El via crucis de la propiedad sobre la tierra
El sistemático proceso de invasión de tierras, fincas y explotaciones agropecuarias, por parte de sectores políticamente motivados, ocurre en medio de un precario entorno institucional de débil defensa de los derechos de propiedad. Esa actividad política al lesionar la propiedad privada afecta negativamente la economia al pervertir, no solo las perspectivas y expectativas económicas del sector agropecuario y al incrementar los costos de producción, dado que el gasto de inversión se desvía hacia la defensa de la propiedad privada, además de los efectos causados en detrimento de la producción que ese fenómeno provoca en las áreas afectadas. La tímida reacción del Estado y los gobiernos en defensa de los derechos de propiedad coadyuva en la formación de un clima poco propicio a la inversión, causante de abundantes economias negativas, las que eventualmente pudieran desplegarse hacia otros sectores de la economia.
La propiedad privada en Venezuela goza de garantía constitucional; sin embargo, para dar cumplimiento a esa garantía, los gobiernos deben imponer y reforzar los derechos de propiedad, lo que en economia institucional significa la creación de instituciones definidas para la generación de economias y progreso en un país, por ahora, abatido por incertidumbres de naturaleza económica, política e institucional. Los derechos de propiedad sobre la tierra constituyen un importante determinante de la productividad agrícola, creando a su vez incentivos de largo plazo para un crecimiento sustentable, facilitando la emergencia de mercados para transar los bienes que envuelve la actividad agropecuaria, y que son cruciales para alcanzar eficiencia en la producción y hacer de la tierra un colateral funcional en la obtención del crédito. Esos derechos juegan un rol esencial en la determinación de los patrones de igualdad y equidad que refuerzan la habilidad de los individuos a competir para facilitar la producción el intercambio y el progreso.
El progreso económico tiene entonces una estrecha conexión con la institución de los derechos de propiedad; de allí que, una sociedad que desee progresar debe preocuparse en reforzar los derechos de propiedad. Esos derechos implican el disfrute de beneficios que se expresa en la función de asignación de recursos para estimular la producción, facilitando en este contexto el orden social. Un país donde el gobierno no refuerce los derechos de propiedad, difícilmente progresa, corriendo el riesgo de reproducir viciosamente los niveles de pobreza, asi, la historia nos coloca sobre un hecho irrebatible: el ejercicio de los derechos de propiedad esta directamente relacionado a la creación de bienestar y crecimiento económico.
Los derechos de propiedad son la institución más importante sobre la cual se levanta la estructura económica en una sociedad moderna; si el gobierno no cumple cabalmente la tarea de sostener y reforzar esos derechos, su debilitamiento afectara la creación de riqueza; se incrementaran los costos de transacción, se desviarán recursos y esfuerzos económicos que exige la defensa de esos derechos con lo cual se pasara factura y el costo directo contra el crecimiento.
El Profesor Douglas North, Nobel de Economia afirmaba que los derechos de propiedad constituyen un prerrequisito indispensable para el crecimiento económico, por lo que la teoría económica predice que el crecimiento requiere que los gobiernos refuercen los derechos de propiedad de manera que inversionistas y consumidores contraten con un mínimo costos de transacción y asi incrementar la producción de riqueza. En este concepto, converge otro Nobel de Economia, el Profesor Amartya Sen, quien desde otra arista del pensamiento económico, también apunta a la necesidad de que las instituciones, entre ellas la de los derechos de propiedad sean definidos explícitamente para coadyuvar el crecimiento ecoico. En caso contrario la sociedanómd pierde los incentivos naturales para progresar, disminuyendo el producto a distribuir entre una población cada vez más creciente y dejando tras de sí una espesa sombra de empobrecimiento.
