Dinámica preocupante
El balance económico del 2000, según se desprende del informe de fin de año del Presidente del (%=Link(«http://www.bcv.org.ve»,»BCV»)%), muestra una dinámica de acumulación poco alentadora. Desde el punto de vista del crecimiento de largo plazo, el problema básico no es el modesto ritmo de la recuperación, un crecimiento de 3.2% del producto, sino la bajísima inversión y la débil recuperación del empleo, a pesar de un contexto externo muy favorable, con una fuerte recuperación de los términos de intercambio en los dos últimos años.
Dentro del enfoque que establecieron Alexander y Meade en los cincuenta, el llamado enfoque de absorción, la cuenta corriente o identidad externa se puede expresar como la suma de la brecha entre ahorro e inversión (exceso de ahorro) y la brecha entre impuestos y gastos del gobierno (ahorro de gobierno). Sí la economía muestra un superávit en cuenta corriente y déficit fiscal, el ahorro de los residentes excede a la inversión doméstica por el monto acumulado del déficit fiscal y del superávit en cuenta corriente.
El superávit en cuenta corriente del 2000 llegó a más de 13 mil millones de dólares, aproximadamente el 11% del producto y el déficit fiscal fue de 1.8% del producto, es decir un exceso de ahorro de casi 13% del producto. La inversión bruta global sólo creció en 2%, después de la drástica reducción de 16.4% en 1999, concentrada en petróleo y telecomunicaciones, a pesar de que el país tuvo una extrema holgura en la disposición de divisas. Si se toma en cuenta la tasa de crecimiento poblacional (aproximadamente algo más del 2%) y la depreciación, el incremento del capital per capita sería negativo. Según la tesis de las dos brechas, la escasez de divisas sería una de las limitaciones o restricciones que tendrían los países en desarrollo para su crecimiento. Obviamente, este no fue el caso de Venezuela en el 2000.
En concreto, se presentó una brecha muy amplia entre el ahorro doméstico y la inversión: La situación favorable del sector externo no dio impulso a la acumulación de capital fijo en el país (incremento del potencial de producción) en forma significativa sino, en buena medida, a inversión financiera en activos externos, una forma altamente regresiva de redistribución del ingreso. La variación de reservas internacionales del BCV fue de 1.388 millones de dólares, lo ahorrado en el FIEM 4.336 millones de dólares y en Fondo de Inversiones 368 millones de dólares, un total de 6.092 millones de dólares, que el BCV comete el error de contabilizar como variación de reservas netas (en sentido estricto, las reservas netas son sólo las del BCV). Si se toma en cuenta que la entrada directa de capital fue de 3.789 millones de dólares, suponiendo una amortización de aproximadamente algo más 3.000 millones de dólares, y se imputa una proporción modesta de la cuenta de errores y omisiones a los movimientos de capital de corto plazo, la transformación de ahorro privado en activos externos (fuga de capitales) es muy importante.
La tasa de desempleo experimentó sólo un leve descenso, de 15.4% en 1999 a 14.1%, a pesar de una fuerte reducción en el crecimiento de la población económicamente activa. Así mismo la estructura del empleo se ha ido sesgando al sector informal (ya representa el 53% de los ocupados) lo cual puede interpretarse como un descenso en la calidad del stock de capital humano.
En síntesis, en un año donde las exportaciones petroleras fueron 28.716 millones de dólares, 72% más que en 1999, con una economía mundial con crecimiento relativamente fuerte, altos precios petroleros y un sector petrolero en expansión; la economía doméstica sólo creció modestamente, con una inversión muy baja, alto desempleo y deterioro en la calidad del empleo. Es decir, se deterioró el stock de capital fijo per capita y el stock de capital humano, los factores determinantes del crecimiento de largo plazo.
En un escenario no descartable en el año 2001, suponiendo que la reducción de las exportaciones petroleras fuese de 4% para mantener un precio promedio alrededor de 22 dólares por barril para la canasta venezolana, las exportaciones petroleras podrían ser de menos de 22.000 millones de dólares, un descenso de más de 6.000 millones de dólares. La pregunta es, ¿se podrá mejorar la dinámica de acumulación en un entorno externo menos favorable, como posiblemente sea el que se inicia en el 2001?.
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