Deflación
Aparte de algunos países como Venezuela, cuyas perspectivas son de una severa estanflación (recesión cum inflación) reforzada por un “cierre” cambiario absurdo, tan arcaico que parece inspirado en el mercantilismo (acumular divisas o metales, reducir importaciones privadas y aumentar la intervención estatal), hoy en el mundo la preocupación es por la posibilidad de una deflación generalizada. El informe del FMI (abril 2003), World Economic Outlook, la señala como un peligro potencial. El FMI creó un grupo de trabajo para analizar específicamente el tema, y sus conclusiones se presentaron el 30 del mes pasado.
La deflación consiste en un descenso continuado de los precios, y puede ser la consecuencia tanto de shocks de demanda como de oferta. En el primer caso, la declinación de precios suele estar acompañada de reducciones en la demanda de bienes y servicios. En el segundo, puede existir incremento del producto. En ambos casos, implica una redistribución del ingreso de los deudores a los acreedores, sobre todo si no es anticipada. Según el informe del grupo de trabajo del FMI, las posibilidades de una deflación generalizada son bajas, pero sí existen riesgos.
Hay un contexto general de inflación muy reducida en los países industriales principales. En el lapso 2000-03, la inflación promedio de los países industriales es de menos del 2%, un nivel más bajo que el de la década de los cincuenta. Por ejemplo, en Alemania existiría riesgo de un proceso deflacionario. También en países asiáticos, particularmente Japón, pero el riesgo se extiende a Taiwán, China, Hong Kong y otros, por exceso de capacidad. En los países de los mercados emergentes, las tasas de inflación son las más bajas desde 1960. Con inflaciones muy bajas, un shock de demanda puede desencadenar un proceso deflacionario auto-reforzado, donde se posponga la inversión y el consumo, se eleve el peso real de la deuda y exista un posible colapso de la demanda.
Con tasas de interés nominales iguales a cero o muy bajas, la eficacia de la política monetaria para combatir la deflación es muy reducida: se estaría en la “trampa de liquidez” Keynesiana. La prescripción es una política fiscal activa, reforzada con instrumentos institucionales que le den credibilidad en el tiempo al combate contra la deflación. Veremos sí los países industriales pueden escapar de la “enfermedad japonesa”.