El talón del Presidente
Mientras variados problemas económicos se mantienen -e incluso algunos se han agravado-, en la nación se ha vuelto a entronizar la política o se ha vuelto a presentar lo que entendemos es una superposición de lo político. Antes las cosas estaban mal, pero, ahora, después de haberse desatado un proceso que arrastró a personas de valor a actuaciones inexplicables, puede decirse que las cosas están peor. Fracturas, transfiguraciones, cambio de posiciones, forman, indudablemente, un interesante collage para analistas serios, oportunistas y habladores de pistoladas. Hay, de todas maneras, variados elementos de esperanza para los que, con razón, se oponen a la revolución de opereta, revolución invisible, revolución de eunucos o cualesquiera otro de los calificativos que se han esgrimido sobre la “revolución”. Uno de esos elementos de esperanza atañe al titulo de esta nota.
Es entendible que, el presidente Chavez, está lejos de parecerse al famoso guerrero de la antigüedad clásica. Sin embargo, además de todas las debilidades reseñadas por distintos analistas, a través de un periodo de más de tres años, decimos que, ahora, tiene su talón de Aquiles en la democracia.
Se trata de un Presidente ido, que fue salvado por los divulgados errores del gobierno transitorio y por la idea de la democracia acendrada en nativos, en Presidentes del exterior y en organismos como la OEA. Se trata de un Presidente que ha hablado de democracia participativa y protagónica pero que ha violentado la Constitución y que no había dado muestras de ser un demócrata, y que fue salvado por la democracia. Salió transitoriamente de la crisis como un enamorado de la democracia y de los medios de comunicación internacionales, que fueron los mismos que trasmitieron cuando él “históricamente” mandó a cortar las señales y podrían calificarse, usando sus inspiraciones repartidas explícitamente hasta el 11 de abril, como nidos del imperio.
El hombre –o The little man, para usar la expresión por W. Reich- es un demócrata. ¿Qué quedará entonces para el “revolucionario” que anda en su pecho? Más aún cuando alguien que se ha identificado con sus actuaciones decía hace pocas semanas algo así como que un revolucionario vivía fuera de la ley. Las circunstancias obligaron entonces a que el Presidente cambiara su discurso y su tono. Su propio talón y su propia trampa tiene ahora el Presidente, pues son los ojos de América, de la OEA y del mundo los que en forma más atenta se posarán sobre Venezuela.
Aun con todas las bondades que para sus intereses ideológicos se cuidaron los grupos mayoritarios en la Constituyente de incluir en la Constitución, como aquel atinente a la Asamblea, puede uno preguntarse: ¿se le va a ocurrir a este Presidente y sus acólitos la “revolucionaria” idea de disolver la Asamblea? ¿Va, ahora si, este Presidente, a querer impulsar sus ideas socializantes en cuanto a los medios de producción como la tierra? ¿Va a cometer acciones subrepticias de transformar las estructuras maldiciendo a los pudientes mientras por otro lado habla de “revolución pacífica”?. Todo puede darse. Pero lo que nosotros veamos, lo verá también el resto del mundo. Un gran filósofo dijo alguna vez que nacemos marcados. El presidente –extrapolando la expresión- puede decirse que ahora está más marcado que nunca. Y en sus oídos retumbarán, ante cualquier atisbo violento y dictatorial dos palabras de tres sílabas: ¡democracia!, ¡libertad!
Es verdad, todo tiene su momento, todo tiene su hora. Este capítulo sigue abierto, y se le añade ahora la esperanza que deriva del talón del Presidente.