Edelca socialista
Sin duda que ese cuento de crear empresas socialistas, que se ha convertido en la última moda de la revolución, resulta difícil de comprender. Una empresa es una organización que combina recursos humanos y materiales para producir bienes y servicios. Esto ha sido así desde Babilonia hasta nuestros días. La mayor diferencia observable radica en el tratamiento de los trabajadores. En Babilonia eran esclavos, en la edad media siervos, en el capitalismo asalariados ¿Y ahora en nuestro paraíso socialista, qué van a ser?
Porque lo que no se ha eliminado desde aquellos días sino, por el contrario, se ha tecnificado y profundizado, es la división del trabajo. Tiene que haber quien mande y quien obedezca, quien planifique y quien ejecute, quien se dedique a la operación y mantenimiento y quien se encargue de las finanzas, o de las ventas, o de los servicios al personal.
Aunque las empresas socialistas sean del “pueblo” a la hora de ponerlas a producir operará la división del trabajo, habrá jefes y subordinados, algunos asignarán los recursos y otros aplicarán lo asignado. La experiencia dice que en esa división del trabajo los que se dediquen a las tareas consideradas más complejas, o aquellas tareas que requieren capacidades específicas que pocos tienen, recibirán una mayor remuneración.
La utopía comunista de “remunerar a cada cual según sus necesidades y asignar tareas según sus capacidades” no ha funcionado en ninguna parte simplemente porque es ilógica, no hay forma de establecer qué son necesidades y qué capacidades. Al respecto pregúntenles a los burócratas cubanos que saben mucho de estas cosas. La única forma de emparejar el ingreso es arruinando las empresas, que suele ser el resultado final de estos delirios socialistas y aun así la pobreza no se reparte por igual.
Estas reflexiones me surgen al observar lo que está pasando con la conversión de Edelca a empresa socialista. Las autoridades dieron el lineamiento “La principal meta de Edelca este año es convertirse en una empresa socialista”. Pero al principio, en la práctica, todo funcionaba igual, el liniero a sus tendidos y el despachador a sus computadoras. Entonces, ¿Por dónde va a empezar el socialismo? La respuesta es sencilla: Por la ideología.
Si uno lee cualquier revista institucional de la empresa verá que ha perdido su carácter profesional para convertirse en propaganda de la revolución. Al mismo tiempo se ha decidido implantar el motor “moral y luces”, a través de charlas que pretenden ideologizar a los trabajadores y ganarlos para el socialismo. Obviamente, la gente se calla y se la cala, los churupitos son muy importantes y nadie está dispuesto a perderlos, aun a sabiendas de que el socialismo es inviable.
Lo peor es que ni los propios revolucionarios están convencidos de la bondad de su doctrina, por ello combinan los esfuerzos de convicción con medidas coercitivas que castigan a los no convencidos (contra revolucionarios), les limitan su posibilidad de desarrollo profesional y les cortan su carrera dentro de la empresa. Los resultados a mediano plazo serán evidentes, fuga de cerebros y descapitalización humana.
El otro camino al socialismo es que la empresa se dedique a obras sociales. Cosa que yo llamo propaganda y que debería asignarse a organismos especializados. Para Edelca no hay ninguna obra social más importante que manejar el sistema de potencia que construyó, que es el más sofisticado del país y uno de los más avanzados del mundo. Pero se van cambiando las prioridades.
Al mismo tiempo la empresa enfrenta la peor situación financiera de su historia. Las cuentas por cobrar alcanzan la bicoca de 4.5 billones de bolívares (con B bolivariana), que casi alcanzan a dos años de facturación. Piense usted que empresa puede sobrevivir si le deben las ventas de dos años de trabajo. En paralelo los gastos se han disparado. Una empresa que al comenzar 2003 tenía una fuerza laboral de 4.500 trabajadores hoy tiene 6.000 (contando activos, jubilados, contratados, pasantes, aprendices y hasta deportistas), sin que haya habido un crecimiento operacional que justifique tal aumento.
La empresa no tiene recursos para aportar a sus programas de inversión y está a punto de tener que pedir apoyo a mamá PDVSA para atender sus gastos operativos. Da pena observar que ésta es la misma empresa que construyó Macagua II con los recursos aportados por la operación de Guri, sin pedirle nada a los venezolanos. Pienso que entonces era más socialista que ahora.