Del Referendum Sindical a la Legislación Laboral
Una de las razones, además de las políticas, por la baja votación en el referéndum sindical, y que cuestiona su legitimidad como consulta para accionar políticas públicas, emerge de las características que muestra el mercado laboral y la población económicamente activa (PEA), que hace que la mayoría de esa PEA – 55%- empleada en el mercado informal, tenga poco que ver con la acción sindical. El restante 45% se emplea en el mercado formal, donde un 13 % en el Estado, cuya naturaleza rentista hace que esa PEA registre un grado total de sindicalización. Esa estructura laboral y sindical del Estado rentista empleador, ha generado sindicatos con gran capacidad de negociación, como se demostró durante la discusión del contrato petrolero, donde los sindicatos le aplicaron una tunda al gobierno; no siendo esta, por supuesto, la primera vez que el sindicalismo le gana una batalla al gobierno.
La PEA sindicalizada – Estado y economía privada – apenas alcanza a un 23% del total, lo cual deja claro, el porque los venezolanos tienen poca relación con la vida sindical, sobre todo si contamos que los gobiernos, muy adictos al populismo, aumentan salarios por decreto, dejando poco espacio para movilizaciones sindicales por incrementos salariales, con excepción de los sindicatos del Estado, cuya acción política esta en relación directa a los ingresos petroleros.
La reforma sindical y laboral pareciera anticipar tormentas sociales, económicas y políticas, dado que la nueva legislación laboral tiene resguardos constitucionales que ni el propio Estado podría financiar, mucho menos, la economía privada cuya fuerza económica y financiera es a diario vapuleada. La constitución da un mandato claro para sobreregular el mercado laboral, encarecer la contratación y el despido, por lo que deja como variables de ajuste a los costos laborales, la informatización, el subempleo, caída del salario real y el desempleo. Una nueva legislación no debe estatizar las prerrogativas sindicales y laborales, ni limitar los derechos económicos que se ejercen eficientemente en una libre negociación entre patronos y trabajadores.
Hay que evitar la centralización sindical, porque traerá severas consecuencias en el empleo, al pervertirse el mecanismo de asignación de la fuerza laboral en el mercado. Son muy conocidas las perversiones que la centralización sindical incorpora en el mercado laboral, es el caso de la Argentina (%=Link(«http://www.jdperon.gov.ar/PrincipalBiografia.htm»,»peronista»)%) y España franquista donde décadas de centralización sindical y laboral son culpables de las altas tasas de desempleo que presionan a la baja en los salarios que hoy persisten como rémoras de un pasado de centralismo sindical y laboral. Lo mismo ocurrió en los países ex-socialistas de Europa, Cuba, China, con consecuencias sociales nefastas por caída de la calidad del capital humano y rezago del crecimiento, dado que implica la postración de un derecho económico fundamental representado en la libertad de contratar, el cual es un incentivo para el mejoramiento del capital humano. La centralización y la verticalización sindical homogeiniza artificialmente el mercado, creando un entorno para la sobreregulación, con lo cual se hacen rígidos e ineficientes los mercados laborales.
En Venezuela, la historia muestra que uno de los factores causantes de las distorsiones que hoy se conocen por perdida masiva de empleos formales, es producto de la presencia de elementos de centralización sindical y rigidez del mercado laboral. La reforma laboral de Caldera de 1990 incremento esas perversiones al sobreregular el mercado laboral, con lo cual se aceleró la informatización del empleo con los efectos negativos que ello ha producido en la calidad del capital humano y en empobrecimiento económico. La perdida de empleos formales acabó con la poca seguridad social que presta el Estado; contribuyentes y contribuciones disminuyeron cuando las necesidades por salud, educación y pensión crecían. Con este expediente, no se entiende porque se intenta centralizar y verticalizar la acción sindical y sobreregular el mercado laboral, si como se ha visto en las ultimas décadas, a sabiendas que ello ha producido miseria, pobreza, y rezago económico.
Economista
(%=Link(«mailto:[email protected]»,» [email protected] «)%)