Economía

Evolución y perspectiva del derecho del trabajo en Venezuela

En la actualidad se consolida una onda en las cátedras universitarias economicas, la cual se caracterizan por su alarde de las mega tendencias, el cambio del paradigma y otros simplismos; que escamotean la realidad del conflicto patrono-trabajador, y todo lo reducen al capital humano y su talento, donde éste sólo debe buscar la empatìa y el liderazgo en función del grupo organizacional. No significa desmeritar de plano dicho enfoque, mucho agrega al conocimiento del recurso humano la visión sicológica; mas el hecho trabajo es mucho más complejo y los reduccionismos no son la mejor manera de analizarlo. El fin de estos catedráticos se ha cumplido en alguna medida, ya que el profesional de la ciencia contable, administrativa y hasta económica, tiene una concepción Light sobre el trabajo y, por lo general, nunca dan un salto cualitativo para enmarcarlo en la relación de producción histórica.

Desde las olvidadas luchas en el mundo romano de un Espartaco, las guerras religiosas en la época medieval europea, la reglamentación maestro-aprendiz en ese mismo periodo; el nacimiento de la clase obrera comienza a conocer su batalla de fuego con cierta sistematicidad con toma de la Bastilla en Francia; sigue el receso obrero y apenas despierta con los sucesos de Chicago; no por ironía los Estados Unidos son el país donde el beneficio social en la actualidad todavía se discute. La situación obrera hace que la Iglesia Católica trate de dosificar el conflicto y también trate el tema en algunas de sus encíclicas, como ayer fue delatora e inquisidora desde el púlpito; sin que por ello el movimiento obrero deje de arrear su camino a la sindicalización con saldos de represión, cárcel y muerte. No obstante, la gran crisis del capitalismo en el año 29 hace posible la aparición del estado benefactor; el nuevo ideal de Rosselvet en Norteamérica no es más que la réplica del keynesianismo en lo político y laboral; dicho esquema tiene su hegemonía hasta entrada de la década del setenta del siglo pasado, cuando la ola neoliberal, liderada por los Estados Unidos e Inglaterra, tiene su rebote con variantes en casi todo el orbe. El publicitado boom de los Tigres Asiáticos en la década del ochenta y noventa, fue un crecimiento y en algunos casos desarrollo económico, con fundamento en una productividad sin un marco regulatorio laboral en gran medida. El ejemplo típico es la China de Den Xiaping.

En Venezuela el marco regulatorio se reducía a tarea de policía diligenciada por el cura y el policía, hasta que se asoma la primera ley de trabajo en el año 1928; que en lo concreto no tuvo operatividad; le sigue la ley del 36, modificada en los años 45, 66, 74, 75 y 1983. No es ninguna coincidencia que se sancione una nueva ley orgánica de trabajo en el año 1990, que será reformada en el año 1997 durante el segundo periodo presidencial de Rafael Caldera. La década de los noventas para América latina y por lógica para Venezuela, fue catalogada por los expertos de la ONU. como perdida; entre ajustes económicos exigidos por el Fondo Monetario Internacional, entre los que destacaban la disminución del gasto social y la flexibilización de las contrataciones colectivas e individuales del trabajo, en el país significó pasar de un sistema de prestación social, el cual se calculaba con base en el último salario al momento de finalizada la relación laboral, a otro en que el abono de cinco días, tomando como referencia el salario diario de cada mes laborado. La desaparecida Comisión Tripartita en el papel se impuso la creación de los subsistemas del sistema de seguridad social, para lo cual se sancionó la ley respectiva (30/07/1997), modificada a su vez por los supuestos revolucionarios en el año 2002. Pero se hace interesante mencionar como la disposición transitoria cuarta, aparte tercero de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (24/03/2000), que señala la vuelta al viejo régimen y el respeto y ampliación de los convenios firmados con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a mas de una década adolece del sueño de la durmiente en una Comisión Social de la Asamblea Nacional; sin que se concrete nada a favor de la clase trabajadora. El populismo en el crecimiento económico alimentado por los petrodólares, llevó al mandamás de Miraflores a señalar en la fallida reforma de la carta magna, a lo sumo crear un fondo para los trabajadores informales, del cual la reencarnación de Bolívar ni nombra. Para ejemplificar la mora con los trabajadores se menciona el trayecto legalista sin resultados del subsistema de vivienda del mencionado sistema de seguridad social integral; que desde la creación de la Ley de política habitacional en el año 1989 ha recibido modificaciones en su denominación y articulado en los años 1993, 1998,1999, 2000, 2006, 2007 y 2008; sin que la vivienda accesible sea una realidad para los trabajadores venezolanos.

Sin posibilidad de vuelta atrás en el mecanismo de cálculo de prestaciones sociales; un sicariato que se ensaña con la clase trabajadora, modalidad de asesinato con repunte en el Estado Aragua y que no logra esclarecerse su origen; enfrentamiento entre tendencias oficialistas obreras; una masa de trabajadores informales creciente, que se agrava con la emigración, en su mayoría colombiana; un poder adquisitivo en ascua y un gobierno que sólo responde con el populismo de la inmovilidad laboral, casi siempre violada por el patrón, que muchas veces es el mismo estado; nos refleja que el movimiento obrero más allá de una ley orgánica procesal de trabajo y una que otra diligencia en la sala social del Tribunal Supremo de Justicia, no alcanza la calidad de vida que un gobierno, que se titula socialista pregona. En ese panorama, el derecho del trabajo se convierte más que en letra muerta, en ficción en estos tiempos de crisis económica, si no pregúntese por qué el guabineo de los miembros de la comisión que estudia la reforma de la ley orgánica del trabajo, diluye el tema en una fase con una tentativa de ley referente a los Consejos de Trabajadores, para luego decir que lo recomendable es un sistema mixto de prestaciones sociales,  entrar en silencio con la caída del ingreso petrolero y al parecer fuera de agenda; de seguro por instrucción del legislador presidente nacional. .

 

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