Economía

El fracaso del expansionismo fiscal ingenuo

El impresionante colapso que ha provocado el gobierno concentra la atención. Sin embargo, quizá valdría la pena algún comentario sobre algunos de los fundamentos de su política económica, específicamente sobre el fracaso del expansionismo fiscal gubernamental.

Keynes suponía que en una situación de depresión de la inversión privada, un impulso fiscal podría recuperar el nivel de actividad, al reducirse la incertidumbre y mejorar las expectativas globales sobre la economía. Esta es la prescripción que postula en La Teoría General. En Venezuela, la política de fuerte expansionismo fiscal que se aplicó en 2000-2001 tuvo un efecto muy débil y poco duradero sobre la actividad real.

El enfoque de stocks de la cuenta corriente, que privilegia los rápidos e importantes movimientos de capital en la balanza de pagos puede ser un buen punto para comprender este fracaso. El superávit en cuenta corriente es por definición equivalente al exceso de ahorro sobre inversión. En una economía abierta el ahorro se puede canalizar en tres tipos de activos financieros: externos, títulos domésticos y dinero. Sí se reduce la incertidumbre y las políticas económicas generan expectativas positivas (según la tesis de las Expectativas Racionales, las expectativas están basadas en el uso de la información disponible, incluyendo las políticas económicas), un impulso fiscal puede inducir a que se genere inversión, dependiendo del contexto global de la política económica. Pero, sí las políticas no generan expectativas positivas, ello no tendría porque ocurrir. Puede caer la inversión y fugarse el ahorro.

¿Qué sucede cuando el déficit fiscal es recurrente, sin señales estructurales positivas, endeudamiento masivo con la banca doméstica; a lo cual habría que agregar un contexto institucional deteriorado e incertidumbre sobre los derechos de propiedad? Sencillamente que no se reduce la incertidumbre a pesar de que la situación petrolera sea momentáneamente favorable y exista expansión fiscal. El canal crediticio para propagar el impulso fiscal inicial lo “tapona” el mismo gobierno con endeudamiento interno, que mantiene elevada la tasa de interés. El portafolio de buena parte de los agentes económicos se recompone hacia activos externos, tanto por evitar la potencial pérdida de capital que podrían tener con una eventual devaluación futura (como de hecho ocurrió, lo cual indica que los agentes económicos tuvieron un comportamiento previsivo correcto), como para evitar otros riesgos, incluidos la volatilidad petrolera y los riesgos políticos.

Durante el periodo gubernamental, especialmente entre 2000-2001, existió un entorno petrolero favorable, déficit fiscal recurrente con impulsos fiscalistas importantes – pero de escasa repercusión en la actividad real – y superávit amplios en cuenta corriente. La contrapartida fue exceso de ahorro sobre inversión acompañado de una impresionante fuga de capitales. La conclusión es clara: Con la orientación económica y política de este gobierno, el expansionismo fiscal puede fallar. No tiene por qué estimular la actividad económica, debido a que no reduce la incertidumbre. En cierta manera es contrario a la tesis de Keynes, donde la reducción de la incertidumbre juega un papel clave.

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