El infierno de Maduro, por Blanca Vera Azaf
Venezuela es uno de los países con mayor presencia en los principales titulares de la prensa internacional. La razón ya no obedece al encantamiento que causaba la figura del fallecido presidente Hugo Chávez y sus discursos provocadores e incendiarios. Ahora -más bien- se debe a informaciones cargadas de miseria, escasez, inflación, dificultades, violencia, hambre y muerte. La semblanza de la nación es el Hades.
Nuestro país muestra actualmente escenas dantescas donde aparecen niños enfermos con carteles en la mano pidiendo medicinas, o de madres llorando a estos niños días después de que fallecen. Largas colas y saqueos a lo largo y ancho de la nación se transmiten por las redes sociales a través de los dispositivos telefónicos. No hay censura que pueda con esto.
Pleitos por alimentos, masacres por droga, niños famélicos, sucios y sin bañarse, sin zapatos y sin comida. La futura generación se abre paso al futuro sin proteínas que garanticen el perfecto funcionamiento de su cerebro. Sin medicinas que los protejan de la barbarie de las enfermedades endémicas.
¿Qué fue lo que pasó que llegamos a este estado en tiempo record? Simple y sencillo: el modelo económico arrasó con la riqueza del boom petrolero para que esta quedara en pocas manos. Una vez que el precio del crudo descendió se comenzaron a ver las costuras de un sistema, egoísta y destructor.
¿Qué ha hecho el gobierno? Nicolás Maduro, hombre inseguro y víctima de sus propios conflictos internos, falló al no tomar la ruta del cambio. Perdió la oportunidad de convertirse en el Presidente que resucitara la economía venezolana.
En su lugar, la hundió aún más permitiendo que lo que quedaba de riqueza siguiera filtrándose hacia el status quo. No le importó que cada niño venezolano comenzara a irse a la cama sin comer.
Las consecuencias de esta crisis duelen más cuando se sabe que Maduro tuvo en su escritorio un conjunto de medidas económicas que no sólo aliviarían la crisis, sino que habrían evitado llegar a donde actualmente estamos. Lo peor de todo es que esto no sucedió en una sola oportunidad sino en dos: Con las propuestas del ex vicepresidente del área económica, Rafael Ramírez, y con las propuestas del actual vicepresidente del área económica, Miguel Pérez Abad. En su lugar, ha preferido escuchar a sus asesores más radicales, quienes le aconsejan desde la visión y el interés del sobreviviente ideológico.
Existe actualmente una división clara entre quienes rigen las políticas económicas del gobierno. No se puede hablar de un gabinete, sino de grupos cuyo poder funciona diferente en cada caso.
De esta manera, el vicepresidente del área económica, Miguel Pérez Abad, quien parecía tener el camino libre una vez que renunciara Luis Salas, ha ido tropezando en el camino con piedras de tranca a su gestión. El también ministro de Industria y Comercio sólo controla una parte de las políticas que se impulsan.
El ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres, defiende su feudo de manera feroz y ha bloqueado a Pérez Abad en lo que ha podido. El Dicom (Sistema de Divisas Complementarias) es prueba de ello. A más de dos meses de haberse anunciado su creación, el mecanismo continúa sin funcionar, lo que no significa que la moneda no se haya devaluado de manera que pocas firmas internacionales si quiera imaginaron.
Fuentes extraoficiales hablan de que el monto diario adjudicado es de 9 millones de dólares. Este monto que resulta realmente pequeño si se le compara con el antiguo Simadi sólo se otorga a empresas aprobadas por Marco Torres o por el presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes. Es así, como la promesa de transparencia y apertura para este sistema que prometiera Pérez Abad pareciera aún lejana.
Pero el vicepresidente del área económica no es el único que tiene problemas. El propio presidente de Petróleos de Venezuela, Eulogio Del Pino, debe lidiar con una autoridad impuesta por la primera combatiente, Cilia Flores en la petrolera estatal. Se trata de Carlos Erick Malpica Flores, quien controla la gerencia de Finanzas de la principal empresa del país.
De allí que los pagos a proveedores se le haya dificultado a Del Pino y que resienta la salida de algunas empresas como Schlumberger de proyectos en la Faja Petrolífera del Orinoco, lo que ha afectado la producción petrolera.
Además de lo anterior, el propio Rodolfo Medina, actual ministro de Finanzas, y quien fuera muy cercano a Rodolfo Marco Torres, ha puesto distancia con su antiguo jefe por las complicaciones que se han presentado al momento de conseguir las cifras sobre los recursos que maneja la banca pública y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bandes). Todos estos bajo la tutela de Marco Torres como ministro de la Banca Pública.
Como si el rompecabezas en el manejo del poder no fuera complicado, la figura del asesor español y miembro del partido Podemos, Alfredo Serrano Mancilla, ha tratado de sobrevivir a las críticas que ha recibido por los pésimos resultados que han generado sus propuestas de economía política.
La llamada guerra económica no ha surtido el efecto a lo largo del tiempo que se esperaba y en su lugar las propias bases del Psuv discuten si en realidad lo que está sucediendo no se debe a la corrupción que deambula sin freno en el gobierno.
Serrano Mancilla se ha visto arrinconado en las últimas semanas y por ello entre sus planes estaba el proponer una idea lo suficientemente atractiva al presidente Nicolás Maduro que no sólo lo ayudara a lidiar con la crisis económica, sino que le salvara de tener que presentarse ante un eventual referendo revocatorio.
Es evidente que detrás del interés de Serrano Mancilla estaba también el no perder los honorarios profesionales que cobra en dólares y que le permiten viajar por toda América Latina y hospedarse en hoteles cinco estrellas.
La estrategia de Serrano involucraba al ex presidente del Banco Central de la República, Alejandro Vanoli, un hombre muy cuestionado en su país por presuntos delitos de enriquecimiento con el control de cambio.
Serrano y Vanoli presentarían al presidente Maduro una propuesta de declarar un canje hostil de la deuda de Pdvsa. De esa manera la petrolera estatal no tendría que cumplir con sus compromisos de pago pautado para octubre de este año y nacería así un nuevo enemigo externo.
La creación de una crisis económica sería de tal magnitud que concentraría la atención del foco internacional ante la gravedad de una cesación de pago de la deuda externa. Tal situación podría contribuir –según Serrano – a la distracción de la opinión pública del referendo recovatorio.
Un plan tan vil sólo podía venir de un hombre como Serrano Mancilla, a quien poco le interesan las consecuencias que un hecho como este podría implicar para la empresa petrolera nacional. Pdvsa tendría que enfrentar millonarias demandas; así como la llegada de los implacables fondos buitres, quienes desangrarían lo poco que queda de la nación.
Además de lo anterior como Pdvsa no tiene cláusulas colectivas en sus contratos de emisiones de bonos, un solo inversionista que no acepte el canje hostil podría plantear un litigio multimillonario. Unido a lo anterior, hay que tomar en cuenta que la petrolera posee propiedades en el extranjero y, por tanto, no cuenta con protección soberana.
Asimismo, las actividades de importación y exportación se dificultarían y los fondos que fluyan vía Estados Unidos podrían ser sujetos a demandas y acciones legales. Como si esto no fuera suficiente, se congelarían las líneas de crédito a Pdvsa y sus barcos y tanqueros estarían sujetos a embargo.
Esta propuesta que proviene de un economista que públicamente ha señalado que la inflación en Venezuela no existe o que la crisis económica se debe al modelo neoliberal, ha sido lo único que en las últimas semanas ha unido al dividido gabinete económico.
No hay duda de la presión que le produce al gabinete el hecho de un evento crediticio de tal envergadura, pues éste podría incluso bloquear las entrada de importaciones a la nación. De allí que tanto Marco Torres, como Merentes, Medina y Pérez Abad en un cónclave unificado han dado la cara en privado para manifestar su rechazo a la propuesta del español Serrano Mancilla.
Sobre qué hará Maduro es poco lo que se sabe. Sólo queda rogar a Dios para que quien guía el presente del país haga caso omiso a los intereses personales de un asesor extranjero, y no conduzca al precipicio financiero a una nación azotada por el hambre y el sufrimiento, que no es otra cosa que el infierno de Maduro.