El caos de la Corporación Eléctrica de Venezuela
Normalmente al hablar de crisis en el sector eléctrico nos referimos a apagones y calidad de servicio, pero al lado de esta crisis, que siempre está presente, se puede afirmar que, en medio de la estatización-reestructuración que está en marcha, el sector está atravesando la mayor crisis institucional de su historia. Cualquiera me puede refutar esta afirmación tan tajante diciendo que soy un exagerado, que no es para tanto, que el sector vivió 100 años sin Ley y no paso nada. Pero a diferencia de la situación actual, siempre funcionaron las instituciones técnicas que emanaban de las empresas, funcionaba OPSIS (Oficina de Operaciones del Sistema Interconectado) que era un foro en el que se reunían los profesionales del sector, se debatían los temas centrales que afectaban a las empresas, existía una comunidad que podía ser llamada sector eléctrico en donde se compartían problemas y se discutían posibles soluciones.
Hoy OPSIS no existe y desde el primero de enero se está transformando en el Centro Nacional de Gestión, proceso que no ha concluido. Tenemos una Ley que no se cumple, no se ha reglamentado y no se han creado las instituciones contempladas en ella. La soñada regulación independiente está más lejos que nunca y todo el poder se concentra en un ministerio que está copado atendiendo al petróleo. Hay por ahí una empresa fantasma de generación que no ha comenzado a nacer y nadie sabe de qué se va a encargar. Por añadidura, prohibieron las Mesas Redondas de la Cámara Venezolana de la Industria Eléctrica (CAVEINEL), que era el último foro que le quedaba al sector para discutir sus problemas.
Pero por encima de todo, hoy el sector está embarcado en un proceso de cambios que se maneja desde un cogollo y nadie sabe a dónde va. Se entiende que si la revolución ha decidido que el sector es “estratégico” y que esto implica que debe estar en manos del estado, tiene que buscar vías de organizarlo. Definir que debe estar centralizado y que se debe descentralizar, cómo se van a manejar las finanzas, el personal y tantos otros temas. Pero quienes están pensando estos asuntos lo están haciendo a espaldas de los trabajadores, algo que ya ha provocado las quejas de algunos sindicatos. Los pasillos de las empresas están llenos de rumores y chismes sobre el incierto futuro. La versión que cobra mayor fuerza es que todas las empresas van a desaparecer y se formará una empresa única que agrupará a todos los trabajadores del sector. Nadie sabe en qué condiciones, ni como se juntarán tantos contratos colectivos y tantos sindicatos. Los trabajadores temen que sobrará gente y que la fusión generará una ola de despidos. Todo es confusión y caos.
Por añadidura, aparece un nuevo actor en el sector que es más poderoso que todas las empresas juntas, me refiero a PDVSA, que ahora es propietario de La Electricidad de Caracas, de Seneca y el gran financista de un sector arruinado. Se dice que el nuevo engendro se está gestando en la matriz de la Nueva PDVSA, que va camino a convertirse en la madre de todos los kilovatios, como si no tuviera suficientes tareas. También se dice que ya todo es un hecho consumado y que le están preparando el infaltable show a nuestro Paladín para que le anuncie al país, a mediados del mes de junio, el nacimiento de la gloriosa Corporación desde algún lugar sobre el cual los chismes son confusos. Unos dicen que Tocoma y otros que Tacoa, debe ser porque suenan parecido.
La sola confusión le está haciendo un gran daño al sector, pero los verdaderos problemas surgirán después, cuando haya que manejar una corporación deficitaria que va a tener dificultades hasta para pagar su nómina en medio de un montón de sindicatos planteando demandas.
Es una lastima que unos cuantos advenedizos, actuando de forma improvisada e irresponsable, destruyan instituciones que fueron labradas a pulso por tantos venezolanos notables durante décadas, como Edelca y EDC, por nombrar sólo dos. Pero está claro que la revolución desprecia toda historia que se salga de sus gastados panfletos sobre la explotación.
Ojalá que algún rayo ilumine a los genios que están inventando el nuevo sector eléctrico, pero no hay duda de que esta revolución en vez de participativa y protagónica debería llamarse autoritaria y hegemónica.