El nivel de las tasas de interés, del spread bancario y su eventual control
De nuevo aparece la discusión del control de tasas de interés en Venezuela, desafortunadamente las posiciones adolecen o de interés político o de parcialidad sobre el tema.
Intentaremos recoger algunos bemoles sobre el tema, para plantear la discusión en su justa dimensión.
Si bien el ejecutivo tiene parcialmente razón en que las tasas de interés muestran un nivel todavía alto, a pesar del control de cambio y de la represión monetaria interna y la quiebra de vigencia de la paridad de intereses que esto significa, también es cierto que el Ejecutivo posee un tremendo incentivo fiscal y un desconocimiento industrial y microeconómico de la banca en Venezuela.
El nivel de tasas de interés en una economía refleja el grado de volatilidad de la misma no sólo por la incertidumbre que posee el tenedor de la moneda nacional ante eventuales pérdidas de capital por una devaluación. También desde el punto de vista microeconómico bancario, y de hecho la bibliografía especializada lo admite, la banca aplica un mecanismo de cobertura de riesgo o prima de riesgo que es cobrada de los buenos pagadores hacia los malos pagadores (diversos mecanismos de subsidios cruzados), así como de operaciones pasivas hacia las activas o inclusive para cubrir los descalces entre operaciones activas y pasivas, que ante episodios de crisis o volatilidad representan un riesgo potencial mayor.
Es así como el nivel de tasas de interés y más específicamente el nivel del spread bancario posee una connotación nada negativa, sino por el contrario representa una mecanismo prudencial endógeno que aplica las instituciones financieras en economías donde la calidad en el manejo de las carteras de créditos y los modelos más conservadores de otorgamiento de préstamos resultan muchas veces estériles.
Es así como la falta de inmunización de la economía a shocks externos o a los vaivenes fiscales y políticos podrían representar uno de los determinantes de los altos niveles de tasas de interés y del spread bancario. Sin embargo, la racionalización de los gastos de transformación y los esfuerzos que puedan hacerse en torno a la minimización de ineficiencias propias y ajenas (producto de las regulaciones o sus aportes correspondientes), siempre constituirá un loable esfuerzo.
Puntualmente sobre el tema del control de las tasas de interés recordaré unas consideraciones que hace casi dos años atrás hiciera con la mejor intención:
Algunos expertos internacionales en temas monetarios coinciden en que el instrumento monetario más adecuado para el diseño de la política monetaria debe ser la tasa de interés. Y la argumentación subyacente va más allá de un sentido subjetivo como, que sí los banqueros son malos, o si la regulación del estado es ineficiente, etc. La razón principal se halla en el hecho de que las funciones de demanda de dinero son demasiado inestables y en que generalmente el dinero no se encuentra integrado con la renta o cointegrado mutuamente. Este hecho es notable, en el sentido de que es la especificación empírica y las herramientas científicas las que nos sirven de apoyo hoy día para la toma de decisiones en temas de política económica. Ya no basta con lo que la teoría nos sugiere a priori, sino lo que el análisis o proceso de comprensión del proceso estocástico generador de las series de tiempo, nos pueda decir acerca de relaciones de largo plazo entre instrumentos de política, los objetivos intermedios de política y los objetivos o metas finales correspondientes a cada tipo de política e institución pertinente. Otra cuestión que los economistas deben contrastar y reflexionar es la controversial denominación de “objetivos” e “instrumentos” a las variables económicas (esta crítica la plantea el profesor Alan Blinder de la Universidad de Princeton y ex vicepresidente de la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos), y que fue utilizado en el Modelo de Timbergen-Theil. Lo que el profesor Blinder plantea es que no debe utilizarse este cliché denominador o teórico.
De la reflexión anterior se desprende y enmarca la afirmación de Gerry Bouey (ex gobernador del Banco de Canadá), quien planteó: “no fuimos nosotros quienes abandonamos a los agregados monetarios, fueron ellos los que nos abandonaron a nosotros”, con relación a la escogencia de los instrumentos de política monetaria. Pero un cambio de tal naturaleza en Venezuela representa una pugna de intereses, que ya el lector podrá imaginarse. Por un lado tendremos, aquellos agentes económicos que apuestan por un status quo incorruptible, y por el otro un Banco Central que respondiendo a un enfoque tradicionalista, tendría la tarea de redimensionamiento al tener que rediseñar sus departamentos ante la pertinencia o no de departamentos como los de programación financiera, con funciones de estudio y diseño de políticas para adecuar las magnitudes de los agregados monetarios.
Es importante indicar que la escogencia de las tasas de interés como instrumento de política monetaria de ninguna manera significa que se decreten las tasas de interés para todo el mercado de dinero, pensarlo significaría ingenuidad o mala intención.