Desarrollo económico no siempre mejora calidad de vida
En nuestra modesta opinión, estimamos que los economistas y los políticos así como las grandes organizaciones económicas y empresariales, suelen tender a presentar al ciudadano el concepto de que todo lo que sea aumentar el desarrollo económico de un colectivo social equivale, necesariamente, a aumentar también el correspondiente de nivel de calidad de vida del mismo.
Esta premisa, en términos generales, puede ser cierta, pero entendemos que no siempre tiene que verificarse, necesariamente en su integridad.
Así, estimamos que puede presentarse la paradoja económica de que al aumentar el desarrollo económico de un determinado colectivo social no se logre aumentar el correspondiente nivel de calidad de vida, tal vez, al contrario, éste último descienda.
La Teoría Económica establece, como sabemos, patrones de medida del desarrollo económico social mediante el P.I.B. de una determinada zona y mediante la renta per Cápita de sus habitantes. Pero, naturalmente, lo mide en unidades monetarias. Sin embargo, el correspondiente cambio de bienestar social de sus habitantes no lo mide, sólo se le supone.
Comparemos, por ejemplo, el desarrollo económico y nivel de sueldos y salarios medios de la población activa de Caracas o de Madrid y comparemos, respectivamente, este nivel con el del Estado de Lara, Carabobo o Falcón. Comparemos, igualmente, dicho nivel de Madrid con el de Andalucía, Extremadura o cualquier otra región española. Podremos comprobar que en efecto en las grandes capitales y sus entornos la actividad industrial y comercial, en general, empresarial es mayor que en el resto de las respectivas regiones antes mencionadas.
Sin embargo, el correspondiente nivel de calidad de vida social en cuanto a tranquilidad, seguridad ciudadana, estresamiento, excesos de horas de trabajo, tiempos de desplazamientos al lugar del mismo no son los mismos que en regiones tales como las antes mencionadas. Incluso el I.P.C. (Índice de Precios al Consumo), es más alto en las grandes ciudades que en el resto de las ciudades medias y pequeñas y regiones ajenas a estos centros urbanos.
Puede, por tanto, aparecer la tendencia al deseo humano de obtener menos ingresos monetarios pero ganar nivel de calidad de vida y tender a emigrar a esas regiones más apacibles.
Por tanto, es evidente que estos medidores económicos no tienen en cuenta al ser humano como tal sino como ente de generación de riqueza.
Por ello, se instauró el denominado INDICADOR DE BIENESTAR HUMANO, que tiene en cuenta la esperanza media de vida del ser humano así como las respectivas condiciones de su estresamiento o de su nivel de tranquilidad, incluyendo el medidor de la TASA DE MORTALIDAD INFANTIL y de la TASA DE ALFABETIZACION.
Por parte de las Naciones Unidas, se instauró, posteriormente, el ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO que incluye la medición de los anteriores parámetros sociales y la paridad que tiene el individuo con respecto a su capacidad económica adquisitiva, con la del I.P.B., con la Renta Per Cápita y la media de años de escolarización.
Pero seamos conscientes de que continuará imperando el P.I.B. como índice medidor y la Renta Per Cápita ya que, realmente, estos medidores económicos son poco sensibles al nivel de calidad de vida real del individuo, pues sus cifras, sólo dan unidades monetarias pero no sensibilidad del ser humano. Los analistas económicos, las empresas tienden a utilizarlos y opinan que el Nivel de Calidad de Vida Humana es muy subjetivo, por lo cual, no resulta fiable en su medida.
En consecuencia, nivel de desarrollo económico social y nivel de calidad de vida, no necesariamente, pueden ser directamente proporcionales entre sí.
Pero como el ser humano es versátil y podríamos decir que cada persona es un mundo distinto, cada individuo no tiene el mismo concepto del propio nivel de calidad de vida que posee y que desearía tener.
Sin duda, existen personas que valoran muchísimo vivir en una capital o en una gran ciudad por los servicios que esta puede prestarle y considera que ese es el nivel de calidad de vida que desea y necesita.
Otras por el contrario, desearán vivir en una ciudad pequeña o mediana y vivir una vida menos agitada, menos estresada con menos servicios pero con mayor tranquilidad social. Ese, será, pues, su nivel de calidad de vida óptimo. El que desea realmente o incluso la persona que desea vivir en el campo en una vida, diríamos, casi pastoril y bucólica.
Los niveles de renta per cápita son distintos, naturalmente, pero los compensa el correspondiente nivel de calidad de vida.
Es por ello, que hoy por hoy, el P.I.B. y la Renta Per Cápita son indicadores económicos insustituibles cuando se habla de desarrollo económico y bienestar social, al menos a nivel macroeconómico y político y cada individuo podrá adaptarlo a su forma de pensar y orientar su propia vida
Las empatías personales entre las personas de un determinado sector social, el carácter, el clima, las costumbres son determinantes también en este tema.
Recordamos que el carácter andaluz, por su forma de ser, por su clima, por sus costumbres tiene más afinidad con el carácter y forma de vivir del pueblo venezolano y la empatía aparece pronto. La adaptación al clima tropical es fácil para el andaluz pero no lo es para la persona que vive en el Norte de España, ni su forma de pensar tampoco lo es.
Ni por ello son mejores ni peores es que cada región cada pueblo tiene su propia idiosincrasia.
Creemos, por tanto, que el tema abordado en este artículo es aún poco considerado por los economistas pero que no por ello deja de estar en la realidad cotidiana de la vida del ser humano.
Sin embargo, se impone, cada vez más, esas “escapadas de fin de semana” esos “puentes laborales”, esas vacaciones de Semana Santa o esas vacaciones anuales para salir de la gran urbe de esa vorágine que oprime al ser humano que en ella vive e ir al campo a la playa a otro lugar, donde cambiar de medio ambiente y olvidar durante ese período de tiempo esa cotidiana tarea de agitación laboral.
Algo, socialmente, hablando significa este fenómeno social que quizás entre dentro del campo de la Sociología.