales ordinarios petroleros y no petroleros sobreestimados en 8 – 9 % en términos de PIB.
c) contracción de la economía obedeciendo el impacto negativo externo, por la caída de la actividad económica global y por exacerbado riesgo de invertir en un país sometido a un fuerte sacrificio revolucionario.
d) tasa de cambio sobrevaluada a todas luces insostenible en función de los riesgos y los fundamentales macroeconómicos.
e) elevado riesgo país que impide el acceso a los mercados de capitales, coadyuvado esto último por el impacto negativo causado por el default argentino
f) insostenibilidad fiscal por la caída y sobrestimación de ingresos fiscales ordinarios
g) fuerte presión por el sobreendeudamiento interno que induce nuevas alzas en las tasas de interés y con ello disminuir aún más la actividad económica.
h) elevadas tasas de interés por efecto del fuerte endeudamiento previsto en el presupuesto de este año, desplazaría los escasos fondos disponibles a la inversión para producir bienes y servicios y contraerá la demanda de crédito
i) todo lo anterior debilita el sistema financiero, ya de por sí afectado por el inmenso volumen de salida de capitales
j) crisis en la prestación de servicios públicos por baja inversión publica y privada, dado el contenido ideológico socialista impuesto en leyes y decretos que afectan la economía de esos servicios y que en el corto plazo afectarán la educación, la salud y muy particularmente el servicio de electricidad, al negársele la participación privada para invertir en estos sectores.
k) Esto resta viabilidad y credibilidad a cualquier ajuste fiscal en virtud del inmenso volumen de recursos que se requieren en estos servicios y que el Estado y el gobierno no disponen
B.En el ámbito político: inestabilidad y escasa credibilidad
a) fuerte debilidad institucional con perversión de las reglas de juego de una economía de mercado que ha inducido a una fuerte pérdida de confianza.
b) sesgo antimercado y de excesivo intervensionismo del gobierno y el Estado en la economía, lo cual ha estrechado las posibilidades de inversión del sector privado, creándole incentivos a la desinversión y en consecuencia a las salidas de capitales.
c) desintegración política que impide él dialogo normal en una democracia, y muy necesaria cuando las condiciones y fundamentales macroeconómicos se deterioran.
d) excesivo concentración de poder que impide la transparencia que requieren el juego democrático entre los poderes fundamental para la composición de reglas de juego en una economía de mercado que amerite seguridad jurídica
e) debilidad y perversión administrativa y legal que debilita los derechos de propiedad, institución esta sin la cual no hay progreso económico duradero
f) debilidad de la institución militar sometida a un juego perverso de politización que debilita el fundamento político de la confianza y credibilidad institucional necesaria para la inversión de largo plazo
Las características de ese entorno económico y político de elevada vulnerabilidad exigen del gobierno, y no tiene alternativas por haber agotado el funcionamiento de cooperación y colisión de una democracia, un esfuerzo político mas allá de las medidas anunciadas para devolverle credibilidad a la política macroeconómica y particularmente para evitar el pánico financiero que paulatinamente se ha venido coadyuvando la inestabilidad económica.
1. El cambio en la política económica: una giro a lo Caldera?
Qué hace el gobierno para conjurar el entorno de inestabilidad en el cual entra la economía nacional? El Presidente de la República, anunció entonces un espectro de políticas cuya implementación ocurre en el momento de mayor apremio e inestabilidad política que haya vivido la administración de Chávez en estos años.
En esas condiciones Chávez tira la primera piedra, desmonta la banda y acepta la devaluación del bolívar, y anuncia un recorte fiscal y en cierto modo paz política. Cuanta credibilidad obtendría a cambio en los mercados, tanto en lo político como en la economía?.
¿Cuál será la reacción de los sindicatos en razón de la devaluación y al impacto negativo que ello tendrá en el salario real de quienes devengan ingresos fijos?
Cuán intenso es el impacto negativo de la devaluación en la actividad económica?
Creerán los mercados que un ajuste en el tipo de cambio como el visto en estos días “paga” los efectos de la sobrevaluación del bolívar?
Cómo reaccionarían las tasas de interés ahora que el BCV se dispone a desmontar el inflación target como estrategia central de la política monetaria y cambiaria?
Qué impacto impondrá el alza en las tasas de interés inducido ahora por la presión inflacionaria, en el servicio de la deuda interna?
Habrá capacidad política para un fuerte recorte fiscal que no sea digerido por las clientelas del Estado: trabajadores y clientela política?.
Y si los mercados no dan credibilidad a la política económica anunciada, cuales serian las consecuencias en la convertibilidad del bolívar?
Muchas como estas y otras interrogantes deberán ser enfrentada por la administración Chávez ahora que decidió jugar a la economía sin la comodidad que le brindaba el ancla cambiaria enrollada en el cuello.
2. Flotación y/o devaluación del bolívar
El grado de deterioro institucional que se vive en Venezuela y el impacto negativo que impone en la economía la revolución bolivariana han hecho que debajo del bolívar y de la tasa de cambio más precisamente se mezclen la inestabilidad política y el elevado riesgo de invertir y ahorrar en Venezuela.
La salida continua de capitales de los últimos años ha sido una reacción racional cultivada por las perversiones que deja en su camino la revolución bolivariana. De allí que el anuncio del abandono del régimen de bandas y permitir la flotación del bolívar constituye en los hechos la aceptación por parte del gobierno de preferir mayor presión inflacionaria, pese al impacto contractivo que tendría la devaluación, para poder tomar por efecto de la devaluación el impuesto inflacionario que causa la inflación que impondrá la devaluación del bolívar.
En tal sentido la eliminación del régimen de bandas implica la recomposición del presupuesto de este año dado que las metas macroeconómicas serán adversamente afectadas por la flotación / devaluación del bolívar. De hecho el presidente anunció la disponibilidad de ganancias cambiarias, que no es otra cosa que el impuesto inflacionario, por un monto de 1200 millones de dólares con lo cual la ilusión monetaria llega al presupuesto en recursos nominales pero que podrán satisfacer las necesidades de gastos porque la inflación que cause la devaluación encarecerá los bienes y servicios que adquiere el Estado, pero induciendo mayor inestabilidad fiscal en virtud de que al alza en las tasas de interés elevará el costo de endeudamiento y en consecuencia los desembolsos para el servicio de la deuda interna.
Sin embargo, para que la flotación del bolívar se alcance en un nivel determinado de equilibrio –digamos 1000 Bs. por dólar- sería necesario el desmantelamiento o la reversión de la “revolución” y del discurso político y del retorno a un juego democrático de diálogo, consenso, cooperación y por supuesto colisión de intereses políticos, todo normal en un régimen democrático.
Si no se “sacrifica” la revolución bolivariana para la tranquilidad y convivencia de la democracia y la economía de mercado, la presión cambiaria se mantendría, la salida de capitales continuará y ello entonces daría entrada al escenario heroico de crisis financiera, control de cambio y default en el pago de la deuda pública. De allí que la promesa del Presidente de envainar la espada, requiere que él mismo tome en serio su discurso y pueda el gobierno estabilizar el piso político del régimen y el buen desenvolvimiento de la economía.
<b<3. El recorte fiscal: cuánta credibilidad en ese anuncio?
Las señales son aún más contradictorias porque el anuncio del recorte del gasto no es consistente con el otro anuncio de más impuestos, y además del impuesto inflacionario, léase ganancias cambiarias, que daría la flotación / devaluación del bolívar, restándole en cierto modo credibilidad al anuncio de la flotación del bolívar, por un recorte en el gasto público de un 7% del PIB.
Esto se le incorpora al hecho de que el recorte fiscal anunciado es insuficiente –se queda corto- dado que el déficit fiscal esperado estaría en un 11-12% del PIB, una vez sincerado el presupuesto de ingresos, y ajustado por los respectivos costos que impondría sobre el mismo la recurrencia fiscal del impacto inflacionario de la flotación / devaluación del bolívar, tanto en la tasa de interés de los títulos de deuda como los nuevos precios de la economía real. Además de ello el anuncio de la flotación va preñado de escasa credibilidad porque el mismo Presidente anunció el uso de ganancias cambiarias que resultarán de la devaluación del bolívar en el ámbito de la “flotación”, y que hará de esta una mueca; en el fondo el mensaje es de devaluación sostenida hasta que el pánico aparezca.
Los mercados en la economía real buscarán de inmediato cobertura en moneda dura restringiendo de esta manera así la capacidad de promoción económica que se le quiere imputar a la devaluación programada del bolívar inscrita en la llamada flotación; la disyuntiva es muy clara, si la gente se queda en el bolívar corre el riesgo que “devaluación flotada” le vuelva añicos sus ahorros, así los incentivos a comprar divisas irán de la mano de los incentivos del gobierno para devaluar y obtener ganancias cambiarias para financiar el hueco fiscal.
Este anuncio para que gane credibilidad en los mercados adentro y afuera debe ser seguido de inmediato de una reestructuración del presupuesto de este año, con el objetivo de sancionar el recorte en los ingresos ordinarios y el nuevo nivel ajustado del gasto público.
Esto, por supuesto, constituye un serio problema político porque el grado de dependencia creado en estos años entre la nueva clientela política y el gasto del Estado, particularmente el gasto previsto en el Plan Bolívar, que desde luego debe ser ajustado, aunque cuando mejor debe ser eliminado.
La reestructuración del presupuesto podría traer consigo el empeoramiento de las condiciones políticas porque un menor ingreso fiscal ordinario exige una recorte de ese gasto a lo largo de toda la administración publica, desde los ministerios hasta las alcaldías, sobre todo cuando las posibilidades de colocar deuda pública, pese a la devaluación y quizás por ella, se ajustarían por el alza en las tasas de interés y el encarecimiento de los costos financieros por nueva deuda pública denominada en bolívares.
De esta manera el presupuesto debe ajustarse también por el nivel de endeudamiento externo previsto en el presupuesto de este año de una colocación de bonos denominados en dólares por un monto de 2000 millones de dólares, dado que los mercados financieros internacionales están, por ahora, cerrados dada la fuerte percepción de riesgo que hay sobre Venezuela.
En tal sentido, es mucho lo que en términos fiscales debe hacer el gobierno, y de inmediato para fundarle credibilidad al esquema de flotación el bolívar, porque de lo contrario el camino, inevitable en ese caso, es hacia el control de cambio, dado que la no-credibilidad en los factores económicos que sustentarían la flotación del bolívar.
4. Credibilidad y riesgo político: el drama de Fausto
Por ahora, la credibilidad en la efectividad de la medida de flotación, adecuada, en todo caso a una economía política clásica liberal requiere de un piso real tanto en lo económico y significativamente en lo político para sostener la anunciada flotación. No es esto precisamente lo que ha caracterizado la administración Chávez en estos años, tampoco estaría descartado que Chávez asume una corrección política, movimiento que por lo demás necesitaría de mucho ejercicio público para que pueda ser asumido con credibilidad. Hay así mismo otras conjeturas en torno a la acción del FMI en estas medidas económicas, una vez corrida la lección Argentina, que tampoco el FMI pareciera haber aprendido totalmente.
La corrección del tipo de cambio además del dinero inflacionario que va al fisco, cosa que al FMI le importa un comino, estaría la reducción de las salidas de capitales, y la contracción de las importaciones, con lo cual se le impondría alguna credibilidad a la balanza de pagos venezolana que estaría entrando en zona de alerta máxima por el descenso continuo de reservas internacionales, proceso que se sabe ha sido exacerbado por la dinámica política de la revolución bolivariana.
No deja de haber cierta ingenuidad en el planteamiento del FMI y los mercados financiaros en particular con el proceso de salidas de capitales, dado que desde hace tiempo los capitales salen en contra de la lógica del arbitraje. Los venezolanos y redientes han extraído sus capitales motivado esencialmente al riesgo político y a la inestabilidad política, la cual ha sido tan intensa que ha impedido al arbitraje en tasas de interés y mercado cambiario funcionar normalmente. Los descuentos contra los riesgos políticos han venido alimentándose en los últimos meses por la inviabilidad que muestran las cuentas fiscales según fueron aprobadas por la Asamblea Nacional en ocasión de la aprobación de Presupuesto para el 2002.
De esta manera el FMI estaría conjurado una crisis financiera en Venezuela, pero que a todos es claro, es esencialmente política, en modo similar, a la crisis Argentina. En guerra avisada no muere soldado. Los temores y los riesgos, sin embargo, no están solo en la credibilidad que el mercado le haga a los anuncios de Chávez en materia de política económica, sino en la capacidad de este de hacerse un piso político mas allá de su decaído mercado político, e inclusive que dé por terminada la utopía revolucionaria y haya aprendido que un país se gobierna para todos y que las revoluciones en estas épocas cuestan dinero, esfuerzo y pérdida de libertades, y que por ello la mayoría de la gente no está en condiciones de comprarle el discurso redentor.