El visitante colombiano, el manisero de Georgia y la Economía Venezolana
Tiempos de agotamiento le esperan a Venezuela. El rentismo y la comodidad petrolera se enfrentarán, en un futuro, a una acumulación tal de problemas en el área económica y social que ya serán menos significativos para suplir las apetencias de demagogos, populistas y malas políticas.
A cinco años y medio de iniciada la administración del Presidente Chávez, el régimen económico no ha transitado por la ejecución de una revolución económica que socialice los medios de producción y elimine la propiedad privada. Aunque esto no guste o parezca inviable, se encuentra en la mente de varios dirigentes de la “revolución”. No habiéndose dado esto, el régimen económico se ha convertido en una combinación de régimen populista, con régimen estatista que amenaza permanentemente los derechos de propiedad pero que no impide la existencia de la propiedad privada, aunque afecte indisolublemente sus condiciones de desempeño. Para el año 2004, no puede constatarse la materialización -ni avances suficientemente significativos- de las grandes obras prometidas desde el año 2000 (como aquella del gran ferrocarril que uniría toda la nación). Solo en el caso de la inflación y manejo del tipo de cambio se encuentran diferencias favorables al comparar con otras administraciones. Estas dos variables acumulan, sin embargo, elementos de contención que reventarán en un futuro, seguramente con efectos nada insignificantes.
En el plano político, un régimen autoritario, alimentado por la ambición, malformación y perversión de falsos revolucionarios, ha encontrado en la trampa y en los ligeros y desprendidos análisis de evaluadores internacionales como Carter y Gaviria, la posibilidad de validarse temporalmente en el ámbito internacional. Retumbarán siempre, para millones de venezolanos honestos, las comodidades idiomáticas o “sabias” del visitante Colombiano o del manisero de Georgia, correspondientemente, cuando dieron posibilidad de que se pudiesen ordenar indicios o pruebas para que los que han “liderado” las acciones de los votantes del si, pudiesen presentar pruebas de fraude o procesos inadecuados, aunque siempre se fuese a llegar a corroborar los resultados que en la madrugada del lunes comunicó el ciudadano que dirige el CNE.
En el plano social, el régimen validado pasa a tener acumulado cinco años y medio de aumento de la pobreza, de deterioro del salario real y de la distribución del ingreso. Se ha visto esto potenciado por el aumento de misiones y de medidas populistas, cuyo interés fundamental fue captar adeptos o mantener lealtades en base a las dádivas y atenciones específicas de las necesidades de los sectores más empobrecidos de la nación, para que se volcasen o mantuviesen en la opción del no. Para una administración que ha dilapidado recursos, venidos de los altos ingresos petroleros, pero que también ha aumentado grandemente el endeudamiento interno, esto generará compromisos que, de no satisfacerse, generaran irritabilidad.
Un gobierno ineficiente, dilapidador de recursos, efectista en el plano económico y carente de ideas operativas para estructurar una estrategia de crecimiento creíble, entendible y ejecutable se enfrenta así, cinco años y medios después de haberse iniciado, a la situación de volver a plantearle a la nación, en la voz de su Presidente, un resumen de ideas que pudiesen enrumbar la nación por los caminos de la estabilidad y el crecimiento.
Mientras, aun a sabiendas de que lo perfecto es enemigo de lo bueno, debe resaltarse el conjunto de imprecisiones que, un liderazgo de oposición lleno de rivalidades, elementos de comportamiento asociados a la democracia de partidos, snobismo así como numerosas posiciones teñidas de intentos de reproducir privilegios y circunstancias anteriores –sin significar ello que estas últimas fuesen totalmente puras o que las actuales sean mejores que las que sustituyeron-, y que de manera fantasiosa ubicó el referéndum como el camino para que la nación venezolana pasase a un terreno de felicidad plena. No, aun con la salida del presidente Chávez –suceda cuando suceda- se requerirán varios años para que en el entendido de poder estructurar un buen gobierno, se puedan estructurar instituciones y encaminar el crecimiento en base a una estrategia de crecimiento y desarrollo.
La superposición de la dimensión política ha profundizado, en los últimos cinco años y medio, en la perdida del desarrollo alcanzado que la nación venezolana comenzó a presentar a partir del primer gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez desde mediados de los setenta, después de varios logros que, en cuanto a desarrollo, había alcanzado entre 1960 y 1975.
El problema económico, social y político en que se encuentra la nación es de los venezolanos y requiere pensar más allá del referéndum y de presencias como la del visitante colombiano y el manisero de Georgia.