Dos historias
Las historias petroleras de Venezuela y Rusia del último lustro son contrastantes y pueden considerarse, hasta cierto punto, como evidencia parcial para comprobar las bondades del rentismo petrolero.(%=Image(2095029,»R»)%)
La política petrolera venezolana ha sido de acentuación del rentismo, orientada a maximizar la “renta” petrolera que percibe el gobierno a través de los altos precios del petróleo-consecuencia de la política restrictiva de la OPEP-con reducción importante de la inversión propia de PDVSA.
La de Rusia ha estado orientada hacia la expansión productiva, acompañada de una reestructuración privatizadora, parte del proceso privatizador general post-socialista. De paso, este ha recibido fuertes críticas por corrupción y la conformación de los fuertes oligopolios privados que tuvo como resultado.
Venezuela pasó de producir 3,2 millones de barriles de crudos diarios en diciembre de 1998 (sin tomar en cuenta los extra-pesados de la faja) a 2,3 millones de barriles en diciembre de 2003. Una contracción de 28% en cinco años Así mismo, de acuerdo a la información del BCV ,el producto petrolero entre 1998 y 2003 cayó en 26%. Esta contracción no se debe al paro: la producción de diciembre de 2001 fue similar a la de diciembre 2003. Hoy en día, según la información de las distintas agencias internacionales y la que publica la propia OPEP, Venezuela e Indonesia son los únicos miembros de los 10 de la OPEP que producen por debajo de sus cuotas.
La contracción del sector petrolero ha afectado más a PDVSA que a la producción a través de los acuerdos con los operadores privados. Ello se debe a la presión para financiar el gasto creciente del gobierno central, una de las características del rentismo, lo que ha ido en detrimento de la inversión propia de PDVSA. Es conveniente recordar que parte importante de los yacimientos petroleros venezolanos son relativamente viejos y mantener su potencial de producción implica inversiones importantes, posiblemente alrededor de 3.000-4.000 millones de dólares anuales.
Por el contrario, Rusia producía 6,2 millones de barriles diarios en diciembre 1998 y en diciembre 2003 alrededor de 8,8 millones de barriles. Una expansión acumulada alta, de 42%, representando una tasa de crecimiento anual de 7,3%.
La diferencia no se debe a la super-abundancia de reservas rusas. Las reservas naturales convencionales probadas de Venezuela son mayores que las de Rusia: alrededor de 74-77 mil millones de barriles y Rusia 60 mil millones. Tomando en cuenta los crudos extra-pesados, y aun suponiendo un coeficiente de recuperación bajo, las reservas venezolanas son las más altas del mundo.
La recuperación económica de Rusia ha estado basada en la dinámica petrolera, y ésta en los precios del petróleo que propicia la restricción de la OPEP. La expansión acumulada de su economía desde la crisis de 1998 al año 2003 es de 32%, una tasa anual de crecimiento cercana al 6%. Este crecimiento ha estado acompañado de superávit fiscales recurrentes, reducción de la inflación y ha permitido mejorar la situación social, pero existe el peligro de excesiva dependencia energética, algo similar a la “Enfermedad Holandesa”. Como indica el informe del Banco Mundial de febrero 2004,
“El mensaje fundamental es que aunque ha mejorado sustancialmente el crecimiento, lo cual ha tenido un impacto positivo sobre la pobreza, y a pesar de que la inversión se ha acelerado en todos los sectores, los problemas gemelos de una implementación lenta de las reformas y la dependencia de recursos naturales permanecen. Por tanto es vital acelerar la agenda de reformas para hacer la economía más flexible.”
La historia venezolana parece el reverso. De acuerdo al BCV la caída acumulada del PIB en el lustro es de 17,6%. Un promedio anual de caída cercano al 4% y de 5,6% en el ingreso per capita. A pesar de la presión fiscal sobre el sector petrolero, la “voracidad fiscal” (aumento desproporcionado del gasto) ha conducido a déficit reiterados, financiados a través del aumento acelerado de la deuda interna y financiamiento monetario. El sector petrolero perdió importancia relativa: de representar el 28% del PIB en 1998 pasa al 25% en 2003, corroborando que la caída del sector es mayor a la global de toda la economía. La inversión en capital físico en toda la economía (que ya era baja) ha tenido una caída espectacular, de 25% entre 1998 y 2002, según la información del BCV. De una u otra manera parece que el rentismo castigó a Venezuela y premió a quien se aprovecha del mismo.