EE.UU. 2008 ¿Se repite la historia de Japón 1989?
Hace dos años, muchos fuimos los que vaticinamos una inminente crisis financiera en los Estados Unidos, cuyas repercusiones habrían alcanzado, de alguna manera, la mayoría de los países del planeta. Ello resultaba de analizar, objetivamente, el inevitable estallido de la burbuja inmobiliaria, aunado a la rapidez con la cual la deuda externa de ese país estaba alcanzando niveles alarmantes. Esto último, se debía a dos elementos fundamentales, a saber: en primer lugar, el alto déficit fiscal, crónico, en buena parte debido a los altísimos gastos causados, desde 2003, por la invasión a Irak. Estos costos acumulados habrían ya sobrepasado la cifra de US$ 700 millardos, en forma directa según el Pentágono y US$ 3 billones (trillones americanos), incluyendo los costos indirectos, de acuerdo a estimaciones atribuidas a algunos conocidos economistas estadounidenses, entre quienes se destaca el premio Nobel, J. Stiglitz. En segundo lugar, el éxodo de muchas empresas estadounidenses que se reinstalaron en China, en búsqueda de menores costos de mano de obra, de impuestos y, por ende, de producción, lo cual ha venido aumentando vertiginosamente el déficit de la balanza comercial de EEUU. hasta alcanzar alrededor de US$750 millardos anuales o aproximadamente 5% de su PIB. El objetivo perseguido por esas empresas no es otro que el de exportar, sobre todo a su propio país, manufacturas a precio más competitivo, con el único fin de obtener mayores beneficios pecuniarios para sus directivos y accionistas. Se calcula que en la actualidad, alrededor del 60% de las importaciones de EEUU. proviene actualmente de esas mismas multinacionales que hoy operan desde China y algunas, en un número aún mucho más modesto, desde la India.
Lo que nadie o quizás muy pocos especialistas en la materia pudieron predecir, eventualmente por falta de información suficientemente disponible e incluso comprensible, por lo compleja y ex-profeso enredada, fue el grado de profundidad y gravedad de la crisis que finalmente se hizo patente hace apenas pocos días. En efecto, con la intervención de los dos gigantes del refinanciamiento hipotecario, Fannie Mae y Freddie Mac, ocurrida por parte del gobierno federal a principios de septiembre, a las cuales se les inyectaron US$ 200 millardos, aunado al rescate “in extremis” de Merrill Lynch, se tranquilizó momentáneamente la opinión pública, induciéndola a creer que ya lo peor había pasado. En cambio hoy, a la luz de los últimos acontecimientos, relacionados con la quiebra-salvamento, también a última hora, de otras instituciones financieras, como el Wachovia, cuarto banco en importancia de los EEUU, sin contar con la suerte, corrida de manera parecida, por tres bancos también importantes, de igual número de países europeos – Fortis, Bradford & Bingley UK, Hypo Real Estate – luce cada vez más difícil y arriesgada la formulación de pronósticos que resulten finalmente acertados.
La sospecha o temor que la crisis actual adquiera progresiva pero aceleradamente, visos parecidos a la que afectó el Japón durante toda una década, a partir de fines de los 80, toma cada vez más cuerpo. Ello se debe a que el actual proceso “deflacionario”, ha sido originado por el excesivo endeudamiento de los principales agentes financieros antes mencionados. Esto es aún más grave por el hecho de éste haberse contraído por la adquisición de activos mediante dinero prestado. Así que Fannie Mae y Freddie Mac, se encontraron en poder del 70% de los nuevos créditos hipotecarios, sin poder ceder rápidamente, a terceros, sus portafolios de préstamos. Ello se debió al hecho de que una parte importante de los prestatarios por ellos asegurados, no había suministrado las suficientes garantías a los agentes financieros intermediarios iniciales, a fin de obtener los préstamos para adquirir sus viviendas, cuyo valor superaba abiertamente sus posibilidades reales.
La deflación antes mencionada, tal como lo explica claramente Paul Krugman, se origina cuando los precios al consumidor aumentan mientras el valor de los activos que influye sobre el balance de las empresas, disminuye. Los agentes económicos, trátese de empresas o de particulares, tienden a liquidar parte de sus activos y utilizar el producto de esa venta para reducir sus deudas, cuando éstas se hacen demasiado pesadas. El problema se presenta, en épocas de crisis generalizada, cuando la mayoría de los agentes actúa al unísono, debilitando progresivamente su posición financiera sin poder finalmente solventarse completamente ante los acreedores, creando así un círculo vicioso. Como resultado del mismo, el valor de los activos entra en un proceso de descenso al cual no se le aprecia un final claro. Este proceso deflacionario, aquí brevemente descrito, puede repercutir gravemente y en forma prolongada en la economía de EEUU. en las circunstancias actuales.
Con el objeto de tratar de evitar que EEUU. entrase en una crisis de ese tipo, la cual recuerda la sufrida por el Japón durante la década pasada, la Reserva Federal optó, inicialmente, por reducir paulatina pero aceleradamente las tasas de interés. Luego la misma Fed optó por inyectarle liquidez al sector privado. No obstante ello, el crédito se hizo paradójicamente cada vez más difícil de obtener y, al mismo tiempo, la reactivación de la economía, a través de un renovado impulso anunciado por la Casa Blanca, nunca llegó a materializarse. Nos asociamos a la opinión expresada por muchos expertos en la materia, según la cual el gobierno estadounidense debería haber optado, en 2007, por una reducción masiva de la tasa impositiva aplicable a su clase media, otorgándole así mayor capacidad de compra. De haber consentido a la adopción de dicha medida, junto con el aumento ocurrido este año en las exportaciones y disminución de las importaciones, propiciados por una temporal depreciación de la moneda, hubieran quizás evitado que la actual crisis adquiriese las características de una recesión tal vez peligrosamente profunda y prolongada.
Esta impresión parece imponerse en forma creciente en los medios financieros, pese a la aprobación otorgada por el congreso de EEUU. al Plan Bush, el pasado 3 de octubre el cual, contrariando sus propios principios, típicamente liberal-republicanos, de laissez-faire o de no intervención en las actividades de libre mercado, contempla la erogación de US$ 700 millardos – 5% del PIB – destinados a asistir el sector financiero privado.
*Ing. Químico – University of Oklahoma (1958)
PhD. en Ciencias Económicas – Université Paris IX-Dauphine (2000)
Investigador Asociado a la Escuela Doctoral – Université Paris IX-Dauphine
Investigador Asociado al EURISCO