El crecimiento es bueno para los pobres
Un trabajo relativamente reciente, Growth Is Good for the Poor (marzo, 2000) de D. Dollar y A. Kraay, del Banco Mundial, intenta establecer la relación entre el comportamiento del ingreso de los pobres, definidos como la población en el quintil más bajo de la distribución del ingreso, y el crecimiento del ingreso global, definido este como el producto per capita.
Según los autores, la investigación empírica representaría una respuesta a quienes sostienen que el crecimiento no beneficia a los pobres, o que sólo beneficiaría a las clases medias o altas, ya bien en términos absolutos o relativos. La base de datos sobre el comportamiento del producto son las conocidas Tablas Mundiales de Summers y Heston Penn, y la referida a la distribución del ingreso es la data de Deininger y Squire.
Las conclusiones fundamentales de la investigación son las siguientes. En primer lugar, la relación entre el comportamiento del ingreso de los pobres y el crecimiento es muy estrecha, uno a uno, donde impresiona la fuerza de la relación. En segundo lugar, los autores encontraron que algunas de las ideas populares en ciertos círculos no serían ciertas. El análisis mostraría que el efecto del crecimiento en el ingreso de los pobres no difiere por tipo de país, sean estos pobres o ricos; que el ingreso de los pobres no cae más que el ingreso promedio en las crisis económicas; y que la relación entre crecimiento y pobreza no ha cambiado en los últimos años. De hecho, los autores no encontraron soporte para la tesis de Kuznets, según la cual en la etapa inicial de crecimiento aumenta la desigualdad de ingreso.
Así mismo indica que las políticas macroeconómicas acertadas tendrían un efecto positivo sobre el ingreso de los pobres o al menos no aumentan la desigualdad en la distribución del ingreso. Políticas que contribuyen a desminuir la inflación o a evitar inflaciones altas serían altamente beneficiosas para los pobres. La apertura comercial sería tan positiva para los pobres como para el conjunto de la economía; al igual que el respecto a los derechos de propiedad. Con relación a algunas políticas específicas para mejorar la situación de los pobres, como el gasto en salud y educación, aparentemente no existiría evidencia sistemática de que ellas tuviesen un impacto positivo sobre los pobres, lo cual resulta un tanto extraño, pues indicaría que este tipo de política no tendría influencia directa sobre el ingreso de los pobres independiente del efecto que se podría trasmitir vía el crecimiento del producto.
A la luz de este trabajo, en Venezuela no tendría porque extrañar que existiese un deterioro en el ingreso de los pobres: un promedio de crecimiento anual per capita negativo desde finales de los setenta hasta el presente, con las pronunciadas caídas del 89 y 99 (especialmente la de los últimos seis trimestres), y alta inflación por más de una década.