El desempleo y la pobreza
Ya es un lugar común citar la proporción directa que alguien realizó, llevando los recursos de la humanidad en su conjunto a los de una aldea de 100 habitantes. De acuerdo con esta proporción, vale decir, de los más de 6 millardos de habitantes que tiene hoy el planeta, de ellos, en una escala de 100:
“6 personas poseerían el 59% de toda la riqueza y los 6 serían estadounidenses.
80 vivirían en condiciones que están por debajo del estándar
70 serían incapaces de leer
50 sufrirían la malnutrición
1 estaría a punto de morir y uno a punto de nacer
1 (sí, sólo 1) tendría educación universitaria
1 poseería una computadora.
”
Esta no muy justa distribución de los recursos mundiales, ha dado pie a que muchas organizaciones públicas y privadas critiquen el tipo de desarrollo que se viene impulsando en el mundo dentro de la perspectiva de la Globalización.
De acuerdo con cifras disponibles, el inusitado crecimiento económico no ha tenido su correspondencia en términos sociales: el desempleo y la pobreza van tristemente en aumento y de la mano.
A. El desempleo
La Organización Internacional del Trabajo (O.I.T.) realizó su balance de la situación del empleo y llegó a la conclusión de que el mundo tendría, al cierre del año 2002, 24 millones de desempleados adicionales.
Ángel Zerpa Mirabal, Secretario de Administración y Finanzas de la Organización Regional Interamericana del Trabajo (O.I.R.T), en declaraciones recogidas por la prensa latinoamericana denunciaba que: “los trabajadores ven reducidas cada vez más las oportunidades de empleo digno respaldado con salarios justos y una seguridad social adecuada.”
A esta de por sí dramática situación se une otra realidad todavía más socialmente reprochable: el crecimiento de los niños trabajadores a nivel mundial. En efecto, cada día, con mayor sentido de urgencia, asociaciones como la OIT o la UNICEF levantan sus voces, emiten acuerdos o declaraciones, promueven acciones con el objetivo de poner fin a una de las realidades más escandalosas de los tiempos que vivimos: la explotación económica de la infancia, la negación del sagrado derecho que tiene cada niño del planeta a una vida digna. En efecto, de acuerdo con la UNICEF, la situación de crisis económica que produce el desempleo de los trabajadores activos, propicia el trabajo de los niños menores de quince años, quienes en determinados países, como la India, Bangladesh o Indonesia, representan más del 10% de la población económica activa.
A esta realidad de los niños trabajadores y explotados se suma otra no menos degradante, la llamada Generación X. Con agudo realismo Vicente Verdú, en una de sus celebradas contribuciones periodísticas, describe de esta manera:
“los X suceden a los yuppies… los de la Generación X tienen que arreglarse con menos. Menos esperanzas exiguos ingresos, ocupaciones temporales (macjobs: trabajo mal pagado sin prestigio, sin dignidad, sin futuro, en el sector servicios. Considerado frecuentemente como una elección personal satisfactoria por personas que nunca han tenido trabajo), poco futuro…”
Charles Handy coincide con estas consideraciones de Verdú, la economía que estamos construyendo es de relumbrón y de páginas amarrillas de ofertas de servicios, el trabajo que ofrece es labor no esencial, atención a clientes que demandan bienes y servicios que tampoco son esenciales ni indispensables.
Esta es parte de la realidad del empleo y el trabajo que ha generado la Economía Digital, la Globalización Económica y Productiva.
También en las sociedades avanzadas, en los países del primer mundo, la Globalización suscita preocupaciones e inquietudes. En un informe del F.M.I.: La Globalización: ¿Amenaza u oportunidad? Estudio temático del 5 de Octubre de 2001 se puede leer lo siguiente:
“También en las economías avanzadas la Globalización suscita inquietud, ¿En qué medida existe, como se piensa, el riesgo de que los trabajadores de alta remuneración pierdan su empleo y que la demanda de trabajadores menos calificados disminuya debido a la competencia que plantean las “economías de bajos salarios”? ¿Son los cambios que se están produciendo en esas economías y sociedades el resultado directo de la Globalización?
Las economías están en constante evolución y la Globalización es una de las diversas tendencias que pueden destacarse: a medida que las economías industriales maduran, se orientan cada vez más hacia los servicios para atender las cambiantes necesidades de sus habitantes y, además, necesitan mano de obra recalificada. No obstante, todo lleva a pensar que estos cambios tendrían lugar-aunque no necesariamente al mismo ritmo en todas ellas- con independencia de la Globalización. En realidad, la Globalización facilita el proceso y reduce su costo para la economía en su conjunto gracias a los flujos de capital, a las innovaciones tecnológicas y al descenso de los precios de los bienes importados. Tanto el crecimiento económico como el empleo y las condiciones de vida alcanzan niveles más altos que en una economía cerrada.
Sin embargo, en la generalidad de los casos estos beneficios no se distribuyen de manera uniforme entre los grupos de población, y algunos de estos grupos posiblemente queden totalmente al margen. Por ejemplo, los trabajadores de las industrias más antiguas que están en declinación pueden verse en dificultades para reclinar sus aptitudes e incorporarse a industrias nuevas.”
Más recientemente, José Somavia, Presidente de la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T.), reconocía en declaraciones recogidas por El Nacional de Venezuela del 8 de Abril lo siguiente:
“El desempleo está creciendo. A principios de los años 90 había unos 100 millones de parados oficiales, después se pasó a160 millones en 1999, y luego del 11 de Septiembre, por lo menos, unos 20 millones de desempleados más.”
José Somavia, además de estas crecientes y desalentadores cifras, analiza otros aspectos que deben acompañar al empleo y algunas situaciones que la propia globalización viene generando. En este sentido, en el mismo texto de abril, expresa:
• “La globalización es frágil, porque no es capaz de crear más empleo en el mundo y por ello genera tensiones.
• La inmigración continuará y la gente continuará yendo hacia donde encuentre trabajo. Los problemas de la inmigración están relacionados con la propia sociedad receptora, el llamado Primer Mundo, que debe preguntarse “como quiere relacionarse con los que vienen de fuera y qué espacio les quiere dar”.
• Se debe apostar por un trabajo decente, es decir, la creación de empleo con una adecuada protección social.
• A pesar de que la legislación acerca de la igualdad laboral de los sexos ha sido exitosa, a la hora de aplicarla nos topamos con la cultura patriarcal que se nota en las diferencias salariales y en la asignación de responsabilidades.
• Finalmente, Somavia critica la segmentación del sistema internacional y sentencia: “el Fondo Monetario Internacional se ocupa de lo monetario, la Organización Mundial del Comercio de lo comercial, el Banco Mundial de préstamos y la Organización Internacional del Trabajo de las condiciones sociales y laborales… Falta coherencia multilateral y que los organismos internacionales propongan políticas integradas para equilibrar lo económico con lo social y con el medio ambiente”. (subrayado por nosotros.)
Por otra parte, es preciso confirmar que el trabajo, el nuevo trabajo que generan las empresas globales y las nuevas tecnologías, ya no es lo que solía ser; las respuestas a preguntas tan simples como las siguientes han cambiado de manera significativa: Cuándo trabajamos, dónde trabajamos y cómo trabajamos, y la más importante de todas, porqué trabajamos.
A la luz de todas estas circunstancias, a las que se suma el cambio de la naturaleza de los empleos, la movilidad de los mismos, y una creciente preocupación por parte de todos los países, la O.I.T. se pregunta y nos pregunta: “¿Está usted preparado?: gran parte de la demanda de puestos de trabajo será en el sector informático”. Un panorama alarmante describe el nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T.), según el cual será necesario crear nada menos que 500 millones de empleos en la próxima década. Un tercio de la población activa no tiene trabajo o no gana lo suficiente. Hay unos 160 millones de desocupados, 20 millones más que en 1998. Será necesario crear 500 millones de puestos de trabajo para el 2010.
B. La Pobreza
Ya Michel Camdessus, con su aguda percepción para los problemas relacionados con la construcción de un mundo mejor, lo había expresado de manera tajante y en forma de sentencia conminatoria: la pobreza puede hacer saltar todo el sistema.
De acuerdo con un informe de la organización sin fines de lucro Worldwatch Institute:
“ En los años 90 se registró un crecimiento sin precedentes del Producto Bruto Mundial, por valor de más de 10 billones de dólares, pero en ese período la cantidad de personas que viven en la pobreza casi no varió, y se mantuvo en torno a 1.000 millones.
La brecha entre ricos y pobres se ensanchó en muchos países durante los años 90, con perjuicio de la estabilidad social y económica, a pesar de la prosperidad promedio del mundo en esa década.
Las muertes relacionadas con la infección por el virus de inmunodeficiencia humana, causante del Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), se multiplicaron por más de seis en los años 90, recordaron. En ese período, la longevidad en los países ricos llegó a niveles sin precedentes, pero al mismo tiempo murieron cada día de 14.000 a 30.000 personas debido a enfermedades transmitidas por el agua en el mundo en desarrollo, advirtieron.”
Joseph Stiglitz, por su parte, advierte:
“
El FMI cree estar realizando las tareas que le han asignado: promover la estabilidad global, ayudar a los países subdesarrollados en transición a conseguir no sólo la estabilidad sino el crecimiento. Hasta muy recientemente el FMI debatía si debía atender a la pobreza – era la responsabilidad del Banco Mundial – pero en la actualidad se ha incorporado, al menos retóricamente. Creo, no obstante, que ha fracasado en su misión, y que los fracasos no fueron meras casualidades sino consecuencias del modo en que entienden su misión”.
Son muchos los análisis y proposiciones efectuados sobre este problema que aparenta no tener solución. En su mensaje del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, el 17 de octubre de 1997, Kofi Annan planteó este asunto, con tono de advertencia a toda la comunidad internacional. En aquella oportunidad afirmó:
• “El número de personas con un ingreso menor a $1 dólar diario se incrementó casi 100 millones entre 1987 y 1993;
• Cerca de 1300 millones de personas, un tercio de la población mundial de los países en desarrollo, vive con menos de $ 1 dólar al día;
• En los países industrializados, muchos de los cuales sufren un alto nivel de desempleo y una decreciente protección social, más de 100 millones de personas viven debajo de la línea de la pobreza y 37 millones no tienen trabajo;
• Aproximadamente 160 millones de niños están moderada o severamente malnutridos y cerca de 110 millones no asisten a la escuela;
• Las pensiones y la seguridad social ahora protegen a más personas de la pobreza en estos últimos años, pero la pobreza en las personas de edad continúa siendo la experiencia más común alrededor del mundo”
Y concluyó:
“La erradicación de la pobreza requiere mejoras en el crecimiento económico y en las oportunidades de empleo. Las causas de la pobreza también deben ser confrontadas en el contexto de estrategias sectoriales, tales como el medio ambiente, la seguridad alimenticia, la población, la migración, la salud, la vivienda, el desarrollo de recursos humanos, el agua potable y el desarrollo rural”.
Desafortunadamente esta realidad de la pobreza mundial no es sólo propia y exclusiva de los países en desarrollo, del tercer y cuarto mundo, no, Ramonet recuerda, quizás para sorpresa de muchos que:
“entre los habitantes de un país tan rico como EEUU, por ejemplo, hay 32 millones de personas cuya esperanza de vida es inferior a sesenta años; cuarenta millones sin cobertura médica, 45 millones viviendo, por debajo del umbral de la pobreza, y 52 millones de analfabetos funcionales… De modo similar en el seno de la opulenta Unión Europea… tenemos 50 millones de pobres y 18 millones de desempleados”.
A más de cinco años de las palabras, del Secretario General de la O.N.U., en la reciente celebrada Cumbre de Jefes de Estado, realizada en Monterrey, México, volvió sobre el asunto y afirmó que:
“Los pobres no vienen a pedir limosna, sino la posibilidad de salir de la miseria mediante el desarrollo, clave para vivir mejor en un mundo cómodo y seguro”.
Y por si fuera poco, al momento de clausurar la cumbre les advirtió a los dirigentes mundiales que:
“ignoran la extrema pobreza a su propio riesgo”.