El etanol no es solución, continuará la dependencia del petróleo

Por lo que he leído recientemente en los medios de comunicación, pareciera hay venezolanos que todavía creen en la fantasía de la sustitución del petróleo, como la fuente principal de la energía que consume el mundo, por otras fuentes a corto o mediano plazo (digamos 20 años). Sin embargo, la realidad es otra, no porque no existan sustitutos o porque sus costos sean muy altos, sino porque las cantidades necesarias son tan grandes que los hacen inviables física y técnicamente. Limito mi comentario al caso del etanol producido con maíz porque es el que más esperanzas esta dando y por tanto es el más discutido en EUA, el mayor consumidor de energía del mundo, pero también porque el carbón, considerado otro posible sustituto, tiene tantos problemas que suscita demasiadas controversias.

Desde el 2 de Julio del 2006 se sabe que la producción de etanol con maíz como sustituto de la gasolina no es una solución viable, publicado en el Washington Post resumiendo las investigaciones de los expertos James Jordán y James Powell del Centro de Investigaciones Maglev de la Universidad Politécnica de Nueva York.

Consideran los dos expertos que si la totalidad de las tierras agrícolas de los Estados Unidos, unas 120 millones de hectáreas, se dedicaran a producir maíz para obtener etanol, apenas alcanzarían a cubrir el 15% del consumo actual de 642,6 mil millones de litros de gasolina y diesel, requiriéndose 15,12 litros de etanol de maíz por 1 litro de gasolina y estimándose un rendimiento promedio de 3.647,7 litros por hectárea. Por lo tanto, el 85% del consumo, o sea 544,32 mil millones de litros, tendrían que importarse en su gran mayoría, por cuanto las demás fuentes disponibles apenas podrían cubrir una fracción insignificante.

Por otra parte, si en vez de usar el maíz directamente se utilizaran los desperdicios de maíz que hoy se usan para re-fertilizar las tierras, tal como argumentan algunos proponentes del etanol, los dos expertos del CIM indican que, no obstante ser mas eficientes que el mismo maíz, apenas se lograría producir el equivalente de 19 mil millones de litros de gasolina anualmente (3% del consumo actual) y las tierras sufrirían por falta de re-fertilización.

La utilización de otros productos agrícolas como tercera alternativa tampoco resolvería el problema, según estos expertos, ya que aún si se pudiera utilizar todas las tierras agrícolas del país (las 120 millones de hectáreas mencionadas) y además asegurar que el rendimiento por hectárea fuese el triple del maíz, con valor energético el doble del maíz, apenas se llegaría abastecer un 90% del consumo actual, lo cual tampoco sería solución ya que el consumo se proyecta duplicar para el año 2020.

Finalmente, algunos estudiosos de la materia argumentan que los productos agrícolas (incluyendo el maíz) requieren demasiada energía para convertirlos en alcohol, concluyendo que su valor energético neto es realmente negativo. Es decir, se consume más energía de la que se obtiene.

En cuanto al caso brasileño que suele citarse por su gran éxito y sirvió de base para la visita del presidente Bush a ese país, hay que tener en cuenta que su consumo anual de gasolina y diesel es de apenas 38 mil millones de litros, frente a los 642,6 mil millones de EUA, siendo también incomparables sus respectivas necesidades en función de las vías pavimentadas. Mientras que Brasil cuenta con unos 110.000 kilómetros, los Estados Unidos cuentan con más de 7.000.000. Además, la caña de azúcar tiene mayor valor energético que el maíz y Brasil ya produce más de 300 millones de toneladas anualmente y todavía le queda mucha tierra ociosa, aparte de la que se utiliza para el café y otros productos de exportación y consumo interno.

En resumen, es razonable concluir que la dependencia del petróleo convencional continuará siendo significativa por muchos años y la manera más efectiva de mitigarla sería conteniendo la demanda con medidas destinadas a modificar drásticamente los hábitos del consumo energético, tales como las modalidades actuales de transporte y vivienda, entre otros, hasta tanto se logren niveles de producción aceptables del petróleo extra-pesado y contaminante proveniente de fuentes como las arenas de Alberta en Canadá y el bitumen del Orinoco en Venezuela.