El considerable aumento del costo de la vida, en los últimos meses, ha llevado a los venezolanos a ver disminuidos sus ingresos para cubrir la adquisición de productos básicos y honrar sus compromisos de pago por créditos y financiamientos.
La percepción que se tiene es que el venezolano promedio está financiando sus gastos corrientes con las tarjetas de crédito y arriesgando a entrar en mora.
En los primeros seis meses del año, la deuda en tarjetas de créditos creció 36%, y el crédito al consumo en cuotas subió 38%; lo que quiere significa que ha habido un desvío hacia esta modalidad, que en valores absolutos es de 13 mil 432 millones de bolívares.
La proyección para los 12 meses del año en curso ubica en un crecimiento del uso de la tarjeta en alrededor del 80%, un crecimiento similar a 2014.
En el 2014, los créditos al consumo que reportó la Superintendencia de Bancos (Sudeban), vía tarjetas de crédito, aumentaron en 139%. En el año anterior (2013) había sido el crecimiento del 85%.
Para mantener a raya la morosidad, los bancos convierten este consumo en un crédito al consumo en cuotas, con lo cual el tarjetahabiente deudor se compromete a cancelar cuotas menores mensuales, para ir cancelando el préstamo.
Cómo cuadran los números
Según estimaciones de algunas firmas consultoras, se proyecta que la inflación en Venezuela será superior al 150% este año. La pregunta que surge es de dónde saldrán los bolívares para financiar este aumento, por cuanto la liquidez crece a un ritmo menor, al igual que el crédito.
La respuesta habrá que buscarla, no en los bolívares sino en las cantidades de los productos, donde seguramente se reflejará que en 2015 se vendieron menores cantidades de esos bienes pero a precios mayores.