El país del doble precio
En esta economía socialista -como diría el comandante presidente sin dogmas económicos- buscamos un camino sin encontrar resultados. Lo que si encontramos es miseria y corrupción
El cemento revolucionario, del que antes compraba libremente en cualquier ferretería de esquina y el mismo que las cementeras intentaban vender a sus clientes por la vía de ofrecer mejores precios, mejores condiciones de pago y mejores productos, ahora tiene un doble precio; hay que mojarle la mano al vendedor de la franela rojita, para que el camión le llegue a usted, sin quedarse en otro cliente. Las obras de construcción ahora programan sus vaciados en acuerdo con esos mercaderes de miseria que aprendieron rápido que los bienes escasos tienen posibilidad de ser mejores pagados. Viva el socialismo
Tampoco el acero se salva. Si usted necesita los quince atados que trae la gandola de cabillas socialistas, prepare dinerillo para sobornar al vendedor de Sidor. Prepárese a pagar por fuera de la factura, lo que ya se volvió una norma. Deben estar pensando en comprar un sistema avanzado para controlar los pagos fantasmas, que son tantos que ya cuesta trabajo controlarlos y me imagino que repartirlos entre sus beneficiarios. Ese es el precio que pagamos los venezolanos por aceptar y permitir que nos lleven “nariceados” a este sistema arcaico que sólo admite la ineficiencia y la corrupción como norma de ética.
El doble pago es un estándar. Ahora los notarios, reciben dinero por fuera para procesar su documento, también los funcionarios bancarios, de esta nueva generación de bancos del estado, que movilizan con agilidad su crédito por una módica mordida, coima o mascada de tres por ciento del valor del préstamo. Si usted paga, entonces usted tendrá derecho a ese prestamito solidario, con intereses también solidarios. Los vendedores de carros iraníes, que le piden ocho mil bolivaritos fuertes “por fuera” para adjudicarle su flamante carrito con nombre de pajarito nacional.
El contratico para trasladar obreros de los que trabajan en la red ferroviaria también tiene su precio, como lo tiene el traslado de mercancía de Mercal, o lo más simple, una partida de nacimiento en menos de dos meses.
Pasarle comidita a un preso bolivariano, de esos banqueros rojos que produjeron la “minicrisis” bancaria, tiene un costo para repartirle a los funcionarios. Evitar un expediente penal, por vender una lata de solvente y no registrar al comprador, cuesta unos cuantos miles para los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas y la Guardia Nacional se ha convertido en una experta en materia de ecología, buscando a cuanto ser se le ocurre cortarle una ramas a un árbol, para montarle un expediente penal, del que lo lleva preso a menos que usted les proporcione una ayudita para el comando.
Nos hemos convertido en el país del doble precio. ¡Qué bien le está quedando mi presi.!
Enrique Pereira